Maestros al servicio de la educación

[Pablo Muñoz] El legado educativo de algunas civilizaciones antiguas para las prácticas pedagógicas contemporáneas

Es bien sabido que un texto se comprende óptimamente en su contexto, por lo que el lector advertirá que, para entender mejor lo que aquí se expone, seguramente convendrá enmarcar los aportes pedagógicos de cada civilización citada, en el entretejido de situaciones históricas y geográficas que los hicieron viables. Por unidad de materia, aquí nos interesa centrarnos en lo que se promete desde el título, pero amablemente le invitamos a ir más allá, para seguir descubriendo todo lo que esa sapiencia ancestral tiene por enseñarnos.
Casi siempre que se hace historia de las ideas en educación antigua, nos limitamos a Grecia y a Roma, como civilizaciones clásicas por antonomasia. Y es que, realmente, cada una merece capítulo aparte. No obstante, conviene escudriñar en los aportes que le obsequian civilizaciones todavía misteriosas como la egipcia, la babilónica, la india, la china, la fenicia, la persa y la hebrea, a los retos pedagógicos de la educación contemporánea. Tal vez nos topemos con profecías que no solo denuncian lo que está aconteciendo en ciertas prácticas educativas, sino que anuncian posibilidades para la mejora continua de las prácticas pedagógicas en la escuela actual.

Las culturas mencionadas, poseen una rica historia de prácticas educativas que han dejado importantes lecciones para el campo de la educación en general y, como se expresó, para las prácticas pedagógicas contemporáneas. Exploremos algunas de esas enseñanzas:

La importancia de la memoria:

Las antiguas civilizaciones orientales solían poner un gran énfasis en la memorización y el aprendizaje por repetición. Por ejemplo, en la antigua China, los estudiantes memorizaban extensos textos clásicos. Esta práctica puede ser relevante hoy en día al considerar el papel de la repetición en la consolidación de conocimientos y habilidades. La educación actual puede aprovechar este enfoque mediante técnicas como la repetición espaciada y la memorización activa.

Aunque algunas tendencias modernas propaguen la idea de que la memorización está mandada a recoger, lo cierto es que es básica y fundamental para proceder con operaciones mentales más complejas y para operar efectivamente tanto en la comprensión, como en el planteamiento y la solución de situaciones problémicas. El asunto está en cómo se llega a la memorización. Si bien la repetición sigue siendo un principio didáctico vigente, esta práctica debe lubricarse con el bálsamo de la dotación de sentido, explicitando siempre con qué propósito se memoriza y acordando qué es esencial memorizar.

Importancia de la disciplina y la estructura:

Muchas de estas civilizaciones orientales tenían sistemas educativos altamente estructurados y jerárquicos. La disciplina y la estructura eran fundamentales para garantizar el aprendizaje efectivo. En la educación actual, si bien se valora la flexibilidad y la participación activa de los estudiantes, también es importante establecer límites claros y proporcionar estructura para promover un ambiente de aprendizaje enfocado y ordenado.

Estamos descubriendo, en ese sentido, que las antiguas civilizaciones orientales desarrollaron métodos de enseñanza innovadores que promovían el aprendizaje efectivo. Por ejemplo, en el Antiguo Egipto, los escribas utilizaban la intrincada escritura jeroglífica para enseñar a los estudiantes, y en la antigua China se desarrollaron sistemas de caracteres complejos que requerían un aprendizaje intensivo. Estos métodos de enseñanza desafiaban a los estudiantes y promovían la concentración, la memoria y la habilidad para resolver problemas.

La educación contemporánea puede beneficiarse de este enfoque al buscar métodos de enseñanza creativos y desafiantes, que estimulen el pensamiento crítico y la resolución de problemas de la cotidianidad en las distintas situaciones que ofrece la vida real, que es para lo que educaban las antiguas civilizaciones de oriente. En términos de “método” como estructura y disciplina, solo se hablaría siglos después por parte de filósofos y pedagogos. Pero dicha intuición de las civilizaciones antiguas derivó en estrategias didácticas que hoy se atienen a la puesta en práctica de secuencias, cuyo acatamiento riguroso garantiza la cualificación de las estructuras cognitivas para lograr aprendizajes significativos.

Papel del maestro como autoridad y modelo a seguir:

En las antiguas civilizaciones orientales, el maestro tenía un estatus elevado y se le consideraba una autoridad en su campo. Los estudiantes lo veían como modelo a seguir y buscaban su guía y conocimiento. Esta relación maestro-estudiante se basaba en el respeto mutuo y la confianza. Tal concepción representa grandes retos a la formación permanente, para garantizar que el maestro se vaya constituyendo en una autoridad de la enseñanza, en la medida que constantemente se actualiza, se cualifica y, como se dice hoy día, se reinventa.

Particularmente en la antigua India, el sistema Gurukul era una forma tradicional de educación, donde los estudiantes vivían en la casa del maestro y recibían una educación integral. El maestro, conocido como Gurú, no solo enseñaba conocimientos académicos, sino también habilidades prácticas, ética y valores. Esta relación cercana y personalizada entre el maestro y el estudiante, fomentaba una educación holística y una comprensión profunda de lo que se debía aprender para ser competente en la vida.

En la educación contemporánea, este enfoque nos recuerda la importancia de las conexiones significativas entre los educadores y los estudiantes, y cómo el acompañamiento y la tutoría personalizadas, pueden enriquecer el proceso de aprendizaje. La relación descrita entre maestro y estudiante sirve como un recordatorio de la importancia de los educadores en el proceso de aprendizaje, que hoy en día tiende a relativizarse frente al desarrollo de tecnologías inteligentes. Los maestros actuales también están llamados a inspirar a los estudiantes –así lo expresan en todas partes, por ejemplo, el día del maestro– y a establecer una conexión significativa al desempeñar un papel activo como mediadores, guías y acompañantes no solo inteligentes, sino comprensivos, acogedores, promotores.

Enfoque en la educación integral:

Las antiguas civilizaciones orientales no solo se centraban en la adquisición de conocimientos académicos, sino también en el desarrollo integral de los estudiantes; desde ese entonces ya lo consideraban como un objetivo fundamental. Por ejemplo, en la antigua Persia, se hacía hincapié en la educación moral y ética, además de que se buscaba el equilibrio entre el cuerpo y la mente a través de la educación física y la meditación.

Es recurrente encontrar que, a pesar de la orientación eminentemente pragmática en la educación de estos pueblos antiguos, no se limitaban solo a la adquisición de conocimientos académicos, sino que también enfatizaban el desarrollo físico, emocional y espiritual de los estudiantes. La antigua India también destacaba la importancia del desarrollo espiritual y la meditación como parte integral de la educación. La práctica de la meditación se consideraba fundamental para cultivar la concentración, el autoconocimiento y la conexión con lo divino.

Esta perspectiva holística sirve de inspiración para la educación actual, a considerar la importancia de la educación socioemocional, la promoción de la salud, el bienestar, la ética y los valores como parte integral del currículo. De hecho, los concursos donde se premia a los mejores maestros de una región, un país o del mundo, exaltan justamente las prácticas pedagógicas de educación integral, en tanto que apuestan por el desarrollo de competencias que trascienden lo académico clásico y formal. La experiencia de aula hace cada vez más evidente la necesidad de incorporar prácticas originarias de civilizaciones antiguas, conducentes a normalizar el bienestar físico, psicológico, emocional y espiritual de los estudiantes. Sin estas últimas condiciones, ¿es posible una educación auténtica?

Énfasis en la educación moral y ética:

Muchas de esas civilizaciones ponían un fuerte énfasis en la educación moral y ética. Por ejemplo, en la antigua China se enseñaban los conceptos de rectitud, respeto y lealtad. Estos valores éticos eran fundamentales para el desarrollo integral de los estudiantes y la construcción de una cultura en paz.

En sintonía, aunque desde otra parte del hemisferio oriental, la formación ética y moral del pueblo hebreo antiguo, basada en los Diez Mandamientos, la justicia, la compasión, la responsabilidad y la educación familiar, ha dejado un valioso legado para la educación actual. Estos principios éticos siguen siendo relevantes en la promoción de una sociedad justa, equitativa y moralmente responsable.

De modo similar, tanto en la civilización hindú como en el pueblo hebreo, el enfoque en el estudio y la interpretación de textos sagrados fomentaba el pensamiento crítico sobre lo moral y lo social, la reflexión profunda y la búsqueda de la verdad, que trascendían la creencia al ocuparse de asuntos profanos. En la educación contemporánea, esta práctica puede inspirar a explorar textos clásicos, asumir la diversidad cultural y fomentar el pensamiento crítico y la interpretación de fuentes primarias en diferentes disciplinas.

Por otra parte, y sopesando las distancias culturales, los chinos y los antiguos persas, consideraban que la educación debía centrarse en el desarrollo del carácter y la ética. Se buscaba formar a los estudiantes como personas virtuosas y responsables, destacando valores como la honestidad, la justicia, la valentía y el respeto. En un contexto alterno, además de las habilidades comerciales, la educación fenicia también incluía una formación cívica y religiosa. Se esperaba que los jóvenes fenicios participaran activamente en la vida de la comunidad y cumplieran con sus responsabilidades cívicas. También se les enseñaba sobre la religión fenicia y los rituales asociados, ya que la religión desempeñaba un papel importante en la vida cotidiana y en la identidad cultural de la sociedad fenicia.

Esos valores éticos y morales comunicados por las civilizaciones china, hindú y fenicia, son fundamentales en la educación actual, ya que ayudan a moldear la conducta de los estudiantes y a formar ciudadanos comprometidos, éticos y resilientes. En ese orden de ideas, hoy, se reconoce cada vez más la importancia de la educación socioemocional, la formación espiritual y la promoción de valores. El legado de estas civilizaciones orientales nos recuerda la importancia de fomentar una educación que promueva el desarrollo moral y ético de los estudiantes, manifiesto en una parte de lo que hoy día se denomina competencias socioemocionales y ciudadanas.

Aprendizaje basado en la observación y la experiencia:

El aprendizaje basado en la observación y la experiencia era una característica prominente en muchas de las antiguas civilizaciones orientales. Por ejemplo, en la antigua China, los estudiantes tenían la oportunidad de observar y aprender de expertos en diferentes campos, como la medicina, la agricultura, las artes y la artesanía. Este enfoque se basaba en la idea de que la observación y la experiencia directa de expertos, eran fundamentales para adquirir habilidades y conocimientos prácticos.

En lugar de simplemente transmitir información de manera pasiva, los educadores de estas civilizaciones alentaban a los estudiantes a involucrarse activamente en actividades y prácticas relacionadas con el área de estudio. Esto incluía la realización de experimentos, la participación en proyectos prácticos, la resolución de problemas reales y la aplicación de los conceptos aprendidos en situaciones concretas. Sería lo que hoy día llamamos experiencias de aprendizaje, tan necesarias, pero tan ausentes en currículos de teorías que no aterrizan o, como diría Paulo Freire, de educación verbosa.

En contraste, los estudiantes de la antigua Fenicia aprendían al realizar tareas reales y observar a los expertos en acción. Verbigracia, aquellos interesados en el comercio marítimo tendrían la oportunidad de abordar barcos y adquirir conocimientos y habilidades prácticas directamente en el campo. Similar a la educación fenicia, además de los aspectos académicos, la educación babilónica también incluía un enfoque práctico y vocacional. Los estudiantes aprendían habilidades técnicas y comerciales relevantes para la vida cotidiana, como la agricultura, la alfarería y la metalurgia. La educación tenía como objetivo preparar a los estudiantes para asumir roles y responsabilidades específicas en la sociedad.

Este enfoque tenía varias ventajas. En primer lugar, permitía a los estudiantes comprender y apreciar la relevancia práctica de lo que estaban aprendiendo. Al experimentar directamente los conceptos, podían ver cómo se aplicaban en la vida real y cómo podían usarlos para resolver problemas y desafíos. ¿No es esto lo que están evaluando las pruebas estatales?

Además, hay que señalar que el aprendizaje basado en la observación y la experiencia fomentaba el desarrollo de habilidades prácticas y destrezas específicas. Los estudiantes tenían la oportunidad de perfeccionar sus habilidades manuales, sus capacidades de resolución de problemas y su pensamiento crítico a través de la práctica activa y la aplicación práctica de los conocimientos teóricos. Así nacieron distintas disciplinas en Egipto: la geometría para medir la tierra y trazar nuevamente los límites cuando mermaban las aguas del río Nilo, la aritmética para calcular en el comercio y los impuestos, la mecánica y la hidráulica para hacer ingeniería y arquitectura, la astronomía para calcular estaciones y gestionar los cultivos. Si bien no quedaron huellas de grandes ahondamientos teóricos, las evidencias de sus logros prácticos han trascendido la historia hasta nuestros días.

Llegados a este punto, nos interesa resaltar que este enfoque también fomentaba la creatividad y el pensamiento innovador. Al involucrarse en la observación y la experiencia directa, los estudiantes tenían la libertad de explorar diferentes enfoques y soluciones, lo que estimulaba su capacidad de pensar de manera creativa y encontrar nuevas formas de abordar los desafíos. Esta metodología resalta la importancia de involucrar a los estudiantes en experiencias prácticas y en la aplicación de los conceptos aprendidos en situaciones reales.

En la educación actual, el aprendizaje basado en la observación y la experiencia sigue siendo altamente relevante. Se ha reconocido la importancia de la participación activa de los estudiantes en el proceso de aprendizaje y de proporcionarles oportunidades prácticas para aplicar lo que aprenden, como el principal vehículo para el desarrollo de competencias. Esto puede incluir actividades como proyectos de investigación, pasantías, simulaciones, experimentos prácticos, trabajo en grupo y prácticas profesionales.

Enfoque en la diversidad y la inclusión:

Por circunstancias que la historia y la filosofía explican, muchos de estos pueblos permanecían en dinámicas de guerra y conquista territorial, legado del cual no terminamos de recuperarnos ni en las escuelas contemporáneas, donde la fuerza del conflicto ha escalado al punto de poner en riesgo o sacrificar la integridad, cuando no la vida de las personas.

En ese sentido, la educación persa se asemejaba mucho a la espartana: buscaba preparar a su gente para la guerra. A pesar de ello, una vez que lograba sus conquistas, el pueblo persa antiguo valoraba y respetaba la diversidad cultural y promovía la tolerancia hacia diferentes tradiciones y perspectivas. A través de la expansión de su imperio, entraron en contacto con diversas culturas y tradiciones, y en lugar de imponer su propia cultura, buscaban comprender y aprender de las prácticas y conocimientos de otros pueblos. Este intercambio cultural contribuyó a una mayor tolerancia y apreciación de la diversidad.

Esta actitud de apertura y respeto por la diversidad es un valioso legado que persuade a la educación contemporánea, promoviendo la inclusión, la tolerancia y el entendimiento intercultural en nuestras sociedades cada vez más diversas. Es relevante en la educación actual, ya que fomenta el respeto, la inclusión y la valoración de las diferentes culturas y puntos de vista en el entorno educativo.

Por su parte, la antigua India también tenía una sociedad diversa y pluralista, donde diferentes tradiciones, religiones y perspectivas coexistían. Esto se reflejaba en su sistema educativo, que abogaba por el respeto y la inclusión de diferentes puntos de vista. A pesar de tener un rígido sistema de división social en castas, se caracterizaba por ser una sociedad diversa y pluralista, y estos valores se reflejaban en su sistema educativo. El respeto a la diversidad religiosa y la inclusión de diferentes puntos de vista filosóficos, contribuyeron parcialmente a la formación de una sociedad más tolerante.

Pero es importante enfatizar en que la antigua India no era una sociedad igualitaria en términos de oportunidades educativas y en que existían desigualdades basadas en el estatus social y la casta. Aunque se valoraba la educación y se fomentaba el estudio de los textos sagrados, la promoción de la igualdad de oportunidades educativas no era una característica central del sistema educativo en ese período histórico. Por consiguiente, esto interpela a la educación actual, que sigue enfáticamente marcada por la falta de cobertura y una mayúscula inequidad tanto en oportunidades de acceso como en calidad, mediadas por la existencia de estratos y clases sociales, extremadamente distantes unas de otras, aún en lo formativo.

Incorporación de la tecnología

Las civilizaciones antiguas como la egipcia, la babilónica, la india, la china, la fenicia, la persa y la hebrea dejaron un legado significativo en la educación actual a través de sus aportes tecnológicos y pedagógicos. Estos aportes incluyen el desarrollo de sistemas de escritura, avances en matemáticas y astronomía, invención del papel, estructuras educativas y valoración del conocimiento y la enseñanza.

Estos legados han influido en la forma en que concebimos y practicamos la educación en la actualidad. Desde la importancia de la escritura como herramienta fundamental para el acceso a la información, hasta el desarrollo de conceptos matemáticos y astronómicos que forman parte de los programas educativos, estas civilizaciones han dejado una huella perdurable.

Además, la estructuración de sistemas educativos, como los exámenes imperiales chinos y los gurukuls indios, ha sentado las bases para la organización y el funcionamiento de las instituciones educativas modernas.

Por último, la valoración del conocimiento, el desarrollo tecnológico y la enseñanza como elementos fundamentales de la sociedad, ha permanecido a través de los siglos y sigue siendo un principio clave en la educación contemporánea. De la historia de las civilizaciones convocadas en este texto, conviene aprender su actitud ante la tecnología: la educación no solo estaba llamada a incorporarla, sino a generarla. Aquí cabe pasar de la contemplación a la reflexión: ¿Qué caracteriza nuestras actitudes frente a la Inteligencia Artificial? ¿Cómo la estamos incorporando a nuestras prácticas para darle usos pedagógicos? ¿En qué consiste nuestro compromiso educativo con el desarrollo de nuevas tecnologías?

En definitiva, el legado de estas civilizaciones antiguas nos invita a reflexionar sobre la importancia de aprender de nuestra historia, a reconocer la influencia que ha tenido en la forma en que educamos en la actualidad y a cuestionar algunas de nuestras prácticas pedagógicas contemporáneas.

NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, no se hace responsable de las opiniones expresadas, y no promociona ningún producto, servicio, marca o empresa. Sugerimos a nuestros lectores conocer la identidad de la fuente o de su autor, para tener mayores elementos de juicio y la pertinencia a su realidad educativa.


Autor:
Pablo Alexander Muñoz García, ciudadano colombiano, bachiller egresado del Instituto Salesiano de Cúcuta, Licenciado en Filosofía de la universidad Santo Tomás de Bogotá y Magíster en Práctica Pedagógica de la Universidad Francisco de Paula Santander de Cúcuta.
Se ha desempeñado como docente y directivo en los niveles de básica, media, pregrado y posgrado, participando también en experiencias de educación popular, promoción social y formación para el trabajo y el desarrollo humano, donde ha liderado procesos de reingeniería curricular y formación de maestros. Funge como asesor pedagógico ocasional en instituciones regionales y nacionales.
Actualmente se desempeña como coordinador en el Colegio Mercedes Ábrego de Cúcuta. Participa como investigador y director de trabajos de investigación en el campo de las ciencias sociales, la educación y la pedagogía.
Como fruto de sus investigaciones sobre educación política y pedagogía para la paz, ha publicado varios artículos en revistas indexadas, algunos libros, capítulos de libros y ha sido ponente en diversos eventos académicos locales, nacionales e internacionales. Es, además, columnista ocasional de publicaciones digitales.
Correo electrónico:
[email protected]
Cuenta de facebook: Pablo Alexander Muñoz García

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