Maestros al servicio de la educación

[Yohana Uriarte] ¡La familia … y amor!

Soy el amor…
Tengo diferentes caras; más soy siempre el amor. Amor de madre, de hermana, de hija. Amor de amores… amor que rige la vida… eje del mundo. Dulcifico las almas. Soy fuerza y milagro. Soy arma poderosa. Regalo venturas. Por mi gracia nacen la ilusión y la esperanza. En mí brota la vida y se multiplica. La mano de Dios siempre estuvo levantada sobre mi frente en señal de bendición.

Los hombres me calumnian, dicen que provoco enojo y hasta crimen. Mas nunca esgrimí el puñal…Soy la dulzura. La dicha y el beso Tejo el nido y enlazo la unión. En la sombra o en la luz siempre soy ventura.

Las mujeres me difaman y suelen pedirme lo que yo no sé construir: ¡oro y vanidades!

Soy el amor. Mi oro es el cariño, mis joyas son ternuras. Para eso soy el amor, lo más grandioso de la vida, el móvil del mundo …

Amar en todos los instantes de la vida, ya que es el amor el que agita la existencia. El que despierta el ingenio, el que engendra la bondad, el que da coraje; ya que el amor es el eje del mundo y el divino secreto de todas las almas.

Y yo soy la familia, producto del amor… templo del amor. Él me construyó sobre bases de piedras solidificadas con deberes y leyes.

Nací de las sublimidades del beso, del cariño, del compañerismo y de la comprensión.

Soy la fuerza incalculable. Cuando se amaron el primer hombre y la primera mujer, la primera raíz mía brotó del centro de la tierra. Soy una fortaleza, mis torres se elevan hasta el mas allá, en el diáfano azul, horadando el blanco de las nubes.

Pasiones, egoísmos, intereses procuran conmoverme, mas yo soy la fuerza que todo soporta y todo desafía. Soy la familia. Tengo los brazos y el corazón siempre abiertos; soy un puerto, el puerto siempre a la hospitalidad y a la bondad. Mías son las tres grandes virtudes: ¡fe, esperanza y caridad! Por eso las representa una cruz, un ancla y un corazón.

La vida nos enseña todos los días que la familia es lo único y lo mejor que poseemos, no lo empañemos, pues con críticas y desacuerdos.

¿Por qué la queja sobre los parientes? ¿por qué creer que los amigos son mejores? Es porque a los parientes los tenemos demasiado cerca, porque se mueven dentro de nuestro corazón y corren por nuestras venas … mientras que a los amigos los vemos de lejos… y poco.

Nada de común o de propio nos une a ellos. Sus acciones no nos hieren ni ofenden ni nos enorgullecen directamente tampoco. Entretanto que, con la familia, todo es nuestro: dolor, orgullo, todo nos pertenece; quisiéramos que todo en ellos fuera mejor. Si aceptamos imperfectos a los amigos. Es porque sus actitudes no están pegadas a nuestro espíritu como las de aquellos que llevan nuestra sangre.

La verdad es que lo único propio que nos da la vida es la familia.

Desconfiemos del hombre solitario y díscolo, del que no sabe sonreír, del que no conquista afectos ni gana amigos, del que no sabe de amabilidades. Cuidémonos del hombre que huye de la familia, del que reniega y murmulla de ella …

El que no es solidario con la familia es ya un hombre que infunde desconfianza, su fibra es mala, es ingrato, es injusto … es de alma pequeña.

La familia es nuestra propia sangre, profanarla en críticas es profanar nuestro propio corazón…Por muchos defectos que posean los padres y los hermanos. Nadie en el seno de la familia puede ser censor o delator.

Una hora llega siempre en la vida en la que aquel que renegó de la familia comprende que lo único verdadero y seguro es la sangre que responde a la sangre. Que después de todas las decepciones, en la única parte donde las decepciones se curan es en el seno de la familia.


Autor:
Yohana Uriarte ciudadana peruana nacida en Lajas – Chota – Cajamarca
Experiencia Laboral: Dra. En Educación con mención en Ciencias de la Educación, 22 años de experiencia laboral como docente en el nivel primario y universitario.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

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