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[Ernesto González] Otra lava que no deja de fluir

No queda duda alguna que uno de los desastres naturales que más nos tuvo en vilo[1] en los medios televisivos (escritos, digitales) y audiovisuales en general, la erupción del volcán La Palma, situado en el paraje Cabeza de Vaca cercano a la localidad de El Paraíso, en la isla española que lleva el propio nombre del volcán, resultando una noticia permanente, cuyos titulares se mantuvieron por más de dos meses[2].
En ese período de tiempo, se produjeron un total de 9,090 sismos y la máxima altura de la columna eruptiva, el mismo día que se dio por finalizado el proceso eruptivo, alcanzando unas cotas cercanas a los 8,500 metros de altura sobre el nivel del mar.

Fenómeno que provocó daños a nivel orográfico (geografía física), emocional y económico; temperaturas de la lava emanada o colada que sobrepasó los 1200 C – “engullendo” y calcinando todo lo que encontraba a su avance: explotaciones agrícolas y ganaderas, más de 2000 construcciones, redes de suministro hidráulico y eléctrico.

A lo anterior se sumaba el daño al medio ambiente, siendo este el siguiente: La emisión a la atmósfera de dióxido de azufre (SO2) donde se producían entre 6140 y 11 500 toneladas diarias; también la producción de gases tóxicos, como el ácido sulfúrico (H2SO4), ácido clorhídrico (HCl) y ácido fluorhídrico (HF). La temperatura del agua, al recibir la lava se elevó a más de 1000 0 C.

¿Qué decir de la población? Personas evacuadas con pérdidas totales de sus casas, negocios (pérdidas de 1.3 millones de kilogramos de frutas, cada semana), donde primaba la incertidumbre, el miedo, el desconocimiento total de lo que le depara el futuro.

Todo este ejemplo de desastre natural – término que hace referencia a las enormes pérdidas de materiales y vidas humanas ocasionadas por eventos o fenómenos naturales, como terremotos, inundaciones, tsunamis, deslizamientos de tierra, entre otros -, me hace pensar si la migración – problema actual donde se ven involucrados millones de personas en el mundo, no puede ser considerado ¿un desastre natural?

Para establecer un paralelismo, tratando de dar respuesta a la interrogante anterior, veamos la definición de migración“Desplazamiento de una población que se produce desde un lugar de origen a otro destino y lleva consigo un cambio de la residencia habitual en el caso de las personas o del hábitat en el caso de las especies de animales migratorios”.

Pasemos a su análisis comparativo: La lava del volcán fluye y provoca daños materiales y ambientales; la migración por su parte, se desplaza (como la lava) desde un lugar de origen a otro destino, pero ¿genera pérdidas humanas?

Tal vez la respuesta pudiera resultar elocuente y no necesariamente traída por “los pelos”, inclusive usted estimado lector, está en pleno juicio de discrepar o no en cuanto al “traslado comparativo” entre desastre natural y la conversión de la migración, como una nueva modalidad de desastre natural.

Los entornos son diferentes: La naturaleza en sí, entiéndase “Conjunto de las cosas que existen en el mundo o que se producen o modifican sin la intervención del ser humano”, que de eliminar lo subrayado, me confirma que son términos o definiciones diferentes, al no intervenir el ser humano, sí, en el caso de la migración.

Aunque un fenómeno conduce a otro – del natural al social -, que, en el caso de la migración, otros muchos son los factores que actúan como catalizadores, los cuales estaremos analizando en próximas ediciones y que nos afecta a todos.

  • [1] Inicio el inicio el 19 de septiembre del 2021
  • [2] El pasado 25 de diciembre, el Instituto Geográfico Nacional de España, dató el fin de la actividad eruptiva del volcán de Cumbre Vieja con fecha del 13 de diciembre, 85 días desde su erupción.

NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, no se hace responsable de las opiniones expresadas, y no promociona ningún producto, servicio, marca o empresa. Sugerimos a nuestros lectores conocer la identidad de la fuente o de su autor o autores, para tener mayores elementos de juicio y la pertinencia a su realidad educativa.


Autor:
Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba.
Experiencia laboral:
Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco.
Correo electrónico:
[email protected]
Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto

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