Lucila Godoy (1889-1957), más conocida como Gabriela Mistral, compartió la vocación literaria que le llevaría a ganar el Nobel en 1945 con la docente. Su hermana Emelina fue su primera profesroa y le enseñó a leer. Años más tarde le rendirá un homenaje en su poema «La maestra rural»: «La Maestra era pobre. Su reino no es humano. / (Así en el doloroso sembrador de Israel). / Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano / ¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!».
Sus primeras incursiones en la literatura fueron de la mano de sus comienzos como maestra rural en su país, Chile, hasta que abandona Temuco para dirigir una escuela de niñas de la capital. Fue la primera directora del Liceo de Niñas Nº6 de Santiago.
Sus andaduras en el campo de la educación comenzaron de manera muy temprana gracias a la influencia de su hermana. Con 15 años de edad, Gabriela Mistral ya había sido nombrada ayudante en la Escuela de la Compañía Baja, y a partir de ese momento dedicó toda su vida a la educación promoviendo un pensamiento pedagógico y una forma de actuar centrado en el desarrollo y la protección de todos los niños.
Gabriela Mistral quiso combinar su amor por la docencia y la enseñanza y la escritura y realizó un decálogo del maestro para recordar a todos los docentes y amantes de la educación la pasión por la enseñanza que debe ser piedra angular en la vida de todo catedrático:
- AMA. Si no puedes amar mucho, no enseñes a niños
- SIMPLIFICA. Saber es simplificar sin quitar esencia
- INSISTE. Repite como la naturaleza repite las especies hasta alcanzar la perfección
- ENSEÑA. Con intención de hermosura, porque la hermosura es madre
- MAESTRO se fervoroso. Para encender lámparas basta llevar fuego en el corazón
- VIVIFICA tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser
- ACUÉRDATE de que tu oficio no es mercancía sino oficio divino
- ACUÉRDATE. Para dar hay que tener mucho
- ANTES de dictar tu lección cotidiana mira a tu corazón y mira si es puro
- PIENSA en que Dios te ha puesto a crear el mundo de mañana
El «Decálogo del maestro» de Gabriela Mistral es una serie de principios que reflejan su visión sobre la educación y el rol del maestro. A continuación, se desarrollan más profundamente los puntos mencionados:
AMA. Si no puedes amar mucho, no enseñes a niños
El amor es fundamental en la enseñanza, especialmente con los niños. Este principio sugiere que un maestro debe tener una profunda capacidad de amor y empatía para poder conectar y entender a sus alumnos. El amor permite crear un ambiente seguro y estimulante donde los niños se sientan valorados y motivados para aprender. Sin amor, la enseñanza se convierte en una tarea fría y mecánica, incapaz de inspirar y nutrir el crecimiento integral del alumno.
SIMPLIFICA. Saber es simplificar sin quitar esencia
La capacidad de simplificar conceptos complejos sin perder su esencia es una habilidad crucial para un maestro. Esto implica descomponer ideas complicadas en elementos más manejables y accesibles, de manera que los estudiantes puedan comprenderlas y aplicarlas. Simplificar no significa reducir la calidad o profundidad del conocimiento, sino presentarlo de manera clara y directa, facilitando el aprendizaje y la retención.
INSISTE. Repite como la naturaleza repite las especies hasta alcanzar la perfección
La repetición es una estrategia clave en el aprendizaje. Tal como la naturaleza persiste en su proceso hasta lograr la perfección, los maestros deben insistir en los conceptos fundamentales hasta que los estudiantes los dominen completamente. La repetición refuerza el conocimiento y ayuda a establecer conexiones más profundas en la mente de los alumnos, asegurando un aprendizaje duradero.
ENSEÑA. Con intención de hermosura, porque la hermosura es madre
La enseñanza debe ir más allá de la transmisión de conocimientos; debe aspirar a la belleza en su forma y contenido. La belleza en la enseñanza inspira y eleva el espíritu, despertando el interés y la curiosidad de los estudiantes. La intención de hermosura en la enseñanza fomenta un ambiente educativo donde el aprendizaje se convierte en una experiencia enriquecedora y placentera.
MAESTRO se fervoroso. Para encender lámparas basta llevar fuego en el corazón
La pasión y el fervor del maestro son contagiosos y pueden encender el entusiasmo y la curiosidad en los estudiantes. Un maestro fervoroso es aquel que enseña con energía, dedicación y amor por su materia. Este entusiasmo no solo motiva a los alumnos, sino que también crea un ambiente dinámico y estimulante donde el aprendizaje florece.
VIVIFICA tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser
Las clases deben ser dinámicas y llenas de vida, no monótonas o aburridas. Vivificar una lección implica usar métodos interactivos, ejemplos relevantes y actividades que involucren a los estudiantes activamente. Una clase viva capta la atención y el interés de los alumnos, facilitando una comprensión más profunda y una experiencia de aprendizaje memorable.
ACUÉRDATE de que tu oficio no es mercancía sino oficio divino
La enseñanza no debe ser vista como una mera transacción comercial, sino como una vocación sagrada. Este principio subraya la importancia de ver la educación como una misión noble y trascendental, en la que el maestro tiene la responsabilidad de moldear mentes y corazones. Reconocer la enseñanza como un oficio divino eleva el propósito y el compromiso del maestro con su labor.
ACUÉRDATE. Para dar hay que tener mucho
Un maestro debe estar bien preparado y tener un amplio conocimiento y recursos internos para poder dar lo mejor a sus alumnos. Esto implica una formación continua, reflexión personal y un profundo entendimiento de los temas que se enseñan. Solo así, el maestro puede proporcionar un aprendizaje rico y significativo a sus estudiantes.
ANTES de dictar tu lección cotidiana mira a tu corazón y mira si es puro
Este punto enfatiza la importancia de la integridad y la autenticidad del maestro. Antes de enseñar, es esencial que el maestro reflexione sobre sus propias intenciones y valores, asegurándose de que su corazón esté puro y sus motivaciones sean sinceras. Un corazón puro y una intención genuina crean un ambiente de confianza y respeto, fundamental para una educación efectiva.
PIENSA en que Dios te ha puesto a crear el mundo de mañana
Los maestros tienen la responsabilidad de preparar a las futuras generaciones para construir un mundo mejor. Este principio invita a los maestros a ser conscientes del impacto duradero de su trabajo y a abordar la enseñanza con una visión a largo plazo. Educar es formar a los futuros ciudadanos, y cada lección contribuye a la creación de un futuro más justo, sabio y compasivo.
Estos principios reflejan la visión profunda y humanista de Gabriela Mistral sobre la educación, resaltando la importancia del amor, la simplicidad, la repetición, la belleza, la pasión, la vitalidad, la vocación, la preparación, la integridad y la visión de futuro en la labor del maestro.
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ENLACE DE LECTURA: «DECÁLOGO DEL MAESTRO» DE GABRIELA MISTRAL