Un grupo de 13 académicos provenientes de 11 países ha alzado la voz en una campaña internacional sin precedentes para denunciar que Estados Unidos, tradicionalmente visto como un bastión de la democracia y la libertad de expresión, ha cruzado una peligrosa línea. Según su declaración, el país norteamericano presenta hoy síntomas claros de un régimen autoritario, especialmente en su trato hacia el pensamiento crítico, la ciencia y la libertad de investigación. La denuncia ha sido publicada en la revista Digital Journalism, el referente académico internacional en temas de comunicación y periodismo.
“El país que antes fue ejemplo, ahora es advertencia”
Los expertos, especializados en libertad de expresión e información, acusan directamente al expresidente Donald Trump de haber instaurado un clima de represión e intimidación en el ámbito académico. En palabras del editorial, “el Gobierno de Trump ataca sistemáticamente la libertad de pensamiento y de investigación de una forma muy parecida a la de otros regímenes autoritarios”. El texto advierte sobre una preocupante tendencia global: hoy hay más regímenes autoritarios (91) que democracias (88), según un indicador elaborado por politólogos de la Universidad de Gotemburgo. Y Estados Unidos, aseguran, estaría sumándose a ese grupo.
Oscar Westlund, profesor de la Universidad Metropolitana de Oslo y primer firmante del artículo, explicó que esta campaña surge por un sentimiento compartido de no haber hecho lo suficiente frente al avance del autoritarismo. “Comenzamos también una recogida de firmas a nivel mundial. Sabemos que lo que está en juego es demasiado importante”, señala.
Autocensura, miedo y presión legal
Uno de los aspectos más inquietantes que aborda el artículo es la existencia de casos documentados de autocensura entre investigadores, quienes evitan abordar temas que podrían disgustar al Gobierno por miedo a perder financiación o a sufrir represalias. Westlund narra incluso cómo un estudiante de doctorado de Oriente Próximo, temiendo consecuencias migratorias, le pidió retirar un artículo académico. El temor es tan real que la editorial británica Taylor & Francis, que publica la revista, exigió una revisión legal previa del texto, un hecho sin precedentes en los años de trabajo de Westlund como editor.
Stephen Reese, veterano profesor de la Universidad de Texas, también firmó el manifiesto, aunque reconoce que dudó por miedo. “Nunca pensé que llegaría a sentir que poner mi firma en un artículo era arriesgado, pero sucedió. Lo hice pensando en los jóvenes académicos que no pueden defenderse”, dijo. Reese advierte que este clima de miedo se está extendiendo a todas las áreas del conocimiento, y que lo que antes parecía lejano —la censura en países autoritarios— ahora se experimenta en carne propia en Estados Unidos.

La ciencia como blanco político
Ramón Salaverría, profesor en la Universidad de Navarra y coautor del texto, subraya que quienes investigan, enseñan y reflexionan sobre el periodismo tienen la responsabilidad de alzar la voz cuando la libertad y la verdad están en peligro. Desde su visión, los ataques a la ciencia y a las universidades impulsados por Trump son comparables a las restricciones en países como Venezuela, donde se impidió incluso el acceso a papel prensa para silenciar medios.
“El periodismo y la ciencia se sostienen sobre la libertad. Si permitimos que el miedo imponga autocensura, estamos cediendo sin resistencia a una forma de control que socava los cimientos democráticos”, afirma. Según Salaverría, mientras las grandes universidades aún pueden resistir, otras instituciones más pequeñas están cediendo a las presiones del Gobierno, lo que reduce su capacidad de actuar con independencia.
Una tendencia que traspasa fronteras
Lo que ocurre en Estados Unidos no es un fenómeno aislado. Natali Helberger, profesora de Derecho y Nuevas Tecnologías en la Universidad de Ámsterdam y otra de las firmantes, recuerda que su país también enfrenta ataques similares. En Países Bajos, el Gobierno de coalición de derecha y extrema derecha liderado por Geert Wilders propuso un recorte de 1.200 millones de euros en investigación y universidades. Aunque el Gobierno cayó, la amenaza persiste. Helberger advierte que estas medidas son parte de un patrón global impulsado por partidos populistas y autoritarios.
Un reciente informe de la Real Academia Neerlandesa de las Artes y las Ciencias confirma esta tendencia: la libertad académica está en riesgo, con universidades que reciben presiones legales, amenazas y recortes como mecanismo de control. “No es un fenómeno estadounidense, sino una estrategia compartida por fuerzas políticas que ven a la ciencia como un obstáculo a su narrativa”, explica la profesora.

Una defensa global del pensamiento libre
Ante este panorama, los firmantes han abierto una plataforma global para recolectar apoyos de la comunidad científica internacional, no solo de quienes estudian la comunicación, sino de cualquier disciplina. El llamado es claro: la libertad de cátedra, de expresión y de investigación no puede darse por sentada. Está bajo amenaza.
Este esfuerzo colectivo no solo busca denunciar, sino visibilizar y resistir una transformación silenciosa que, de no detenerse, podría comprometer la esencia misma de la democracia moderna. Lo que está en juego no es únicamente el futuro de la academia, sino el derecho de las sociedades a recibir información y conocimiento sin filtros ideológicos ni miedos impuestos desde el poder.
Fuente: El País.
Redacción | Web del Maestro CMF






