Maestros al servicio de la educación

Jorge Bucay

Jorge Bucay: «Maestro» tiene la misma raíz que «mostrar». Maestro es el que muestra

El médico, psicodramaturgo, terapeuta gestáltico y escritor argentino Jorge Bucay (1949), Graduado como médico en 1973 por la Universidad de Buenos Aires (Argentina), se especializó en enfermedades mentales en California (USA.) y Buenos Aires (Argentina) y amplió su formación con cursos, seminarios y congresos en Argentina, Estados Unidos, España e Italia convirtiéndolo en terapeuta gestáltico.

En la actualidad, este referente en el mundo de la psicología de autoayuda, ofreciendo herramientas a las personas para que puedan sanarse a sí mismas, como este pensamiento: “Me permito buscar lo que considero que necesito del mundo, y no esperar que alguien me dé el permiso de obtenerlo”.

El también psiquiatra y psicoterapeuta Demián Bucay (1977) hijo de Jorge Bucay (1977), es uno de los pioneros de atender consultas a Online. Es autor de los libros “Mirar de nuevo”, “Manual para estar en pareja e Infidelidad”, “El secreto de la flor que volaba”, y coautor, junto con su padre, del libro “De padres e hijos (independent Publishers Book Award 2020). Su canal de You Tube, cuenta con más de 1.000.000 de seguidores. Colabora habitualmente en medios gráficos, de radio y televisivos y es columnista estable del programa televisivo argentino Sin Dolor.

Maestro es el que enseña, pero maestro no es el que dice como son las cosas.

Gracias a la publicación Aprendemos Juntos 2030 del BBVA y El País (España), compartimos con fines únicamente educativos y de formación permanente, partes del diálogo entre padre e hijo, quienes reflexionan sobre la educación, la relación entre padres e hijos y el sentido de la paternidad, por algo más de una hora, así como “los vínculos paternofiliales desde la reflexión, el humor y la psiquiatría, y ofrecen una serie de consejos prácticos para construir el tipo de relación que todo padre o madre desea establecer con sus hijos”, y que posiblemente pueda ser un buen recurso para nuestras reuniones con los padres de familia.

Esperamos que esta publicación sea de utilidad teórica y práctica, pues bien sabemos que la Psicología nos ayuda a entender cómo aprendemos en cada una de las etapas de desarrollo, y es una gran herramienta para identificar y actuar ante diferentes dificultades, problemas o trastornos de aprendizaje, tan escaso en algunos programas de formación inicial docente. Además, nos orienta para detectar y destacar las capacidades que posee cada estudiante y sea partícipe activo en su proceso cognitivo. La Psicología nos orienta en nuestro rol de facilitadores y guías, salvo mejor opinión, tanto en el ámbito educativo como social. Cf El impacto de la psicología en el ámbito educativo

En esta publicación compartimos los enlaces del video completo y dos momentos destacado, así como partes del diálogo, que recomendamos leer íntegramente en el enlace que indicamos al final del artículo. Es nuestro propósito que esta publicación sea una invitación a seguir entusiasmados en nuestra formación permanente, conociendo los aportes y la experiencia de especialistas cercanos al mundo educativo. Hacemos presente que las letras en negritas y cursivas son nuestras, y los corchetes indican partes de la fuente no compartidas.

Tu mundo se divide entre tus dos pasiones: tu profesión y tu familia. Y solamente por una de ellas eres capaz de dejar la otra

Un cuento para recordar de dónde venimos (MOMENTO DESTACADO 06´ 01”)

JORGE BUCAY: “[…] yo encuentro mucha relación entre el trabajo de terapeuta y el trabajo de maestro. Para mí, la terapia tiene mucho de docencia. No está enfocado, como la docencia, a una verdad que hay que mostrar, pero sí está enfocado desde el lugar de lo que significa la palabra «maestro». «Maestro» tiene la misma raíz que «mostrar». Maestro es el que muestra. Maestro es el que enseña, pero maestro no es el que dice como son las cosas. […] Ser taxista fue una escuela de vida impresionante. Ser payaso en un circo y vivir en un circo fue una escuela de vida tan importante como la que fue vivir en mi casa con mis padres. Fue una experiencia muy, muy… Que tallaron muchas cosas de mi identidad y de mi personalidad y que me permitieron abrir un montón de cosas, tantas como para poder comprender lo que le pasa al otro, poder empatizar con lo que le pasa al otro y como para poder señalar un camino. […] Pero indudablemente lo que más me hizo a mí aprender a ser terapeuta es haber tenido pacientes. Mis pacientes me han enseñado casi todo lo que yo sé”.

No hay una vida adulta sin dejar atrás a los padres. ¿Y quién te va a enseñar eso sino tu padre?

DEMIÁN BUCAY: “¿Crees que haber pasado por todos esos lugares tiene algo que ver con tu facilidad para transmitir?”

JORGE BUCAY: “Seguro. La gente habla mucho del talento para hacer las cosas y yo digo que el talento es… Mi definición de talento, lo que uno ha hecho con las virtudes que ha ligado en el reparto azaroso de habilidades. Es decir, que yo no creo que se nazca con talento, se nace con una habilidad y si uno de alguna manera trabaja esa habilidad, se puede volver un talento. […]. A mí me parece que eso es así […] Exageradamente como son las pasiones, porque las pasiones no son emociones y nada más. No son inclinaciones, no son deseos, no son tentaciones.Las pasiones son estas emociones que condicionan tu conducta, que señalan tu modo de actuar y de vivir, […] tu mundo se divide entre tus dos pasiones, que son tu profesión y tu familia. Y solamente por una de ellas sos capaz de dejar la otra. […] Yo te hablaba de las dos caras de la moneda, que tiene ventajas y desventajas. […]”.

DEMIÁN BUCAY: “Seguro que al final aprendí a ver las ventajas, que creo que han sido muchas más que las desventajas. […]. [En una de tus conferencias] una de las personas de la producción, sin saber que yo era tu hijo, se me acercó y me dijo si quería hacerle alguna pregunta al doctor. Y yo dije: «Sí, sí, yo quiero hacerle una pregunta al «doctor». Quiero preguntarle si se aplica en su casa todas esas cosas tan bonitas que dice en sus libros».

JORGE BUCAY: “[…] te diría que lo intento». Y yo supe en ese momento que esa era la verdad. La más profunda verdad. Que lo intentaba. Y yo pensé: «¿Qué más se puede pedir?». Y es lo que pienso ahora. La tarea de padres es imposible. Es muy, muy, muy difícil. Ser padres y madres… La tarea de criar a una persona para salir al mundo es bien difícil. […] tenés que tener a alguien para que haga cosas sin que tu estés. De eso se trata la educación realmente.

DEMIÁN BUCAY: “[…] Fundamental en cómo entendemos la tarea de padres y madres que educamos a alguien para que pueda abandonarnos y para que quiera abandonarnos. Si alguna de esas dos cosas no sucede, es que no hemos hecho la tarea muy bien y creo que no es fácil tener siempre eso en vista, ¿no?

No hay nada que te haga feliz. Tú eres feliz o no eres feliz. Nadie tiene ese poder y no deja de estar bien que no lo tenga.

JORGE BUCAY: ”[…] esta es una parte que a los padres se nos olvida. Que es que nosotros somos, como padres, responsables de que ellos quieran abandonarnos, que no hay una vida adulta sin dejar atrás a los padres. ¿Y quién te va a enseñar eso sino tu padre? Pero bueno, el problema está que como los padres siempre creemos que sabemos más que los hijos, qué es mejor para ellos y a veces es cierto, a veces no… Entonces caemos en errores graves. […]”.

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DEMIÁN BUCAY: “Me parece que, a veces, en la paternidad y la maternidad, creemos, me parece, que como padres y madres creemos que lo que tenemos que conseguir es que nuestros hijos nos hagan caso. Si tu hijo te hace caso, eres un buen padre, una buena madre, te quedas tranquilo. Si tu hijo, tu hija, no te hace caso, entonces has fracasado como padre y como madre. Y me parece que tanto es así que, cuando nos enfrentamos con esa situación, prácticamente nos volvemos locos. Cuando nuestros hijos no nos hacen caso, somos capaces de cualquier cosa. De gritar, de imponer castigos absurdos, de poner penitencias, de llegar al borde de la violencia o a veces incluso traspasar ese borde. […] Bueno, yo estoy seguro de que lo único que puede hacer que un padre o una madre te marque con los ojos es el miedo. Entonces me parece que no se trata de conseguir eso. Así que por ahí tenemos que hacer la pregunta más grande que es: ¿Y de qué se trata?

JORGE BUCAY: “[…] esta confusión es tan grave, tan grave que ha violado el significado de nuestro lenguaje haciendo creer que miedo y respeto son la misma cosa. Lo cual es una barbaridad confundir las dos cosas. El respeto está muy bien, el miedo está muy mal. […] Y se hace poca mención a cómo hacer para que los padres ganen el respeto de sus hijos. […] Obligar a nuestros hijos a que se conduzcan «bien» según nuestro propio criterio, a que hagan caso «según lo que nosotros decimos», a que entren dentro del marco de lo que es correcto política y socialmente, eso no es educar. Eso es adiestrar, eso es amaestrar. […]”.

DEMIÁN BUCAY: “[…] No tenemos mala intención como padres y madres, nos perdemos en el camino. En el intento de que sean felices terminamos haciendo otra cosa. […] Y los niños y las niñas no son tontos en el sentido de que ellos también quieren ser felices. […] Siempre hablamos de que no nos gusta como método educativo la autoridad. La buena autoridad es la que se construye, que lleguemos, más bien, me gusta más la palabra […], confianza. Perdemos la confianza de nuestros hijos. En cambio, desde la otra perspectiva, si nuestros hijos tienen una dificultad, yo quiero convertirme en alguien que mis hijos quieran ir a hablar conmigo”

Creo mucho en el trabajo individual para modificar la sociedad en la que vivimos.

JORGE BUCAY:” […] Estar en manos de alguien que no puedo yo seguir su razonamiento para entender sus resultados me deja a mí en un lugar muy desvalido. […] la idea de los premios ocasionales me sigue sonando atractiva, pero entiendo que no es razonable. […] No hay nada que te haga feliz. Tú eres feliz o no eres feliz. Tú eres capaz de entrar en esa situación felizmente y vivirla felizmente, pero nadie tiene ese poder y no deja de estar bien que no lo tenga. […] Por esa misma puerta se entra al infierno de: «Eres el responsable de que yo sea infeliz. Eres el responsable de mi desgracia. […] Yo creo que cualquier estúpido tiene una definición de ser feliz y yo no quiero ser menos estúpido que nadie, así que yo tengo la mía. […] Tiene que ver, como ya lo hemos hablado tantas veces, con la paz, con la serenidad interior, con la conciencia clara. […] Yo creo que la felicidad es justamente eso, la tranquilidad y la serenidad que se siente cuando uno sabe. Sabe, no piensa, no cree, sabe que está en el camino correcto. Y que esa es la definición de felicidad. […] El dolor es caerse dentro de un pozo. El sufrimiento es decidir quedarse a vivir ahí”.

DEMIÁN BUCAY: “Yo estoy convencido de que las personas no queremos arruinarnos la vida. […] Que alguien quiera hacerse daño o hacerse mal a propósito. Siempre está intentando hacer lo que cree que es lo mejor en ese momento. De hecho, me parece que esa es un poco la tarea de los terapeutas. […] Yo diría que la terapia sirve para ver posibilidades que antes no veías. […] La terapia no es que vamos a hacer un agujero en la pared para que puedas salir. La terapia lo que hace es cambiar, ayudarte a moverte, a mover tu posición para cambiar tu perspectiva y ver las cosas de otra manera que te permita una salida, que te permita seguir adelante, que te permita ir hacia donde quiere ir. […] Me viene a la cabeza un cuento tuyo, quizás el más reconocido, el más paradigmático de tus cuentos, que nos ilustra sobre cómo… Qué pasa cuando parece que no hay otra opción”.

JORGE BUCAY: “[…] A mí siempre me encantaron los circos. Terminé trabajando en un circo por eso, por lo mucho que me encantan los circos. Y era muy enigmático para mí, con ocho, con 10 años, ver al elefante después de la función encadenado con un aro de metal a una cadena finita y una estaca chiquitita clavada en el piso. Es evidente que el elefante se podía escapar y yo siempre me preguntaba: «¿Por qué no se escapa? ¿Por qué tolera estar encadenado? […] me encontré con un señor que había viajado mucho por la India y que tenía la respuesta. Había escrito en un libro que el elefante ese no se escapa porque es un elefante de cautiverio. […] Entonces, escribí un cuento donde un niño se trepaba por la pata de un elefante y le levantaba la oreja y le decía: «Oye, tú. Tú eres igual que yo. Tú crees que no puedes con esa estaca, porque alguna vez, cuando eras niño, no pudiste. Deberías intentar ahora que ya no eres aquel niño, o que no solo eres aquel niño para tirar de la estaca y salir». En el cuento, al día siguiente el elefante había soltado la estaca y ya no estaba más atado a esa estaca, pero seguía trabajando en el circo porque a él le gustaba trabajar con los niños. Y te agradezco que me hayas recordado este cuento, porque de verdad esta es la tarea de terapeuta. Saber que hay algunas cosas que antes no podías y ahora sí puedes, porque has crecido, porque has aprendido, porque tienes otros recursos, claro”.

Maestro es el que muestra (MOMENTO DESTACADO 06´ 46”)

DEMIÁN BUCAY: “[…] Sé que me está diciendo: «Tienes una idea respecto de quién eres que está caduca y tienes que actualizar la idea de quién eres y de lo que puedes y de tus recursos». […]. Por decirlo así. La rebeldía necesita oponerse, porque tiene que romper con eso. Que a veces la rebeldía es necesaria para romper… […] Pero me parece que el lugar interesante al que llegar es el de la conquista de la libertad y la autonomía para decidir. Aún decidir, como decís, seguir con eso, si es que quieres”.

JORGE BUCAY: “[…] Es peligroso decir esto, porque parece que fuera una apología y no lo es, […] he trabajado muchos años con chicos en las cárceles de México. Jóvenes encarcelados por condena de 15 o 20 años, que es mucho más que la edad que tienen […] cuando los investigas un poquitito, detrás de todos estos niños, y sin que esto justifique, hubo niños que quisieron ser queridos. Quisieron ser tenidos en cuenta. Que venían de familias en las cuales no se los tenía en cuenta, no se les prestaba atención. Y, como no podían ser queridos, hicieron lo que lamentablemente la cabeza hace a veces en esta trampa neurótica. «Si no me quieres, voy a querer que, por lo menos, por lo menos me necesites. Porque necesitarme se parece tanto a quererme. Pero tú eres independiente y no me haces saber ni siquiera que me necesitas. Y entonces, como no puedo conseguir eso, voy a tratar de que me tengas lástima. Y voy por el mundo yo, joven, abandonado y desquerido intentando dar lástima, y no le doy lástima a nadie. Y no soporto la indiferencia del mundo a mi alrededor. Y entonces hago un intento más. Voy a tratar de que, ya que no me quieres, no me necesitas y no me tienes lástima, voy a intentar que, aunque sea, aunque sea, me odies. ¿Y ni siquiera me odias? Me ignoras absolutamente. Y como no puedo soportar la indiferencia de mi entorno, no voy a tratar de que me tengan miedo». A veces, cuando vemos estas pandillas y estos grupos de chicos malandrines por ahí, en lugar de pensar: «Ah, malvados, crueles y desaprensivos, desamorados», lo que yo pienso es que están buscando manera de que alguien alguna vez los haya querido. Y no lo consiguieron. Que necesidad más imperiosa esta de ser querido, reconocido, valorado, tenido en cuenta. Y a veces, cuando esto no se nos da, hacemos cosas para conseguir que se nos vea, ¿no? «Es cierto, no me quieres, pero no lo puedo soportar»”.

DEMIÁN BUCAY: “¿Dirías que esa sensación de haber sido querido en algún momento sería necesaria para construir la autoestima, digamos?”

JORGE BUCAY: Necesaria para construir tu identidad, digamos. Es decir, diría que un mínimo caudal de autoestima se necesita para construir una identidad. […] El 80 % de los que no entraron en esos programas de integración, dos años después estaban en la misma cárcel por los mismos delitos. […] Según el informe de Naciones Unidas en 2005, el 80 % de los presos de todas las cárceles del mundo son analfabetos. ¿El problema es ser analfabeto o el problema es la falta de capacidad socializadora que trae la alfabetización? […] La educación es la llave de muchos de los problemas que acosan a la humanidad”.

DEMIÁN BUCAY: “[…] cómo entendés o cómo vamos a entender la autoestima. […]”

JORGE BUCAY: Cuando uno se quiere, se presta atención, le interesa el bienestar del otro. Cuando se equivoca, en lugar de castigarlo, porque se equivocó, le dices: «Me parece que te estás equivocando, pero hay otra manera de hacerlo. Yo te voy a ayudar». Cuando estás a su lado prestándole su tiempo, prestándole tu tiempo, para su bienestar, ahí es la autoestima. No tiene nada que ver con sentirse grandioso, ni con sentirse mejor, ni con sentirse para arriba, ni exitoso. Eso no es autoestima. […] Eso es amor propio, que tiene poco que ver con el propio amor.

Publicaciones de lectura recomendada:

DEMIÁN BUCAY: “El propio amor sería quererse y […] quererse bien”.

JORGE BUCAY: “Quererse bien, quererse con el mejor amor que uno tiene por su mejor amigo, […] En el medio, otras cosas. Pero ciertamente no es esa autoestima […]”.

DEMIÁN BUCAY: “[…] En este mundo, ¿qué cosa, qué persona no es especial? Y me parece que eso es la autoestima. Darse cuenta de que todos, cada uno, incluso uno mismo, es especial”.

JORGE BUCAY: “[…] perdemos de vista ahí el hecho concreto de que, aún desde lo más concreto y lo más coloquial y lo más sencillo que uno pueda analizarlo, somos obras de arte como seres que somos únicos”. […] Ninguna obra de arte está mal. Puede ser que no te guste. Puede ser que no sea la que hubieras elegido. […] Es lícito hacer cosas para que se exhiba mejor lo mejor. ¿Pero cambiarlo? No. […]”

 ¿Cómo educamos? El diálogo entre un padre y un hijo (ENTREVISTA COMPLETA  01h 08´ 58”)

DEMIÁN BUCAY: “[…] se habla mucho de amar y de «te amo», pero me parece que no sabemos amar bien”.

JORGE BUCAY: “Y sí es cierto que a amar se aprende, y deduzco entonces que cualquiera puede aprender a amar, me imagino…

DEMIÁN BUCAY: “[…] Porque el amor no pide… El buen amor no pide sacrificios. No pide que vos sacrifiques esto para que podamos estar juntos. El amor, como estamos diciendo, se regocija con la felicidad del otro. […]”.

JORGE BUCAY: “Estamos llegando a un punto donde, en realidad, estamos hablando finalmente de valores. Y entonces se me ocurría: Hablamos de felicidad, hablamos de pareja, hablamos del amor. Y ahora aparece otro punto, ¿no? La libertad. Y entonces supongamos que hay que elegir el valor supremo. ¿No? Y tenemos todas estas opciones. ¿No? ¿Elegirías el amor?”

DEMIÁN BUCAY: “Antes que la libertad, no”.

JORGE BUCAY: “[…] Estoy de acuerdo. Especialmente, porque no hay amor si no hay libertad”.

DEMIÁN BUCAY: “Por eso el amor tiene mucho más que ver con esto, con la libertad, que con la idea de cuánto tiempo estamos juntos o cuántas cosas compartimos”.

JORGE BUCAY: “Yo creo mucho en el trabajo individual para modificar la sociedad en la que vivimos, […]”.

DEMIÁN BUCAY: “Y me parece que ahí está lo que decías de que la educación como respuesta no es la única que podemos dar”. […]

La transcripción completa de este diálogo, que finaliza con un hermoso cuento, lo encontrará en este enlace: Maestro es el que muestra.

Esta publicación corresponde a Serie de videos: Aprendamos juntos, para sumar por la educación

 “Porque nadie puede saber por ti, nadie puede crecer por ti, nadie puede buscar por ti, nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer, la existencia no admite representantes”. (Jorge Bucay)

NOTA DE REDACCIÓN: Las ideas y opiniones expresadas en este diálogo, no son necesariamente las de la Web del Maestro CMF, y no comprometen en modo alguno sus políticas de formación permanente y revalorización de la tarea docente. El título corresponde a un pensamiento de Jorge Bucay durante el diálogo con su hijo. No respondemos a preguntas a los dialogantes. Les sugerimos buscar en las redes mayor información, para tener mejores elementos de juicio y su pertinencia, de manera tal que les ayude en su reflexión desde su realidad educativa.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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