Neil Selwyn: No prohíban el uso del móvil o celular en el cole, prohíban el abuso

¿Es el teléfono móvil un enemigo en las aulas? ¿O puede ser un aliado educativo si se gestiona adecuadamente? Estas preguntas centraron la conversación que sostuvo el periodista Luis Amiguet, de La Vanguardia, con Neil Selwyn, catedrático de Educación de la Universidad de Monash, Melbourne, quien lleva más de 25 años investigando el papel de la tecnología digital en la educación escolar, universitaria y de adultos.

Durante la entrevista, publicada en La Contra de La Vanguardia, Selwyn aborda con precisión un tema que divide a educadores y familias en todo el mundo: el uso del móvil en los colegios. ¿Prohibirlo o permitirlo? Según el experto, ni una cosa ni la otra.

¿Dónde debe establecerse el límite en el uso del móvil?

Para Selwyn, la clave no está en la prohibición absoluta, sino en evitar el abuso. Señala que cada contexto es distinto y, por lo tanto, las decisiones deben tomarse caso a caso, por parte de padres y docentes. Los educadores en el aula y los padres en casa deben definir cuándo y cómo utilizar el móvil de manera apropiada.

¿Puede el móvil aportar valor educativo?

El catedrático lo afirma con claridad. Durante la pandemia, por ejemplo, observó cómo estudiantes producían documentales relacionados con sus lecciones, utilizando herramientas que, en muchos casos, dominaban mejor que sus propios profesores. «Nos enseñaron mucho», reconoce.

Además, Selwyn destaca que muchos jóvenes, especialmente aquellos de familias divididas, dependen de aplicaciones de mensajería para organizar su vida diaria. «Sin WhatsApp su vida sería caótica. ¿Por qué prohibírselo?», reflexiona.

¿El móvil puede ser herramienta de aprendizaje en todas las asignaturas?

Incluso en matemáticas, sostiene Selwyn, el móvil puede ser un recurso pedagógico valioso si se usa con criterio. «Se trata de gestionar entre todos esa arma creativa o destructiva que llevamos en el bolsillo. Si solo la prohibimos, tampoco estamos aprendiendo a usarla», advierte.

¿Cómo se puede regular el uso sin caer en extremos?

Selwyn propone establecer horarios y rutinas claras, pero, sobre todo, acompañar a los estudiantes en su vida digital. Para él, “si usan el móvil solo cuando no les ven los adultos, perdemos la oportunidad de ayudarles a gestionar esos peligros”. Solo estando presentes en sus prácticas digitales los adultos podrán guiar a los jóvenes en el uso responsable de la tecnología.

¿La tecnología puede reemplazar al docente?

Aunque reconoce que la inteligencia artificial está siempre disponible —algo que un profesor no puede hacer—, Selwyn es categórico al afirmar que «el profe siempre será insustituible». Sin embargo, plantea que es inevitable que los estudiantes deban aprender a trabajar con herramientas de IA, pues estas serán parte de su vida académica y profesional.

¿Existe el riesgo de invertir mal en tecnología educativa?

Según Selwyn, uno de los grandes problemas actuales es que muchos sistemas educativos invierten grandes sumas en tecnología sin un plan pedagógico claro, y luego terminan forzados a utilizarla solo porque ya está comprada, a veces incluso cayendo en el abuso. El otro extremo, aún más preocupante, es el de los países cuyos sistemas escolares carecen de los recursos para incorporar estas tecnologías, dejando a muchos niños sin acceso a herramientas que podrían enriquecer su aprendizaje.

¿Entonces hay que volver al lápiz y el papel?

Aunque algunos modelos pedagógicos —como ocurre actualmente en Suecia— están revisando el peso de la tecnología en las aulas, Selwyn considera poco realista excluirla completamente. A su juicio, se trata de buscar el equilibrio: “complementar unas con otras”. Para leer, el libro sigue siendo un recurso insustituible; para escribir, la IA puede convertirse en un apoyo eventual.

¿No está pidiendo demasiado a padres y profesores?

Ante la pregunta directa de Amiguet sobre si su propuesta es demasiado exigente, Selwyn responde con honestidad: “Le digo lo que es deseable”. Y ese deseo pasa por conocer de verdad a los propios hijos y alumnos, compartir con ellos el mundo digital, e incluso jugar juntos a videojuegos, aunque los adultos deban hacer el esfuerzo de aprender nuevas habilidades digitales.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF 


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