“Saquen una hoja”: por el uso de la IA, cada vez más docentes vuelven al examen escrito

Volver al examen escrito revela una preocupación docente: garantizar que los estudiantes piensen y escriban por sí mismos, sin IA.

La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en las aulas con fuerza, obligando a repensar prácticas pedagógicas que parecían consolidadas. En un artículo publicado por Infobae, el periodista Alfredo Dillon expone cómo el uso creciente de herramientas como ChatGPT está llevando a numerosos docentes, tanto en secundaria como en el nivel universitario, a retomar el examen escrito tradicional como forma de evaluación. El fenómeno no es menor: el regreso del clásico “saquen una hoja” revela tensiones, desafíos y nuevas búsquedas en torno al sentido mismo de la enseñanza y el aprendizaje.

El regreso del examen escrito

El aumento de trabajos prácticos generados por inteligencia artificial ha encendido las alarmas en las comunidades docentes. Profesores de diferentes niveles educativos reconocen que reciben tareas, ensayos y parciales que no fueron elaborados por los estudiantes, sino por herramientas como ChatGPT. Frente a esta realidad, algunos educadores han decidido regresar a lo básico: el examen presencial, escrito a mano, sin conexión a internet ni asistencia de dispositivos.

Esta modalidad les permite a los docentes garantizar que el estudiante ponga en juego sus propios saberes. A diferencia de tecnologías anteriores —como la calculadora o el buscador de Google—, la IA no solo ayuda, sino que reemplaza el acto de escribir. Y escribir, como bien señala la revista Nature, es pensar.

A: BLANCA ALDANONDO F: 07/06/2022 P: L: TUDELA T: EXAMENES DE LA EVAU EN EL CAMPUS DE LA UPNA DE TUDELA

El dilema de evaluar con y sin IA

Pero no todos coinciden con esta vuelta al pasado. Para muchos especialistas, el examen escrito representa una situación artificial que poco tiene que ver con los contextos reales donde los estudiantes vivirán y trabajarán. ¿De qué sirve escribir a mano durante dos horas si en el mundo laboral la IA estará al alcance de un clic?

Anabella Díaz, docente y formadora de futuros profesores, vivió esta tensión en carne propia. Tras constatar que la mayoría de sus alumnos había entregado respuestas generadas por IA, decidió complementar la tarea con una defensa oral. Sin embargo, reconoce que esta alternativa no siempre es viable por la sobrecarga laboral del profesorado y la falta de recursos institucionales.

Desigualdad en el uso de la IA

Un problema profundo emerge con claridad: no todos los estudiantes están preparados para hacer un uso consciente y constructivo de la IA. Algunos entregan textos impecables gracias a estas herramientas, pero muestran grandes deficiencias cuando deben escribir por sí mismos. Entonces, ¿es justo calificar con 10 a quien presenta un texto perfecto hecho por una máquina y con 7 a quien cometió errores pero hizo el esfuerzo?

Díaz reflexiona que “la discusión sobre el uso ‘bueno’ o ‘malo’ de la IA no tiene sentido si el alumno aún no sabe leer y escribir con fluidez”. Usar IA sin haber desarrollado esas habilidades básicas equivale a saltarse una etapa fundamental del aprendizaje.

Estrategias mixtas de evaluación

Docentes como Jimena Venturelli, profesora de Historia en Córdoba, y Pablo Valle, docente universitario en la UBA y UNDAV, optan por estrategias mixtas. Alternan entre trabajos domiciliarios, exámenes presenciales y defensas orales, en un intento de equilibrar lo tradicional con lo actual.

Valle señala que esta combinación permite adaptarse a distintos niveles de compromiso y capacidades del estudiantado. La evaluación escrita, aunque imperfecta, sigue siendo útil para observar procesos cognitivos genuinos, siempre y cuando se use con criterio pedagógico.

Una discusión que trasciende fronteras

Aunque en Argentina no hay estadísticas oficiales sobre el uso engañoso de la IA en evaluaciones, otros países ya están investigando el fenómeno. En el Reino Unido, por ejemplo, se triplicaron los casos de uso indebido de IA en universidades respecto al ciclo lectivo anterior. Las herramientas de detección aún no son fiables, lo que dificulta su identificación.

Como respuesta, algunas plataformas de IA están introduciendo modos de uso más educativos, como el reciente “Estudia y aprende” de ChatGPT, que propone una interacción basada en preguntas guiadas en lugar de respuestas directas.

¿Qué hacer entonces con la evaluación?

Para Mariana Maggio, especialista en tecnología educativa, insistir en formatos evaluativos del pasado implica el riesgo de caer en un “artificio del artificio”. En lugar de eso, propone diseñar actividades que promuevan la creación de conocimiento original, el trabajo colaborativo y el diálogo entre estudiantes, docentes y herramientas de IA.

Mariana Ferrarelli, de la Universidad de San Andrés, también recomienda un enfoque de “doble carril”: combinar momentos de evaluación desconectada (para verificar habilidades básicas) con otros que asuman abiertamente el uso de IA como parte del proceso formativo.

Rediseñar las consignas es clave

Para muchas especialistas, el verdadero desafío no está en prohibir o permitir la IA, sino en rediseñar las consignas de evaluación. Carina Lion, coautora del libro Experimentar con IA, señala que el problema no es el uso de herramientas digitales, sino el tipo de aprendizaje que se pretende evaluar. Apostar únicamente por formatos tradicionales puede limitar el desarrollo de competencias como la creatividad, la transferencia o la formulación de hipótesis.

Roxana Morduchowicz, autora de Educar en la era de la inteligencia artificial, subraya que los docentes deben exigir no solo la entrega de información, sino también su análisis, argumentación y uso contextualizado. La evaluación debería medir la capacidad del estudiante de procesar críticamente lo que le ofrece la IA.

Evaluar el proceso, no solo el resultado

Paola Dellepiane, investigadora de la UCA, insiste en la necesidad de evaluar también el proceso: los prompts utilizados, la reflexión metacognitiva, la ética y la autoría. Usar IA de forma crítica implica saber cuándo y cómo usarla, evaluar sus límites y pensar más allá de sus respuestas.

Para Dellepiane, más que volver al pasado, hay que mirar hacia adelante: no se trata de evitar la IA, sino de enseñar a usarla con criterio. La educación debe preparar a los estudiantes para una realidad donde convivirán con estas herramientas, y la evaluación debe evolucionar en la misma dirección.

Conclusión: entre la hoja y el algoritmo

El uso de la inteligencia artificial en las aulas plantea un dilema profundo: ¿cómo garantizar aprendizajes significativos en un contexto donde pensar parece delegable? Volver al examen escrito puede ser una respuesta temporal, pero no es la única ni necesariamente la más efectiva.

Como bien concluye Anabella Díaz, estamos ante un fenómeno que revela una “delegación cognitiva” preocupante. Usar IA para salir del paso es síntoma de una falta de herramientas cognitivas que debe ser abordada desde la educación. La respuesta no está en prohibir ni en rendirse, sino en formar a los estudiantes para pensar, con o sin IA.

Redacción | Web del Maestro CMF


Add a Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Manténgase informado sobre los hechos clave del mundo educativo.

Al presionar el botón Suscribirse, confirma que ha leído y acepta nuestra Política de privacidad




Se desactivó la función de seleccionar y copiar en esta página.