A pesar de que las matemáticas son necesarias en todos los ámbitos de la vida, existe un alto índice de fracaso escolar en dicha disciplina, tal como señalan diversas evaluaciones tanto a nivel nacional como internacional, siendo muchos los alumnos que generan actitudes negativas hacia la materia, manifestando a veces aversión y/rechazo hacia esta disciplina.
La aparición de estas actitudes podría estar relacionada con los fracasos en el aprendizaje de las matemáticas, de ahí que consideremos necesario el estudio de los factores afectivos y emocionales en el aprendizaje matemático de los estudiantes para maestro, ya que, como futuros docentes, sus creencias y emociones hacia las matemáticas influirán en el logro de sus alumnos así como en las creencias y actitudes de éstos hacia la misma, tal como señalan diversos autores (Gómez-Chacón, 1998; Carpenter y Fennema, 1992; Emenaker, 1996; Etxandi, 2007; Espejo, 1999; Bermejo, 1996). De esta forma podremos mejorar dichos factores y así, de forma indirecta, mejorar también las de sus respectivos alumnos.
Con el objetivo de valorar la importancia de los factores afectivos en la enseñanza-aprendizaje de las matemáticas y el propósito de promover actitudes y creencias positivas en los estudiantes compartimos con fines educativos – pastorales la entrevista realizada por Juan Fernández al docente de Didáctica de las Matemáticas en la Universitat Internacional de Catalunya, de la que es vicerrector Salvador Vidal para el portal El Periódico.
«Las matemáticas se enseñan a través de las emociones»
Salvador Vidal promueve un sistema lúdico para dar una asignatura que tiene fama de ‘hueso’.
Lo primero que hace Salvador Vidal (El Masnou, 1952) cuando te conoce es lanzarte un reto. «La mitad de dos más dos son tres, ¿cómo lo explica?», te suelta, y logra lo que busca: que te quedes pensando. Lleva 39 años divulgando los secretos de los números, primero como profesor de instituto y ahora como docente de Didáctica de las Matemáticas en la Universitat Internacional de Catalunya, de la que es vicerrector, y sabe cómo convertir una asignatura con fama de ‘hueso’ en un caramelo apetecible. En el 8º Congreso Iberoamericano de Educación Matemática celebrado en Madrid,contó a una audiencia repleta de profesores que las matemáticas hay que enseñarlas con humor, no abrumando a los alumnos.
Imparte una asignatura que provoca pesadillas en las aulas
Porque no se enseña bien. El mito de que las matemáticas son difíciles es falso.
He comprobado que con un buen profesor, los alumnos se relacionan con esta asignatura de forma distinta. Lo primero que hay que trabajar es la actitud. Hay que romper la imagen temible que tienen las matemáticas demostrando que pueden ser divertidas, aparte de útiles para la vida.
¿Y eso cómo se hace?
Lo primero que hago con mis alumnos al comienzo del curso es contarles chistes, plantearles juegos y hacerles magia. Esto cambia la mirada. Usted mismo, cuando le he propuesto ese reto matemático, ha sonreído. Por ahí puedo entrar. Recuerde: el buen humor es la alta velocidad de la creatividad.
Pero solo con una sonrisa no resuelvo un problema
Por supuesto. El segundo paso es cambiar la forma de enseñar. Las matemáticas hay que explicarlas de lo real a lo abstracto. Hay que poner a los niños a jugar con peras y manzanas antes de hablarles de ecuaciones. Que toquen los números, que los manipulen, que les entren por los sentidos y les provoquen sentimientos, y luego iremos a conceptos y fórmulas. Hasta ahora hemos funcionado al revés, y este es el error. Las matemáticas deben enseñarse a través de las emociones.
¿Cómo emocionar a un niño con un polinomio?
Es posible. En mi facultad hemos creado un modelo para que los alumnos completen los objetivos curriculares, pero de forma lúdica. Al final del año dan todos los contenidos, pero usando juegos, anagramas, ábacos y figuras, y así aprenden mejor.
Hay que provocar en ellos emociones positivas planteándoles retos, contándoles anécdotas, con actividades recreativas y, sobre todo, a través de dinámicas de grupos. Somos sociales por naturaleza, aprendemos más en grupo que si estamos solos.
¿Y eso surte efecto?
Sí, y además, en el momento más necesario. Infinidad de chicos y chicas llegan a la ESO aborreciendo las matemáticas porque en Primaria no se las explicaron bien. La clave es trabajar ahí, cuando son niños. Está comprobado que las vocaciones científicas se forjan de los 6 a los 12 años. Si son estimuladas, claro.
¿Si pudiera tomarse un café con la ‘consellera’ de Educació, qué le diría?
Que implante el ‘Día del número’. Esta idea la pusimos en marcha en el instituto donde di clase y el resultado fue espectacular. Durante un día, todas las actividades estaban orientadas a las matemáticas, pero desde un punto de vista recreativo: juegos, exposiciones, películas, relatos científicos… Con algo tan simple como esto, logramos cambiar la percepción que los chicos tenían sobre las matemáticas. Ese año, los resultados de esta asignatura mejoraron.
¿Me cuenta el resultado del reto que me ha propuesto?
La mitad de dos es uno, si le añadimos dos, da tres. En realidad, es un juego de palabras, no una paradoja matemática, pero he logrado que usted se pare a pensar y sonría. Se trata de esto.
Este contenido ha sido publicado originalmente por El Periódico en la siguiente dirección: elperiodico.com