Maestros al servicio de la educación

La asertividad, una competencia docente primordial para las conductas disruptivas

El primer paso que el profesorado debe dar para conseguir el objetivo de una sana convivencia es el reconocimiento de sus atribuciones. Esto significa que, además de proporcionar una enseñanza de calidad, bajo principios de igualdad y equidad, sus competencias incluyen promover y mantener un clima que asegure un adecuado clima escolar. En base a esto, el estudio sobre las conductas disruptivas ha desvelado interés por distintos campos profesionales, cuyos aportes al ámbito educativo se centran en el propósito de reducir o erradicar este tipo de comportamientos ya que, la importancia de la prevención y tratamiento reside en la interferencia de estas conductas en los procesos de enseñanza y aprendizaje, sabiendo que ciertos comportamientos conllevan al fracaso académico en todos los niveles educativos (Mogrovejo, 2014; Ortega, 2016).

Cabe destacar que del tiempo que dedica el profesorado a sus funciones escolares, pierde una buena parte del mismo tratando de mantener el orden, generando así consecuencias negativas en términos de resultados, además del desgaste y la frustración del docente por los ajustes constantes al diseño instruccional para cumplir con los contenidos curriculares.

Conductas disruptivas. La asertividad, una competencia docente primordial.

Las conductas disruptivas son acciones perturbadoras o agresivas que rompen la disciplina y alteran la armonía del grupo dificultando el proceso de enseñanza-aprendizaje y la atención en el aula.

Durante el transcurso de la etapa escolar algunos niños pueden presentar en ocasiones, conductas disruptivas en el aula, causando reacciones que pueden resultar negativas también para el propio niño, por ejemplo, el rechazo por parte de sus compañeros y maestros, aislamiento social, así como un incremento del mismo comportamiento inapropiado.

Algunos ejemplos de estas conductas en el aula son:

  • Desafiar activamente a los profesores.
  • Iniciar peleas.
  • Molestar deliberadamente a otras personas.
  • Actitudes de desobediencia.
  • Dificultad para esperar y para seguir instrucciones.
  • Hablar cuando interviene el profesor.
  • Levantarse frecuentemente de su asiento.
  • Llegar tarde a clase.
  • No traer material, desordenar mobiliario
  • entre otras.
La familia como modelo. Educar es una tarea ambiciosa ¿por dónde se empieza?

El primer y más importante referente de virtud y carácter que puede tener un niño es el adulto que se ocupa de él. Las relaciones de los padres con los hijos están fundamentadas en las normas educativas que regulan la convivencia entre todos los miembros que la componen.  Así, por ejemplo, las normas de horarios que deben cumplirse, la colaboración en las tareas domésticas, las exigencias de los padres hacia los hijos para que asuman sus responsabilidades, el estilo de vida que la familia lleva, los límites de lo que les está permitido y no permitido hacer, etc, son las primeras lecciones que los hijos aprenden sobre lo que “está bien” y lo que “está mal”.

Aprender estas lecciones puede resultar fácil para algunos niños y presentar dificultades para otros, según cómo asuman el no ver sus necesidades satisfechas inmediatamente, la capacidad de esfuerzo, el sentimiento de responsabilidad personal, etc.

Por lo cual, la adaptación de los niños con conductas disruptivas depende de tres variables:

  • Las características del niño: seguro de sí mismo o pasivo, extrovertido o introvertido, triste o alegre, tranquilo o inquieto, tímido o audaz…
  • Si presenta dificultades de aprendizaje, desarrollo, emocional y/o comportamental, y si estas han sido detectadas y tratadas o no.
  • El estilo educativo que reciben en el hogar:  Los padres siempre queremos lo mejor para nuestros hijos, y con ese objetivo llevamos a cabo nuestras tareas educativas lo mejor que sabemos. Pero no todo lo que se hace por los hijos resulta adecuado para su educación. Por ejemplo, el autoritarismo o la excesiva permisión en las normas de disciplina resultan perjudiciales para el niño.
La coordinación con el colegio

La acción educativa que lleva a cabo la familia debe complementarse con la que desarrolla el colegio. El niño no debe percibir al colegio como algo enfrentado a la propia familia que actúa de modo diferente. Por ello, los padres debemos mostrarles nuestro interés educativo acudiendo a las citas o reuniones del colegio, entrevistas con el tutor, hablando de manera positiva acerca de los profesores, en definitiva, colaborando y estrechando la relación con los que desean el mismo fin que nosotros.

Si usted es padre o madre o educador, reconozca que ese es su más importante, exigente y gratificador desafío. Lo que usted haga cada día, lo que diga y la manera como actúe, influirá en la conformación del futuro de nuestra sociedad más que cualquier otro factor”. Marion Wrght Edelman
Algunas recomendaciones para prevenir conductas disruptivas en el aula
  • Llega al aula relajadamente, si es posible, antes de que llegue el alumnado.
  • No es recomendable comenzar la clase pidiendo silencio, es preferible mantenerse en un lugar visible hasta que el ambiente se vaya calmando y empezar a hablar con naturalidad.
  • Planifica cuidadosamente las clases, evitando dar apariencia de desorganización. Comienza recordando brevemente lo que se hizo y las conclusiones de la clase anterior, para reenganchar contenidos y dar continuidad a los temas tratados.
  • Es recomendable tratar en primer lugar temas de interés para el alumnado, preguntándoles acerca de ellos y relacionándolos con lo que se va a ver.
  • Favorece la participación, escuchando a los alumnos, ofreciendo la posibilidad de dar opiniones y sugerencias para la clase, asignando responsabilidades, etc.
  • Utiliza tu creatividad y el elemento sorpresa para captar la atención y prevenir el aburrimiento.
  • Es aconsejable moverse por la clase con cierta frecuencia, llevando a cabo una supervisión activa de la tarea y ayudando al alumnado.
  • Es importante cumplir lo pactado. Esto genera en tus alumnos, sentimientos de confianza y de seguridad.
  • Evita considerar la conducta como una agresión personal. Es muy positivo mostrar control de las emociones, una actitud relajada y de confianza en uno mismo a la hora de restablecer el orden.
  • Practica la asertividad.

(Extraído del estudio realizado por la Dirección General de Personal Docente Servicio de Salud y Riesgos Laborales de Centros Educativo de la Junta de Extremadura).

La aportación de dide en la identificación temprana de dificultades del aprendizaje, desarrollo, de comportamiento y emocionales

Conviene subrayar la importancia de identificar a los alumnos con determinados problemas o dificultades que aumentan el riesgo de conductas disruptivas.  Por ejemplo:

  1. Ausencia de habilidades de procesamiento de la información
  2. Falta de control voluntario de su cuerpo
  3. Desadaptación familiar y/o escolar
  4. Desadaptación social
  5. Baja tolerancia a la frustración
  6. Dificultad para gestionar la ira
  7. Conducta dominante, exigente y egocéntrica
  8. Desobediencia
  9. Nuevas tecnologías y su uso desadaptativo
  10. Atención e impulsividad
  11. Estado de ánimo ansioso
  12. Inflexibilidad social, mental, comportamental
  13. Incluso altas capacidades

Estas situaciones requieren una detección e intervención especializada por parte del equipo de orientación educativa y psicopedagógica.

La herramienta dide facilita la recogida automática de información relevante procedente del entorno del niño (sus padres y profesores responden a los cuestionarios) para determinar los factores que están influyendo en estas conductas. La detección temprana evita frustraciones, baja autoestima y fracaso escolar.




No podemos meter a todos los niños con conductas disruptivas en el mismo “saco”. Podemos y debemos identificar el origen de esas conductas para que el profesional educativo pueda ofrecer a cada niño la atención y tratamiento adecuado y a tiempo. Con las herramientas a nuestro alcance, ¿por qué esperar a que sea demasiado tarde?

El clima de convivencia como factor de éxito y mejores resultados académicos

Existen programas con los que dide colabora, como el de la asociación GINSO, que buscan garantizar una buena convivencia escolar en el centro para prevenir los conflictos escolares, el acoso escolar y el ciberacoso. Todo esto desde la formación en valores, el desarrollo emocional, habilidades sociales, empatía, etc.

Las familias y los centros educativos tienen también a su disposición profesionales, como Lomber Ciberbullying, especializados en el asesoramiento y gestión de conflictos para la prevención e intervención en el bullying y ciberbullying, tanto presencial como online, dirigido a los menores víctimas y sus familias, así como profesionales que están en contacto con menores (profesores, psicopedagogos, educadores, monitores, personal sanitario…). Pero, sin olvidar tampoco el fenómeno del ciberacoso, acoso moral, acoso sexual, mobbing, en el ámbito de las empresas.

Estilos de respuesta del profesor ante las conductas disruptivas en el aula

Dependiendo de las reacciones de los profesores ante estas conductas, los niños con mal comportamiento en clase las aprovechan para relacionarse con él.




Incidencia de la presencia de las conductas disruptivas

Son diversas las causas que pueden preceder a la aparición de estos comportamientos y, por lo tanto, a la alteración de la convivencia escolar.

En este sentido, siguiendo lo expuesto por Palomero y Fernández (2001) se pueden clasificar estas causas en:

  • Causas propias o personales: referidas a trastornos, tipo de personalidad, grado de autoestima, etc.
  • Causas relacionadas con el ámbito familiar: relacionadas con los estilos familiares, tipos de familia, etc.
  • Causas provocadas por los medios de comunicación: resultado de la visualización de imágenes violentas, agresivas, etc.
  • Causas relacionadas con el centro educativo: referentes a la metodología empleada por el docente, la relación e interacciones entre los discentes y el profesorado, las normas de aula, etc.

Así pues, en base a las causas precitadas los factores que inciden en las conductas disruptivas se pueden clasificar en:

  • Psicológicos: son aquellos derivados de problemas emocionales, maltrato físico y/o verbal, sentimientos de abandono, etc., afectando negativamente a la manera de pensar, sentir y actuar del individuo.
  • Socioculturales: se debe tener en cuenta la relación entre las normas y valores inculcados por los centros educativos y aquellos enseñados por las familias. Ya que, si esta relación no se produce, se generará un conflicto entre escuela y hogar pudiendo ocasionar que el niño reaccione negativamente debido a que le resulte difícil adaptarse a las normas y valores que desconoce y que le son impuestas en su nuevo entorno.
  • Familiares: estos hacen referencia a que las conductas disruptivas pueden venir precedidas por factores relacionados con la conformación del núcleo familiar, el bajo nivel económico de los padres, así como la poca supervisión y apoyo emocional por parte de estos.




Técnicas de prevención y modificación de conductas

La modificación de conducta tiene como objetivo fundamental promover el cambio mediante un conjunto de técnicas que permitan mejorar el comportamiento del alumnado, desarrollando tanto sus potencialidades como las oportunidades disponibles en su medio.

El área de modificación de conducta es el diseño y aplicación de intervención psicológica que permitan el control de la conducta para producir el bienestar, la satisfacción y la competencia personal (Anguita, 2010)

Siguiendo la investigación y literatura de referencia, podemos proponer un corpus de técnicas de modificación de conducta de gran valor, aplicable a formación del profesorado y sirviendo especialmente para el tratamiento de este tipo de conductas en las etapas de Infantil y Primaria.

Según Mogrovejo (2014), se destacan las siguientes técnicas como prevención de conductas disruptivas:

  • Psicodrama o juego de roles (Role-Play):consiste en que el alumnado a través de la dramatización entienda diferentes posturas, los niños intercambian roles, asumiendo el rol de padre, madre, docente, etc., y así pueden experimentar otro punto de vista. Al hacer una inversión de roles el alumno puede entender cómo se sienten los otros, por ello, ligado a esta técnica es importante enseñar al alumnado a identificar los sentimientos y a ser empáticos con las diferentes posturas.
  • Biblioterapia en solución de problemas:mediante lecturas adaptadas a sus capacidades y necesidades, los discentes pueden ver manifestadas distintas situaciones conflictivas y al mismo tiempo aprender las soluciones a estos problemas, reflejándose en los personajes de estas lecturas.
  • El semáforo:es una técnica orientada hacia la promoción de estrategias en la resolución de conflictos que trata de guiar al alumnado desde el problema que siente hacia la solución de este de manera pacífica regulando su impulsividad (rojo: necesidad de calma; naranja: pararse a pensar; verde: actuar).




Técnicas cognitivas

Bunge, Gomar y Mandil (2011), particularmente, se proponen un conjunto de técnicas cognitivas para entrenarse en el reconocimiento emocional, en el reconocimiento de la relación entre emoción, pensamiento y conducta y la reestructuración cognitiva.

  • Entrenamiento en el reconocimiento emocional:este tipo de técnica busca dar el primer paso, ya que tiene la finalidad de que el niño aprenda a reconocer las emociones, lo cual será imprescindible para poder comunicarlas y compartirlas posteriormente, aprendiendo también de este modo a gestionar las mismas.
  • Reconocimiento de la relación existente entre emoción, pensamiento y conducta: persigue que el discente comprenda la relación entre estos aspectos entendiendo su influencia, y cambiando la actuación impulsiva por una actuación meditada que le permita controlar sus emociones, pensar sobre la situación y la actuación adecuada y posteriormente, en base a ello, actuar de manera adecuada.
  • Reestructuración cognitiva:existen multitud de actividades sobre esta técnica, entre las que destacan aquellas que tratan de desarrollar en el alumnado la capacidad de reflexión, haciendo que sea consciente de sus pensamientos negativos para que cuando éstos surjan pueda pararse a pensar y remediar los mismos.




Fomento y reducción de conductas

Asimismo, las técnicas de modificación de conducta se pueden clasificar recogiendo estas en dos grupos de estrategias de intervención: por un lado, las técnicas para el fomento de comportamientos adecuados y, por otro, las técnicas para reducir y extinguir conductas inadecuadas.

Tomamos como referencia las aportaciones de Gómez y Cuña (2017):

  • Técnicas para el fomento de comportamientos adecuados.
  • Imitación o modelado: a través de la observación se enseña una nueva conducta al niño, de tal modo que mediante la imitación de un modelo (que puede ser el maestro o un compañero) se enseña la conducta apropiada. El modelo debe ser adecuado para que el alumno pueda imitar su comportamiento, de forma que ha de ser prestigioso y significativo para el alumnado, sencillo, que se observe con claridad en modo en que se premian las conductas tanto del modelo como del imitador, que el alumno participe activamente y que todas las tareas se refuercen.
  • Reforzamiento positivo: consiste en ofrecer una gratificación o premio que el niño reciba por haber realizado una conducta adecuada, reforzando esos comportamientos deseados para que así tiendan a repetirse o a mantenerse. Además de ponerse en práctica para que aumenten las conductas apropiadas también puede usarse para desarrollar en el discente nuevas conductas.
  • Técnicas para reducir y extinguir conductas inadecuadas
  • Contratos de conducta o de contingencia: esta técnica está indicada para alumnos con cierta responsabilidad. Involucra un acuerdo escrito entre el alumno y el docente que será el resultado previo del diálogo y negociación sobre las consecuencias a asumir por la conducta a regular. Así pues, se recomienda incluir en dicho contrato los datos personales del alumno, las conductas que se quieren alcanzar, conductas específicas que originaron el contrato, consecuencias que se obtendrán, revisiones, modificaciones a realizar, así como firmas y fecha.
  • Economía de fichas: su uso en la modificación de conductas disruptivas o indeseadas se basa en el refuerzo positivo ante la presencia de las conductas deseadas y en el castigo para las contrarias. En el primer caso, se suman puntos o fichas, intercambiables por objetos o recompensas de diferentes valores. Por lo contrario, el castigo implica restar puntos ya obtenidos con la buena conducta. Para implementarla se sugiere escribir en una cartulina las conductas a eliminar, ubicándola en un lugar visible para los niños. Periódicamente, se hará un recuento de los puntos obtenidos por cada alumno para ser reemplazados por las recompensas las cuales serán acordadas previamente entre el alumnado y el docente.
  • Extinción: el objetivo que se busca con esta estrategia de intervención es disminuir las conductas problemáticas no reforzando la conducta disruptiva al no prestar atención cuando el alumnado lleva a cabo la misma, buscando así que el discente cese este tipo de comportamiento al sentir que de esa forma no se le prestará la atención que busca.
  • Aislamiento: esta técnica suele ser más eficaz que la anterior; trata de retirar al alumno del ambiente donde está realizando la conducta inapropiada durante un tiempo determinado. El problema de aplicar esta estrategia de intervención en el ámbito escolar es la elección por parte del docente del lugar donde aislar al discente (pasillo del centro, lugar del aula, etc.) y en consecuencia la supervisión de este. Asimismo, al aplicar esta técnica se debe tener en cuenta que el tiempo no debe ser muy extenso y que debe estar ajustado en proporción a la conducta realizada.




Protocolo de actuación para la gestión de las interacciones

Además de las técnicas de modificación de conducta expuestas, es recomendable contar con un plan de acción que desarrollar en el aula de manera paralela o integrado en la propia programación didáctica, especialmente centrado en la gestión y manejo de la interacción en el aula.

Siguiendo a Torrego y Moreno (2003) resaltamos las siguientes estrategias:

  • Efectuar gestos y miradas que indiquen la conducta deseada, como señalar con la mirada el trabajo del alumno para que este modifique su comportamiento y proceda a la realización de la tarea encomendada.
  • Silencio del docente ante la dispersión del aula, el silencio prolongado por parte del profesorado hace que sean los mismos alumnos los que se corrijan entre iguales y modifiquen su conducta hacia la deseada por el docente.
  • Invadir el territorio acercándose a la zona del alumno o alumnos disruptivos, la presencia cercana del profesor incomoda al discente o grupo de discentes que están actuando inadecuadamente llevándolos a modificar su conducta.
  • Llamar la atención de forma seria y breve, hacer al alumno consciente de manera clara de que no estamos contentos con su actuación.
  • Mensaje en primera persona, dirigirse al alumno directamente por su nombre, que se sienta aludido.
  • Explicitar de forma breve las consecuencias derivadas de la conducta inadecuada, trata de recordar al alumnado que esas conductas indeseadas tienen efectos negativos.
  • Bombardeo de ideas, preguntar al alumnado directamente sobre lo que se está trabajando en clase como llamada de atención hacía su falta de interés y/o conducta disruptiva.




Este contenido ha sido publicado originalmente por: campuseducacion.com y educaryaprender.es

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ENLACE DE LECTURA: CONDUCTAS DISRUPTIVAS

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comentarios 1
  1. Nada de lo mencionado funciona si no hay sanciones concretas para quien perturba el orden y normal dEsarrollo de una clase.

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