Algunos dicen que la educación es la parienta pobre de nuestra estructura social

“Educar para la esperanza en la Patria es hacer consciente que ese chico tiene un horizonte hacia el pasado que es lo que recibió como patrimonio de los que nos precedieron, de los que hicieron la Patria; y enseñarle a ese chico, a esos jóvenes que la Patria no empezó hoy porque tenemos una herencia que recibir, que custodiar, pero también una herencia que trabajar en el presente para proyectarla en las utopías del futuro.

Lo que hemos recibido de nuestros padres, si hay educación para la esperanza, lo tenemos que transmitir, enriquecido, a nuestros hijos. […] el chico ¿sabe reconocer el patrimonio que recibió? ¿Sabe que hubo 200 años de hombres y mujeres que mal o bien amasaron la Patria y nos dieron algo? O ese chico ¿se ha “aguachado” [domesticar, amansado] por las coyunturas del momento y no sabe reconocer en ese horizonte lo que ha recibido, viviendo como si no hubiera recibido nada? Pero, por otro lado, eso que recibió no es para que lo guarde enlatado, en conserva, ¡sino para que lo trabaje hoy! Ese chico, esos jóvenes, ¿saben trabajar hoy lo que han recibido? ¿Saben asumir ese patrimonio? ¿Son patriotas? ¿Les enseñamos a asumir el patrimonio? ¿A proyectarlo hacia delante? ¿Esos chicos tienen utopías? ¿Tienen sueños?

Educar en esperanza son esas tres cosas: Memoria del patrimonio recibido y asumido; Trabajo de ese patrimonio para que no sea el talento encerrado; y Proyección a través de las utopías y los sueños hacia el futuro. Creo que se nos impone un examen de conciencia sobre esto… ¿Trabajamos en esperanza? Algunos dicen que la educación es la parienta pobre de nuestra estructura social… Bueno, eso depende como se lo mire. Cuando uno mira el desgaste de los docentes en un pacto educativo roto sin el apoyo de los padres, con sueldos mal pagos que los obligan a tener dos trabajos, con aulas más llenas de lo que sería necesario, entonces uno se da cuenta de que realmente allí hay algo que solucionar, hay una pobreza. Tenemos que reconocer ese trabajo cotidiano de estos hombres y mujeres que se desgastan en el aula en situaciones a veces insuficientes y precarias. […].

Miramos a los chicos. Y el examen de conciencia nos tiene que llevar a la pregunta: ¿estos chicos, que están llamados a ser educados en la esperanza, saben recibir, los preparamos para recibir la semilla de la esperanza? O ¿les damos 3 o 4 cosas que terminan fracasando en la esquina con el que viene a venderles “merca”? Nuestros chicos salen de la escuela y en la esquina la pueden comprar… Esa responsabilidad recae sobre nuestra conciencia. Los preparamos para grandes horizontes o para el horizonte de la esquina en donde por unos pesos pueden comprarse la pasta base o lo que sea. Esto sucede en esta Ciudad y no solo en los barrios periféricos sino en el centro de la Ciudad.

A los chicos les queremos pedir perdón porque no siempre los tomamos en serio. Porque no siempre ponemos los medios para que su horizonte no termine en la esquina, porque muchas veces no acertamos a entusiasmarlos con horizontes más grandes que le hagan valorar lo que recibieron y tienen que transmitir ¡porque muchas veces no supimos hacerlos soñar! Me gusta mucho una expresión de un autor americano que dice que Dios nos dio dos ojos, uno de carne y otro de vidrio. Con el ojo de carne vemos lo que miramos; con el ojo de vidrio vemos lo que soñamos. ¿Le enseñamos a nuestros chicos a ver la vida con estos dos ojos? ¿Nuestros chicos salen con la capacidad de soñar o salen apurados para poder llegar a la esquina y poder tener el papelito? Así que a los chicos les pedimos perdón por nuestra incapacidad de hacerlos soñar, de ponerles horizontes grandes.

Y después estamos nosotros los dirigentes. Los responsables. A nosotros se nos pide esencialmente que seamos patriotas en sentido superlativo. A nosotros los dirigentes se nos pide que recibamos con veneración la herencia de nuestros padres, la trabajemos en el presente y la proyectemos hacia el futuro. A nosotros los dirigentes se nos pide testimonio. Nunca podremos enseñarle a un chico el horizonte de grandeza de la Patria, el que recibieron y el que tienen que proyectar, si usamos nuestra dirigencia como escalón de nuestras ambiciones personales, para nuestro trepar cotidiano, para nuestros mezquinos intereses, para abultar la caja o para promover los amigos que nos sostienen. Se nos pide otro tipo de testimonio. Y cuando nuestros chicos nos ven a nosotros dirigentes que les damos este testimonio de bajeza, no se animan a soñar… no se animan a crecer…

Hoy la Patria nos pide a los dirigentes mucho trabajo. ¡Trabajar en lo que hemos recibido! para hacerla crecer y proyectarla hacia el futuro. Si no damos testimonio de esta capacidad de horizonte y de trabajo, nuestra vida terminará en un rincón de la existencia llorando la milonga [canto, baile] de nuestro fracaso como educadores, como hombres y como mujeres.

[Los profesores necesitamos ser conscientes de] la grandeza de una Patria que hemos recibido ¡hecha con trabajo, lucha, sangre, equivocaciones y mil cosas! ¡Pero la recibimos! ¡Y que no tenemos derecho a cambiarle la identidad y la orientación! La grandeza del envío a trabajar para que esa Patria crezca y la grandeza de proyectarla hacia el futuro en una utopía que sea continuidad con lo que nos fue dado”.

Textos extraídos de la HOMILÍA DEL CARDENAL JORGE MARIO BERGOGLIO S.J., ARZOBISPO DE BUENOS AIRES.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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