Maestros al servicio de la educación

Bernabé Tierno: El enfado y el nerviosismo nos impiden ser razonables, mesurados, objetivos y pensar con claridad

“Si lográramos aprender el arte de mantenernos siempre ecuánimes, reduplicaríamos nuestra eficacia”. (O.S. Marden).
“Conserva la calma en las discusiones, porque el apasionamiento puede convertir el error en falta y la verdad en descortesía”. (Herbert)

Al referirme a las consecuencias perniciosas del enfado y de la pérdida del control sobre sí mismo no sólo resaltaré las desventajas de las reacciones emocionales desmedidas y los daños físicos y psíquicos que acarrean al individuo, sino que, indirectamente, iré configurando como actitud deseable y altamente beneficiosa la calma. Veamos ya esas ventajas de la pérdida del control y del enfado fácil.

  1. Incrementa nuestro sentimiento de frustración. Perder los nervios, gritarle a alguien, humillarle y hacerle sentirse mal consigo mismo puede proporcionarnos de manera momentánea la satisfacción de habernos descargado, de haberle cantado las cuarenta e incluso llegar a proporcionarnos cierta dulce venganza. Sin embargo, no tardaremos mucho en experimentar más pronto o más tarde una profunda decepción con nosotros mismos.
  2. Perder el control es un comportamiento absurdo. Por si misma, esta actitud empeora las cosas y no resuelve el problema, pues el enfado y el nerviosismo nos impiden ser razonables, mesurados, objetivos y pensar con claridad
  3. Se hace un flaco servicio a la salud mental y psíquica y no menos a la propia salud física. El espectáculo que ofrecen las personas que padecen de enfado crónico, pierden la calma y enrojecen de ira por cualquier nimiedad, es verdaderamente lamentable. Todo el sistema fisiológico interno lo sometemos a un sobreesfuerzo y lo mantenemos en constante estado de alerta, preparado para una emergencia. El proceso digestivo se vuelve muy lento y puede llegar a quedar interrumpido. Una persona fuera de si, colérica, furiosa y descontrolada, amargada, rencorosa, vengativa, enrojece de ira, transpira, tiembla y aumenta peligrosamente su presión sanguínea, el pulso se dispara en las pulsaciones y poco después pueden aparecer toda clase de perturbaciones del tracto digestivo: dolores de estómago, úlcera de duodeno, gastritis, diarreas, indigestiones, etcétera.

En lo que se refiere a la salud mental y psíquica, el autocontrol y la calma son factores determinantes.

  1. La pérdida del control y el enfado son emociones muy contagiosas, conductas que aprenden fácilmente los hijos de sus padres. Por eso, pocas cosas hacen más daño al niño que la intemperancia y el descontrol frecuente de sus progenitores. Se impone la calma como ejemplo.
  2. La principal causa de separaciones y divorcios es la intemperancia, el descontrol y la falta de respeto mutuo, de celos, llegar tarde a casa…
  3. Los comportamientos humanos más detestables y perversos se deben a la pérdida del control sobre sí mismo y al enfado, que se traducen fácilmente en conductas violentas en sujetos frustrados: malos tratos a los niños, violaciones, robos, falsos testimonios, calumnias graves…

Una de las más absurdas debilidades humanas es pegar e insultar a los hijos, mientras les gritamos con rostro iracundo y desencajado frases humillantes y que lesionan su autoestima, como: «Eres un inútil», “me avergüenzo de ti”, o “jamás llegarás a nada en la vida”, etcétera. Al obrar así, no sólo les causamos un grave daño psicológico, sino que les enseñamos a que sigan nuestro ejemplo con sus hermanos menores y otros niños, ahora, y con sus propios hijos, cuando sean adultos.

¡VUÉLVETE INQUEBRANTABLE! (08´ 53”)

LA PACIENCIA, HERMANADA CON LA REFLEXIÓN Y LA CALMA

“La calma es la característica de la fuerza; así también las causas que tienen un peso mayor puede que sean las mas silenciosas”. (Carlyle)

La paciencia es virtud, valor y ciencia que da sentido y coherencia a los actos humanos y hace posible el sentido común y la reflexión pausada.

La paciencia es la virtud de los verdaderamente fuertes y creadores; como la calma, ahorra crispaciones y tensiones, minimiza los problemas, permite que la vida avance y crea un ambiente de paz y equilibrio entre las personas y, como afirma O. S. Manden, «la paciencia es el motor de la naturaleza».

La paciencia, hermanada con la reflexión y la calma, es la cualidad más relevante en esas personas singulares cuya sola presencia transmite oleadas de tranquilidad, fuerza, serenidad, paz y sosiego al cuerpo y al espíritu. Se trata de seres privilegiados que ya superaron la etapa de las tensiones, crispaciones, intemperancias y desasosiegos a que les condujo el frenesí de la acción, el vértigo y la prisa, y ahora tratan de ver como humildes discípulos la ciencia sublime de la paz del espíritu. Por la vía de la serena reflexión acceden a la inteligencia práctica, a la coherencia y a la sabiduría de haber decidido elegir para sí la paciente entereza, la mansedumbre, el silencio respetuoso y reflexivo y las actitudes acogedoras, cálidas y llenas de optimismo y esperanza

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La calma paciente y reflexiva se traduce en amor y generosidad, pues, desde su claridad y quietud, todo lo comprende y explica. La calma irradia concordia, calor humano, ternura y serenidad; es el coraje, la fuerza callada y la fortaleza de no pocas personas sencillas que, quienes todavía viven en la etapa del descontrol y la intemperancia, tienen por débiles. La calma educa por sí misma y fortalece el carácter del educando más que cualquier otro ejemplo.

LA TENSIÓN, EL GRAN ENEMIGO DE LA CALMA

“Cuando un hombre está irritado, sus razones le abandonan”. (Libro de Los Proverbios)

Tanto si salimos a la calle como si nos quedamos en el propio hogar; nos será fácil comprobar que por cosas insignificantes, completamente triviales e intrascendentes, se montan espectáculos lamentables, y es que todos nos encontramos cada vez más tensos y crispados.

El sentido de la medida y de la ponderación parece haber perdido actualidad, y los malos modos y los nervios a flor de piel, por desgracia, son la tónica.

Vive en tensión quien trata afanosamente de atesorar riquezas, poder y honores y quien no se acepta a sí mismo ni es capaz de aceptar las críticas.

Vive en tensión el orgulloso y el soberbio, el que se cree propietario de la verdad y de la razón y no admite ni asume sus debilidades y limitaciones.

Vive en tensión quien quiere ser siempre el primero, el número uno a costa de lo que sea, y encuentra constantemente a su paso rivalidad y competitividad.

Vive en tensión aquel que se afana desesperadamente por sobresalir y cuyo programa de vida no tiene otro objetivo que el encumbramiento personal.

Vive en tensión quien está constantemente pendiente del qué dirán, de los juicios de los demás, de los acontecimientos del pasado y de la inseguridad del futuro.

Por todas estas razones, la tensión que nos domina y esclaviza nos impide disfrutar plenamente de la maravillosa condición de ser cada cual irrepetible y único, dejando que aparezca lo más bello, hermoso y digno de nuestra personalidad. Por eso solo vive en calma el hombre dueño de sí mismo, respetuoso y sereno, que sabe esperar y acepta los dolores y contratiempos de manera responsable y paciente, sin hacer de todo un drama, sin lamentarse constantemente.

Vive en calma quien controla sus actos y no se inquieta por limitaciones o carencias y sabe convertir su vida en una alegre y gozosa experiencia.

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LA ARMONÍA Y EL TEMPLE DE ANIMO, FUNDAMENTOS DE LA EFICACIA

“¡Quién pudiera mantener la calma en todas las contingencias de la vida! Afrontar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los desaires con el estoicismo de los árboles y de los animales”.  (W. Witman)

Nuestra mente jamás está inactiva, constantemente emite pensamientos y mensajes de equilibrio y de calma o de inquietudes y desasosiego, de armonía o de discordia, de fuerza y de esperanza o de flaqueza y desesperación. Por eso es primordial la unidad del ser en armonía y paz con los demás seres de la creación. La mente, equilibrada por la armonía, la paz del espíritu y el temple del ánimo, unifica todas las energías y las potencia al máximo para encauzarlas en la acción, las tormentas, garantizando la eficacia. Sin embargo, la mente vacilante, zarandeada por tensiones, descontroles y enfados, dispersa inútilmente sus energías, se debilita ante la propia desorientación y la duda y es incapaz de coordinar sus fuerzas. Como resultado, la ineficacia está servida.

Hemos de templar y equilibrar cada día nuestro ánimo, conectándolo a la calma y la serenidad de espíritu que dimanan tanto del propio equilibrio interior como de la eterna armonía del Universo y de todos los seres con quienes estamos hermanados. Antes de empezar la jornada, hemos de barrer de nuestra mente cualquier residuo de odio, tensión y resentimiento y unificar todas las energías del cerebro, del cuerpo y del espíritu en una actitud clara de paz, de calma y de simpatía hacia las personas y las cosas.

SEAMOS EJEMPLOS VIVOS DE SERENIDAD, ÁNIMO EQUILIBRADO Y CALMA

“La paz interior es la luz que viste a las personas”. (R. Ramis Alonso)

“Conserva la calma en las discusiones, porque el apasionamiento puede convertir el error en falta y la verdad en descortesía”. (Herbert)

Todos hemos de colaborar con nuestra conducta y ejemplo a crear y mantener la armonía y la calma en nuestro derredor. Hemos de proponernos con firme resolución no perder la serenidad ni dejarnos arrastrar por la destemplanza por azarosas que sean las circunstancias, sobreponernos y mantenernos en equilibrio a toda costa. Para equilibrar y orientar la propia vida hay que lograr la perfecta ponderación de nuestras facultades, concentrando en lo más intimo de nuestro ser toda la energía psíquica que genera sin cesar la calma paciente y reflexiva. Pero, para remontarse hasta esas altas cumbres de la serenidad y de la pureza mental, no hay otro camino que el de la sincera reflexión y el profundo conocimiento de nosotros mismos.

Tengamos bien presente que cada vez que respondemos a las tensiones, enfados y contratiempos con ecuanimidad, ponderación y calma, no sólo generamos una gran riqueza interior que nos inunda de paz y equilibra todo nuestro ser —siendo nosotros mismos los primeros beneficiados— sino que, al propio tiempo, estamos creando un campo magnético positivo de armonía en nuestro entorno que se va expandiendo por oleadas contagiosas de fuerza y serenidad que llegan a todos los demás seres de la creación. La paz, la ponderación y la calma que tú vives y generas en tu interior se difunden por doquier, se convierten en un bien, en un valor social del que se beneficiarán todos los demás.

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Todos hemos de colaborar con nuestra actitud a sembrar la ponderación y la calma por dondequiera que vayamos, pero sobre todo hemos de proponernos hacer la paz en nuestro interior para que en nuestro semblante se refleje la calma que contagie a los demás. Sabiamente lo expresa el proverbio ruso que dice: «Si cada uno barriera delante de su puerta, ¡qué limpia estaría la ciudad!»

Buena parte de los sinsabores, melancolías y sufrimientos nos los proporcionamos cada día a nosotros mismos, magnificando lo negativo de cuanto sucede. En nuestras manos está labrar nuestra felicidad o nuestra desgracia, según que carguemos las baterías de nuestro cerebro con pensamientos positivos o negativos.

Hemos de aprender desde la cuna a “mirar el lado bueno de las cosas, y nunca el malo”, como afirma Baden-Powell. No abriremos de par en par las puertas del corazón y de la mente a la calma, a la serenidad de espíritu y a la felicidad hasta que no hayamos convertido en actitud el pensar de forma positiva, el descubrir el lado bueno de las personas y de las cosas y el disfrutar el tesoro incomparable de vivir con plenitud cada instante de nuestro presente cotidiano.

La calma, el equilibrio y la serenidad del espíritu proporcionan paz y la reparten por doquier, porque contribuyen de forma directa a facilitar que estemos predispuestos a ver el lado bueno, positivo y alentador en todas las cosas y circunstancias.

Pero nadie piense que intentar ver siempre las cosas desde su punto de vista más positivo y alentador es una actitud propia de ingenuos, desaprensivos o bobos; muy al contrario, pues sólo quien goza de gran equilibrio mental y psíquico y posee una inteligencia notable es capaz de enfrentarse al dolor, al sufrimiento, a los contratiempos y dificultades desde una postura coherente que permita relativizar las cosas, mantener un talante de cordialidad y seguir creyendo en la bondad de las personas.

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CRITERIOS PARA EL AUTOCONTROL 

“Un mal genio ingobernado gobierna al hombre entero”. (Anthony Shafytersbury)

El primer paso para el control de ti mismo es la auto-observación. Contémplate a ti mismo cuando estás airado, desafiante y violento y con los nervios crispados. Registra diariamente en un gráfico el comportamiento descontrolado, no deseado, según estos criterios:

  1. Momento en que ocurre (día, hora, lugar, etcétera).
  2. Circunstancias que lo provocan.
  3. Intensidad y duración de La conducta descontrolada.
  4. Actividad que se realizaba cuando se perdió la calma.
  5. Consecuencias directas que siguieron a la pérdida del control de ti mismo.

Cada pequeño logro, cada paso desde el descontrol y la crispación hasta comportamientos más equilibrados, tranquilos y calmados, debes recompensarlo con la autofelicitación inmediata, calurosa y entusiasta. La calma no tardará en aparecer como conducta gratificante y deseada que se impone y manda sobre las reacciones violentas, el descontrol y la destemplanza.

Sólo las personas maduras, dotadas de un gran temple y de fina responsabilidad, son capaces de mantenerse en calma y responder a las ofensas con buenas palabras. Superan las crispaciones y controlan la situación, sabiendo que la verdad siempre termina por abrirse camino y se basta y se sobra con su propia fuerza, la fuerza inconmovible de la serenidad.

SE IMPONE LA CALMA COMO ACTITUD

Parece ser que el estrés, el nerviosismo, la prisa, la destemplanza y las actitudes violentas disminuyen de forma considerable las defensas del organismo contra las enfermedades de todo tipo. Incluso, cada vez son más los investigadores que se aventuran a afirmar que el pesimismo, la desesperanza crónica y la depresión están relacionados con esa temible enfermedad que es el cáncer.

Por mi parte, puedo afirmar, después de haber conocido hasta el momento, a través de diversos consultorios psicológicos en medios de comunicación y en mi consulta particular, unos quince mil casos de personas con graves problemas psicológicos, afectivos, de personalidad, de convivencia, etcétera, que no hay nada que conduzca de manera más directa y segura a la propia ruina física, psicológica y moral que el perder el control sobre sí mismo. La paz del espíritu, la actitud mental positiva, la serenidad y la calma son la fuente viva de la salud física, mental y psíquica.

No podemos “pasar por el bosque y sólo ver leña para el fuego”, como dice un proverbio ruso. Presos de la crispación, la destemplanza y la ira, sólo veremos en los demás enemigos dispuestos a ofendernos y agraviarnos. Por eso es de sabios aprender a pensar siempre de forma positiva y esperanzada, a ver el lado bueno de las personas y de las cosas, a abordar cualquier situación desde la serenidad y la calma…

La unidad material y el equilibrio físico que rigen el Universo nos reafirman y confirman en la unidad espiritual y en el necesario equilibrio de la mente y del espíritu de los seres humanos entre sí y, sobre todo, del equilibrio y de la unidad interior de cada cual consigo mismo.

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SUGERENCIAS PARA MANTENER LA CALMA Y EVITAR EL ESTRÉS

“El hombre que no tiene paciencia es como una lámpara sin aceite”. (Andrés Segovia).

  • Define claramente las actividades ineludibles de cada semana, especificando cuándo, cómo y cuánto tiempo te ocuparán.
  • Recuerda que tú eres más importante que cualquier cosa, e incluso que cualquier otra persona. Las cosas están a tu servicio, no tú al servicio de las cosas. No permitas que lo exterior a tí malogre tu equilibrio interior.
  • Jamás fuerces la máquina del cuerpo, ni la máquina mental. Una persona relajada, descansada y serena siempre está cerca de la salud y de la felicidad.
  • Todo el que trate de ofenderte, culpabilizarte y hacerte sentir mal contigo mismo de manera habitual, no merece ni tu amistad, ni un minuto de tu tiempo. Sé inteligente y práctico e ignórale.
  • El diálogo sereno es un buen equilibrador psicológico. Deja tiempo libre cada día para conversar con tus familiares y amigos, plácidamente, sin prisas.
  • Si te observas a ti mismo nervioso, con el gesto descompuesto, agresivo, intolerante e insultante, es seguro que tienes miedo, te sientes inseguro y estás pidiendo ayuda, porque la verdadera seguridad y calma está en la comprensión, la dulzura, la tolerancia y los buenos modales.
  • El ejercicio físico adaptado a tu edad y el contacto con la naturaleza te ayudarán a liberar la ansiedad y las tensiones. Practica un deporte que te agrade.
  • La generosidad produce equilibrio y tranquilidad. Haz algo por alguien cada día y aumentará tu paz y serenidad.
  • Perdónate cada día por haber tenido equivocaciones y fallos. El hombre incrementa su paz interior y se equilibra en la medida en que se acepta a sí mismo y tiene paciencia con sus debilidades y miserias y con las de los demás.
  • Siempre hay un lado alegre y hasta divertido en las peores situaciones. Saber descubrir ese lado es la clave para la felicidad y la alegría de vivir en paz consigo mismo y con los otros.

Por motivos únicamente educativos y de formación permanente compartimos esta publicación. En las redes puede Usted encontrar enlaces que ofrecen descargas PDF (gratuitas) de esta obra del profesor Tierno. Nuestra Fuente es:  VALORES HUMANOS (pág. 82 -87).

Dejamos constancia, que nos hemos permitido intercalar enlaces relevantes y un video relacionado, así como indicar que las letras en negritas y cursivas, son nuestras. Con este recurso deseamos escuchar al profesor Tierno, y sobre todo reflexionar con quien nos sugiere que “una lectura sosegada que facilite tu aprendizaje hacia el equilibrio psicofísico y hacia una profunda paz interior, de la que te sentirás cada vez más pleno, a medida que te adentres en sus páginas. Toda la obra pretende ayudarte a saber vivir y a ser feliz”.

Esta publicación pertenece a la SERIE SOBRE LOS VALORES, LA EDUCACION Y LA DOCENCIA

“Mentalízate: en tu vida no existen los errores, ni los fallos ni las equivocaciones. Todo lo que has hecho tiene un sentido, aunque en ese momento te haya dolido o avergonzado. Gracias a esos errores maduraste y te formaste a ti mismo”.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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