El bienestar del profesorado ya no es solo una preocupación pedagógica: es una emergencia social. La más reciente edición del Informe TALIS 2024, elaborada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y publicada en 2025, confirma con cifras lo que los docentes llevan años denunciando. Según el estudio, el 54 % de los docentes españoles declara sentir “bastante o mucho estrés” al corregir y calificar el trabajo de los estudiantes, porcentaje que supera ampliamente el promedio de la OCDE (40 %) y de la Unión Europea (43 %).
A ello se suma que el 64 % del profesorado de secundaria en España se siente abrumado por las tareas administrativas, también por encima de la media internacional. Incluso la preparación de clases provoca estrés en cuatro de cada diez docentes, frente al 33 % de la OCDE. Estos datos reflejan una tendencia que trasciende fronteras: la docencia se ha convertido en una profesión con una carga emocional y burocrática cada vez más difícil de sostener.
Del ideal vocacional a la precariedad estructural
Durante años, la narrativa dominante ha insistido en que la vocación basta para compensar las dificultades. Sin embargo, los resultados de TALIS demuestran que el malestar docente no es un problema de actitud, sino de condiciones laborales. La falta de recursos, los altos ratios de alumnos, la excesiva burocracia y la inestabilidad contractual son factores objetivos que deterioran el bienestar emocional de los maestros.
El psicólogo Edgar Cabanas, coautor de Happycracia, advierte que la llamada “industria de la felicidad” ha trasladado la responsabilidad del malestar al individuo, promoviendo la idea de que todo puede resolverse con una sonrisa o una dosis extra de entusiasmo. En educación, esto se traduce en mensajes como “si amas lo que haces, nada te pesa”. Pero los datos del TALIS desmienten esa romantización: los maestros aman su trabajo, pero lo viven bajo un estrés estructural que excede la voluntad personal.
La presión del ascensor social
El politólogo Pablo Simón ha recordado que la educación pública se ha convertido en el principal instrumento para “subir o bajar de clase”, lo que carga sobre los docentes una responsabilidad desproporcionada. Cuando se espera que la escuela compense todas las desigualdades sociales, se genera una frustración inevitable: el sistema exige resultados milagrosos sin ofrecer los medios necesarios.
El aula se ha transformado en un espacio donde el compromiso personal se confunde con la renuncia al bienestar. Los maestros planifican, corrigen, atienden conflictos, gestionan informes y actualizan plataformas digitales, muchas veces fuera del horario laboral y sin reconocimiento. Tal como señala el catedrático Francesc Imbernon, es momento de pasar del modelo del “maestro entregado” al del “maestro comunitario”, que coopera, comparte y se forma en equipo, sin tener que sacrificar su salud para demostrar vocación.
La burocracia como enemigo silencioso
El informe TALIS 2024 revela que una de las mayores fuentes de estrés para el profesorado español es el tiempo invertido en tareas administrativas y burocráticas. La digitalización, que prometía simplificar procesos, ha multiplicado formularios, evaluaciones y plataformas. El docente, que debería dedicar la mayor parte de su tiempo al acompañamiento pedagógico, termina atrapado en una red de papeleo que poco aporta al aprendizaje.
Este exceso de control y medición ha deshumanizado parte de la tarea educativa. La enseñanza, antes entendida como un acto de encuentro y construcción conjunta, se ha convertido para muchos en una carrera contra el reloj. Tal como advierte la OCDE, “la sobrecarga administrativa reduce el tiempo disponible para la enseñanza y la reflexión pedagógica”, dos pilares esenciales de la calidad educativa.
Cuidar al que cuida
El bienestar docente no es una cuestión secundaria ni una moda emocional. Es una condición indispensable para garantizar la calidad educativa. Numerosos estudios internacionales coinciden en que el estrés crónico disminuye la motivación, afecta la salud mental y eleva la rotación del profesorado. Sin estabilidad emocional y física, no hay innovación posible.
La evidencia científica muestra que los sistemas educativos más exitosos del mundo —como Finlandia o Corea del Sur— han entendido que el bienestar del profesorado es política pública, no responsabilidad individual. Cuidar al docente es cuidar al alumno, y cuidar al alumno es invertir en el futuro del país.
La vocación no basta, hacen falta condiciones
El Informe TALIS 2024 no deja lugar a dudas: el profesorado español vive bajo una presión superior a la media internacional. Las cifras confirman lo que durante años se ha minimizado con discursos de resiliencia forzada. El problema no es la falta de vocación, sino un sistema que exige más de lo que ofrece.
El bienestar docente debe ser una prioridad nacional, no un tema decorativo en los planes educativos. Las políticas de formación, evaluación y gestión deben pasar del control al acompañamiento; del sacrificio al equilibrio; del aislamiento al trabajo en comunidad.
Porque sin bienestar docente, no hay educación de calidad. Y sin educación de calidad, no hay futuro que merezca ser enseñado.
Fuentes
- Organisation for Economic Co‑operation and Development (OCDE). Teaching and Learning International Survey (TALIS) 2024 – Conceptual Framework. París: OECD Publishing, 2025. gpseducation.oecd.org+3OECD+3Regulations.gov+3
- OECD. Teachers’ Well-being – Framework and Indicators. París: OECD, 2025. OECD
- OECD. Unravelling the layers of teachers’ work-related stress. Teaching & Learning Brief no. 46. Noviembre 2023. OECD+1
- OECD Education GPS. Perfil país: España – “Teachers and teaching conditions, primary & secondary” (incluye datos TALIS 2024). gpseducation.oecd.org+1
- Artículo de prensa: Albano de Alonso Paz. «El bienestar de los profesores como urgencia nacional». El País, 31 octubre 2025. elpais.com
Redacción | Web del Maestro CMF
