Una profesora de educación infantil, conocida en redes como @cori_entrepetits, ha generado un profundo debate sobre el rumbo del sistema educativo español. Su mensaje, simple pero contundente, refleja lo que muchos docentes piensan y pocos se atreven a decir: “De poco me va a servir que me pongan una pizarra digital si el aula sigue siendo la misma de siempre”.
La falta de innovación en los espacios de aprendizaje
En España, se habla constantemente de innovación educativa, pero las aulas continúan ancladas en un modelo rígido y obsoleto. Tal como advierte Ainara Zubillaga en su documento ¿Es el sistema español un sistema educativo innovador?, el cambio no se logra con iniciativas aisladas ni con tecnología sin propósito pedagógico. Aunque existen centros que apuestan por transformaciones reales, el progreso sigue dependiendo de proyectos individuales, no de una política educativa global y coherente.
Cori ilustra esta realidad con una comparación visual: mientras oficinas como las de Google, Netflix o Apple están diseñadas para fomentar la creatividad, el trabajo en equipo y el bienestar, las aulas españolas siguen caracterizándose por su rigidez, la falta de color y la escasez de espacios para el movimiento o la experimentación. “Queremos que los niños sean creativos, pero los educamos en entornos que limitan su imaginación”, denuncia la maestra.
Un sistema que pide creatividad, pero no la favorece
La contradicción es evidente: se exige que los alumnos desarrollen pensamiento crítico, autonomía y originalidad, pero se les forma en estructuras que apenas han cambiado en décadas. Los docentes, conscientes de esta brecha, intentan rediseñar los espacios con los pocos recursos disponibles. Sin embargo, como explica Cori, muchas veces el esfuerzo personal sustituye la inversión institucional:
“Por mucho que queramos diseñar espacios educativos geniales, el problema está en que económicamente o ponemos nosotras de nuestro bolsillo o seguiremos educando a niños del siglo XXI en aulas del siglo pasado”.
El mensaje apunta directamente al corazón del problema: la educación necesita una inversión integral, no solo tecnológica. Las pizarras digitales y los dispositivos son herramientas útiles, pero no transforman por sí solas la experiencia educativa si el entorno físico no acompaña el aprendizaje.
La tecnología no reemplaza la calidad del espacio educativo
En los últimos años, la modernización escolar en España se ha centrado en la digitalización: pizarras electrónicas, tablets, plataformas en línea. Pero, como señala la docente, estos avances pierden sentido cuando el aula sigue siendo un lugar estático, uniforme y sin estímulos visuales ni sensoriales.
“De poca cosa me va a servir que me pongan una pizarra digital si lo único que tengo son mesas y sillas. Necesitamos invertir en espacios de calidad”.
Su reflexión revela una demanda urgente de muchos maestros: crear entornos que inspiren, que inviten a aprender y que motiven tanto a los alumnos como a los profesores.
Un llamado a transformar la educación desde la base
El mensaje de @cori_entrepetits va más allá de una simple queja. Es un recordatorio de que la verdadera innovación no reside en la cantidad de tecnología instalada, sino en la capacidad del sistema para generar ambientes que estimulen el aprendizaje activo, el juego, la curiosidad y la cooperación.
Si el objetivo es formar ciudadanos creativos, críticos y autónomos, el cambio debe comenzar por los espacios donde crecen, imaginan y aprenden. No basta con modernizar la pizarra; hay que repensar la escuela entera.
Mientras las empresas diseñan entornos para potenciar el talento, la escuela —paradójicamente— sigue reprimiendo la creatividad en aulas grises. La educación del futuro no puede florecer en los muros del pasado.
Redacción | Web del Maestro CMF





