En un video que ha dado la vuelta al mundo, un abuelo y su pequeño nieto comparten un momento aparentemente común: ambos sentados en el sillón del living, tranquilos, disfrutando la noche. El niño sostiene un teléfono móvil, absorto en la pantalla, mientras su abuelo, a su lado, lo acompaña en silencio. Todo parece cotidiano, hasta que una voz femenina —probablemente la madre del niño— llama desde otra habitación: “¡André!”. En ese instante, el abuelo, sin pronunciar palabra, choca suavemente su rodilla con la del pequeño. Es un gesto mínimo, casi imperceptible, pero cargado de significado. El niño entiende al instante: cambia el teléfono por una tablet y esconde el celular detrás de él.
El gesto, captado por alguien desde otro ángulo, se volvió viral. En cuestión de horas, las redes se llenaron de comentarios divididos entre la ternura y la polémica. Algunos lo aplauden como una muestra de amor, complicidad y protección; otros lo critican como un acto de encubrimiento, un ejemplo de cómo los adultos a veces rompen las normas que ellos mismos enseñan.
¿Cariño o complicidad?
Quienes defienden al abuelo aseguran que se trata de una escena entrañable: un hombre mayor, cómplice del nieto, que prefiere evitarle un regaño o una discusión. En un mundo donde muchos niños crecen lejos de sus abuelos, este tipo de vínculo afectivo se percibe como un tesoro. Para muchos usuarios, el gesto simboliza ternura pura: un abuelo que protege al niño no por rebeldía, sino por amor, porque en su mirada el nieto no comete una falta grave, sino un pequeño acto travieso.
Sin embargo, la otra mitad de los comentarios plantea un punto de fondo: el rol del adulto como referente educativo. Encubrir, aunque parezca inofensivo, puede transmitir al niño un mensaje contradictorio: que está bien romper las reglas si hay alguien que lo justifique o lo proteja. Y ese detalle, para muchos padres y educadores, es el verdadero dilema ético.
El papel de los abuelos en la crianza moderna
Los abuelos son figuras fundamentales en la infancia. Aportan calma, experiencia y un tipo de afecto que muchas veces complementa lo que los padres, por rutina o cansancio, no pueden ofrecer. Pero también es cierto que el límite entre el cariño y la sobreprotección puede ser difuso.
En este caso, el abuelo no solo acompañaba: también intervenía para evitar que el niño enfrentara las consecuencias de su acción. Su gesto, aunque cariñoso, refleja una realidad más amplia: muchos abuelos sienten la necesidad de “compensar” las reglas de los padres con indulgencia. Y esa tensión entre generaciones —autoridad versus ternura, disciplina versus cariño— es un fenómeno cada vez más visible.
La educación en tiempos de pantallas
El debate también toca otro tema sensible: el uso de dispositivos electrónicos en la infancia. Muchos padres establecen límites por razones válidas —salud visual, sueño, tiempo de concentración—, pero los niños, nativos digitales, viven la tecnología como parte de su mundo. Para un abuelo que creció en otra época, ver a su nieto feliz frente a una pantalla puede parecer inocente; para los padres, es una preocupación. El choque entre generaciones se hace evidente no solo en la forma de criar, sino también en cómo se entiende el tiempo, el ocio y el aprendizaje.
Entre el amor y los límites
El video del abuelo no es solo un momento viral; es una metáfora de nuestra época. Refleja cómo el amor, la autoridad y la educación se entrelazan en un equilibrio delicado. ¿Hizo bien el abuelo? Depende de la mirada. Si lo analizamos desde el afecto, sí: actuó por amor, con ternura y protección. Pero si lo vemos desde la formación, quizás no tanto: encubrir también educa, aunque sea sin querer.
En el fondo, esta escena nos invita a pensar en algo más profundo: los niños no solo aprenden de lo que se les dice, sino sobre todo de lo que observan. Y cada pequeño gesto —una mirada, una rodilla que avisa, un silencio que encubre— también deja huella.
El abuelo de este video probablemente no buscaba viralidad ni debate. Solo quiso evitar una reprimenda a su nieto. Pero su gesto ha abierto una conversación necesaria: cómo combinar el amor con los límites, la comprensión con la coherencia. Porque educar —en casa o en la vida— no es solo corregir, sino también enseñar con el ejemplo.
Redacción | Web del Maestro CMF






