Builder.ia, la startup británica que prometía revolucionar el desarrollo de aplicaciones mediante inteligencia artificial, ha terminado convirtiéndose en un escándalo global. Lo que se presentó como una herramienta capaz de diseñar y programar aplicaciones de forma totalmente automatizada, resultó ser, en realidad, una operación masiva basada en trabajo humano.
Durante meses, Builder.ia captó la atención de medios, inversores y público en general. Su propuesta era tan atractiva como sencilla: el usuario sólo debía describir la aplicación que quería, y su supuesta IA —bautizada como Natasha— se encargaría del resto. «Tan fácil como pedir una pizza», afirmaban en sus campañas publicitarias. Esta narrativa sedujo tanto que la empresa llegó a estar valorada en más de 1.500 millones de dólares.
Sin embargo, la realidad era otra. Detrás de Natasha no había ningún algoritmo revolucionario, sino más de 700 ingenieros en la India trabajando manualmente en el desarrollo de las aplicaciones. Todo el proceso, que se vendía como automatizado, era en realidad realizado por estos programadores, cuyos esfuerzos eran presentados como si fueran el producto de una IA avanzada.
Pero la estafa no se limitaba a un engaño tecnológico. La compañía también falseó contratos, manipuló sus cuentas e infló el número de usuarios, todo con el objetivo de atraer inversiones millonarias. El fondo soberano de Qatar y gigantes como Microsoft cayeron en la trampa, este último invirtiendo más de 400 millones de dólares en el proyecto.
Este caso de Builder.ia ya es considerado por muchos como la primera gran estafa de la era de la inteligencia artificial. Sin embargo, no es el único fraude digital que ha salido a la luz recientemente. Casos como los esquemas de engaño en aplicaciones de citas en el sudeste asiático o las estafas de criptomonedas mediante IA —que en abril dejaron al menos 200 víctimas y pérdidas de 19 millones de dólares— muestran que los fraudes digitales están proliferando.
https://t.co/NBHJn6dVCd fue una de las startups más prometedoras del mundo tech: fundada en Londres en 2016, ofrecía crear apps con IA de forma rápida y accesible. Pero detrás del brillo de su narrativa de automatización total, empezaron a aparecer grietas. Lo que parecía otro… pic.twitter.com/QOLmdThkpP
— DEF (@defrevista) June 4, 2025
El creador de Builder.ia, Sachin Dev Duggal, llegó a recorrer numerosos medios y eventos promocionando su compañía sin que se levantaran mayores sospechas. Solo después de varios cambios en la dirección de la empresa y de una declaración oficial en mayo sobre sus graves problemas económicos, los medios comenzaron a investigar. «A pesar de los incansables esfuerzos de nuestro equipo actual, el negocio no ha logrado recuperarse de desafíos históricos y decisiones pasadas», reconocía la compañía en un comunicado.
Tras destaparse la verdad, las redes sociales se llenaron de videos donde periodistas y plataformas de todo el mundo le habían dado espacio acrítico al fundador y a su propuesta, sin cuestionar la viabilidad de un sistema que ahora sabemos nunca existió.
Este caso es un recordatorio brutal de los riesgos de dejarse llevar por las promesas de milagros tecnológicos sin un análisis riguroso. En el ecosistema de startups tecnológicas, donde alcanzar una valoración de «unicornio» (más de 1.000 millones de dólares) es símbolo de éxito, Builder.ia demuestra que no todo lo que reluce es oro. Como concluye irónicamente el artículo original, «IA» suena a rebuzno.
- Fuente: El País
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