Cada noche, millones de personas se duermen con el teléfono en la mano, frente al televisor o la tablet encendida. Lo que parece un hábito inofensivo —“solo un video más”, “una serie antes de dormir”— está alterando la manera en que dormimos. La ciencia lo confirma: no es solo el celular, sino todas las pantallas las que, utilizadas antes de dormir, reducen la calidad del descanso y aumentan el riesgo de insomnio.
Un estudio que encendió la alerta
La investigación más reciente proviene de Noruega, donde un equipo de científicos analizó los hábitos de sueño y el uso de dispositivos electrónicos en 45.202 jóvenes de entre 18 y 28 años. El estudio, publicado en la revista científica Frontiers in Psychiatry (2025), mostró que por cada hora adicional de exposición a pantallas antes de dormir, el riesgo de insomnio aumenta un 59%, y el tiempo total de sueño se reduce, en promedio, 24 minutos por noche.
El hallazgo más llamativo es que todas las actividades frente a pantallas —no solo las redes sociales— producen efectos negativos. Mirar películas, jugar videojuegos o incluso leer en la tablet genera un impacto similar sobre el descanso. La conclusión es clara: el problema no está en el contenido, sino en el momento y la forma en que usamos la tecnología.
Por qué las pantallas nos quitan el sueño
La doctora Sofía Luján, neuróloga e integrante de la Unidad de Medicina del Sueño del Instituto Fleni, explicó a Infobae que el fenómeno tiene tres dimensiones:
- Procrastinación del sueño. El tiempo de uso de pantallas desplaza la hora de dormir. Las personas “posponen” el descanso y, sin darse cuenta, sacrifican minutos valiosos de sueño reparador.
- Inhibición de la melatonina. La luz azul que emiten los dispositivos interfiere con la producción natural de melatonina, la hormona que le indica al cerebro que llegó la noche. Cuanto más se prolonga la exposición, más tarda el cuerpo en entrar en modo de descanso.
- Activación del cerebro. Algunos contenidos, especialmente los de redes o videojuegos, mantienen al sistema nervioso en estado de alerta. El cerebro se “acelera” justo cuando debería comenzar a relajarse.
La neuróloga Stella Maris Valiensi, responsable de la Sección Medicina del Sueño del Hospital Italiano de Buenos Aires, añade que este hábito altera los ritmos circadianos —nuestro reloj biológico interno— y aumenta el estado de vigilancia, haciendo que el cuerpo siga “despierto” incluso después de apagar la pantalla.
Cuando el descanso se vuelve superficial
Dormir poco o mal no solo causa cansancio al día siguiente. A largo plazo, la falta de sueño reparador incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes, obesidad y trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión. Los microdespertares provocados por notificaciones o sonidos nocturnos interrumpen las fases profundas del sueño, impidiendo que el cuerpo y el cerebro se recuperen adecuadamente.
La Sleep Foundation recomienda dormir entre 7 y 9 horas por noche, sin interrupciones ni exposición previa a estímulos luminosos intensos. Sin embargo, la mayoría de las personas jóvenes —según este estudio— duermen menos de seis horas efectivas.
Un hábito que se puede cambiar
La buena noticia es que este problema no es irreversible. Las expertas consultadas coinciden en que mejorar la higiene del sueño requiere pequeños cambios consistentes:
- Apagar o alejar los dispositivos entre 30 y 60 minutos antes de dormir.
- Activar el modo nocturno o reducir el brillo de las pantallas después de la cena.
- Silenciar las notificaciones y cargar el teléfono fuera de la habitación.
- Reemplazar el uso del celular por actividades relajantes: leer un libro físico, escuchar música suave o practicar respiración consciente.
- En niños y adolescentes, evitar pantallas al menos dos horas antes de acostarse.
Valiensi recomienda incluso activar la escala de grises en el teléfono, ya que elimina el atractivo visual de las aplicaciones y ayuda a reducir el impulso de seguir mirando.
Más conexión con el sueño, menos con la pantalla
Los especialistas coinciden en un mensaje clave: el descanso es una necesidad biológica, no un lujo. El celular nos conecta con quienes están lejos, pero también nos puede desconectar de quienes tenemos cerca, e incluso de nosotros mismos. Dormir bien no solo mejora la memoria y la concentración; también protege el corazón, el ánimo y el equilibrio emocional.
En tiempos donde la tecnología invade cada espacio del día, aprender a desconectarse para poder descansar es una forma de inteligencia y autocuidado. La ciencia lo confirma: todas las pantallas antes de dormir afectan el sueño. Lo que está en nuestras manos es decidir si queremos seguir mirándolas o cerrar los ojos a tiempo.
Fuentes consultadas:
- Infobae (2025, abril). “No es solo el celular: todas las pantallas antes de dormir alteran el sueño.”
- Kallestad, H. et al. (2025). Screen-based media use and insomnia symptoms among young adults: The SHoT study. Frontiers in Psychiatry.
- American Academy of Sleep Medicine (2023). Guidelines for healthy sleep in the digital era.
- Sleep Foundation (2024). Digital device use and sleep hygiene recommendations.
- Harvard Health Publishing (2020). Blue light has a dark side.
Redacción | Web del Maestro CMF






