Los niños necesitan aburrirse para activar su creatividad y pensamiento reflexivo

En una era donde las redes sociales configuran una parte esencial de la vida cotidiana, incluso las vacaciones escolares se convierten en una oportunidad educativa. Ya no se trata solo de desconectarse o de romper con la rutina del aula, sino también de abrir nuevos espacios para la creatividad, la reflexión y el aprendizaje informal. Este fenómeno ha dado paso a un nuevo perfil de docentes: los profesores influencers, quienes rompen con la enseñanza tradicional y expanden su vocación más allá del calendario escolar.

En paralelo, expertos en neurociencia, psicología y pedagogía abordan otro aspecto crucial para el desarrollo integral de los niños: el valor del aburrimiento. Un estado emocional muchas veces evitado, pero que, lejos de ser negativo, puede ser un motor para la creatividad, el autoconocimiento y la formación de nuevas ideas.

El aula se digitaliza… incluso en vacaciones

Durante mucho tiempo, el periodo de vacaciones escolares ha sido visto como un tiempo de desconexión. Para alumnos y profesores, era una pausa necesaria. Sin embargo, las redes sociales han generado un nuevo escenario. Hoy, muchos docentes continúan compartiendo contenido pedagógico desde sus casas, la playa o la montaña, convirtiendo cada espacio en una posible aula abierta.

Este es el caso de Priscilla Cepeda, profesora de Ciencias Naturales y Biología, conocida en Instagram como @mitocondriasfelices, donde suma más de 141.000 seguidores. Desde que abrió su cuenta en 2016, cuando aún era estudiante, Priscilla ha transformado conceptos complejos en ilustraciones atractivas, memes y curiosidades científicas que hacen que la biología sea accesible y entretenida para estudiantes de todo Chile y Latinoamérica.

“No busco reemplazar el aprendizaje escolar”, comenta Cepeda, “sino mantener el conocimiento vivo a través de la curiosidad. Si alguien recuerda un concepto porque lo expliqué con un dibujo divertido o una historia graciosa, entonces ya es un paso contra la pérdida de aprendizaje”.

Priscilla no está sola. Otros docentes han encontrado en las plataformas digitales un espacio para seguir enseñando y, a la vez, humanizar su rol. En sus redes, comparten rutinas personales, momentos familiares y reflexiones profesionales. Esto genera un efecto pedagógico y emocional: acercan la figura del profesor a la vida real, rompiendo la barrera de autoridad distante que muchas veces se le impone al educador.

Pablo Ramírez 

Un caso emblemático es el del profesor Pablo Ramírez, docente de Física y finalista del Global Teacher Prize 2023. En su cuenta de Instagram @profepabloramirez, donde lo siguen más de 262.000 personas, Pablo adapta sus contenidos para hacerlos más lúdicos y relajados durante las vacaciones. A través de videos, juegos y explicaciones de fenómenos cotidianos, demuestra que la física no es aburrida ni complicada, sino parte del día a día.

En uno de sus reels, utiliza un video de Cristiano Ronaldo sumergiéndose en agua helada para hablar sobre vasoconstricción, endorfinas y los efectos antiinflamatorios del frío. Con esta estrategia, conecta saberes escolares con referentes populares y cercanos para los estudiantes.

Su propuesta pedagógica no solo rompe esquemas tradicionales, también promueve un aprendizaje sin presión. “Aprovecho el ambiente relajado de las vacaciones para que los escolares aprendan sin sentirse presionados por tareas o pruebas”, explica Ramírez. Así, el aprendizaje se transforma en una experiencia, no en una obligación.

Contenido para docentes 

La influencia de estos profesores no se limita a los estudiantes. Muchos también generan contenido dirigido a colegas y futuros educadores. Es el caso de Paola García, profesora diferencial, que en su cuenta @_profepaopao (77,5 mil seguidores) ofrece recursos para innovar en el aula, integrar la tecnología y fortalecer el vínculo con los estudiantes.

Paola destaca que el verano es un momento ideal para compartir experiencias y reconectar con otros docentes: “Durante el año, los profesores estamos desbordados con actividades y trabajo administrativo, pero en vacaciones podemos escribirnos, intercambiar ideas y construir comunidad”.

Entre sus publicaciones más comentadas está la técnica de recuperación y evocación, que consiste en pedir a los estudiantes que resuman un tema en tres palabras clave sin mirar sus apuntes. Esta práctica refuerza la comprensión y la retención, además de fomentar la autonomía del aprendizaje.

Aprender jugando 

Otro caso destacado es el de Fabiola Vásquez, profesora generalista con mención en Lenguaje y Comunicación. En su Instagram @profe__faby, con 58,5 mil seguidores, comparte estrategias para niños de primero y segundo básico, combinando juegos, actividades artísticas y consejos para docentes y familias.

Fabiola defiende con fuerza el rol del arte en el desarrollo del lenguaje. “A veces, en nuestra misión por enseñar a leer y escribir rápido, dejamos de lado las asignaturas artísticas. Pero el arte potencia el desarrollo del lenguaje: el dibujo mejora la motricidad fina, la música fortalece la memoria y la expresión creativa impulsa la escritura”.

Lo que comenzó como un espacio para compartir sus clases, se convirtió en una comunidad de aprendizaje colaborativo. “La gente lo recibió muy bien. También el humor docente. Eso me motiva a seguir creando”, confiesa.

El aburrimiento

En la otra cara de la moneda, mientras algunos docentes buscan mantener el aprendizaje activo durante las vacaciones, otros expertos advierten sobre la importancia de respetar el ocio y el tiempo sin estímulos. ¿Es malo que los niños se aburran? ¿Deben los adultos intervenir cada vez que escuchan “estoy aburrido”? Para la psicóloga Magdalena Sánchez, de la Fundación CAP, la respuesta es clara: el aburrimiento puede ser virtuoso.

“El aburrimiento favorece el desarrollo del mundo interno de los niños —y de los adultos también—, en un mundo lleno de pantallas y estímulos externos, cada vez más difícil de desarrollar”, explica.

Sánchez enfatiza que este tiempo sin tareas programadas impulsa la creatividad, la paciencia y la toma de decisiones. Pero muchos padres se sienten culpables cuando sus hijos están sin hacer nada y recurren rápidamente a las pantallas como solución.

¿Ocio o aburrimiento? 

Para la neurocientífica Florencia Álamos, directora ejecutiva de la Fundación Kiri, es más apropiado hablar de tiempo de ocio en lugar de aburrimiento. Mientras este último se asocia a insatisfacción o desinterés, el ocio puede ser un momento fértil para imaginar, divagar o recordar.

Durante estos espacios de calma se activa una red cerebral conocida como “la red por defecto”, descubierta en 1997. Esta red está involucrada en procesos como la introspección, la empatía, la memoria autobiográfica y la generación de nuevas ideas.

Álamos insiste en que la alternancia entre actividad concreta y ocio es lo que estimula la creatividad. Es decir, no se trata de llenar todo el tiempo con tareas ni de dejar a los niños completamente sin guía. Se trata de encontrar un equilibrio que respete los ritmos del cerebro.

La experiencia en casa

Lorena Zúñiga, madre de dos niños pequeños, cuenta cómo implementó en su hogar la estrategia del “tiempo de calma”, inspirada en lo que vio en colegios de Nueva York. Durante una hora diaria, sus hijos deben entretenerse solos sin pantallas. Pueden leer, dibujar o simplemente descansar.

“Hoy no solo aprovechan ese espacio, sino que lo esperan. Aprenden a estar con ellos mismos y a buscar su propia diversión”, comenta. Esta experiencia demuestra que no es necesario programar constantemente a los niños para estimular su desarrollo; muchas veces, es mejor dejar que ellos exploren y creen desde la calma.

Diferentes tipos de aburrimiento

Para Jaime Fauré, académico de Psicopedagogía de la Universidad Andrés Bello, es crucial distinguir entre el aburrimiento pasivo y el activo. El primero, ligado a actividades impuestas sin interés, puede bloquear el aprendizaje. El segundo, en cambio, promueve la exploración personal y la creatividad.

“Cuando un niño se aburre en clases, probablemente el problema sea la metodología o la falta de motivación. Pero el aburrimiento que lleva a descubrir intereses propios puede ser una fuente de aprendizaje”, señala.

Este concepto de “aburrimiento productivo” cambia la forma en que vemos el tiempo libre. Lejos de ser una pérdida, puede convertirse en una ganancia si se le da el espacio y el contexto adecuados.

Una nueva pedagogía para un nuevo tiempo

La transformación educativa no se da solo en reformas curriculares o cambios estructurales. También se manifiesta en acciones cotidianas, en el aula o fuera de ella, a través de plataformas digitales o momentos de silencio.

Los profesores influencers representan una nueva generación de educadores comprometidos con enseñar desde donde estén, utilizando el lenguaje de las redes para mantener vivo el conocimiento. Su labor, lejos de banalizar la educación, la resignifica y la expande.

En paralelo, los especialistas nos invitan a dejar de temerle al aburrimiento y a redescubrir su potencial formativo. En tiempos donde la inmediatez y la hiperconexión nos dominan, recuperar el valor del ocio y la calma es un acto revolucionario y necesario.

La educación no es solo un proceso formal y planificado. Es también una experiencia humana, emocional y social. Y en ese sentido, cualquier espacio —una cuenta de Instagram o un momento de aburrimiento— puede convertirse en una poderosa herramienta para aprender a pensar, crear y vivir mejor.

Fuente: Sección Educación, El Mercurio, pág. 9. Por: Elaborado a partir del reportaje de Constanza Menares y María Florencia Polanco, publicado en El Mercurio el 17 de febrero de 2025.



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