Condenan por primera vez a alumno que agrede a un profesor: Docente fue golpeado al comunicarle su riesgo de repitencia

La justicia chilena sentó un precedente histórico: por primera vez en el país, un alumno fue declarado culpable por agredir a un docente. La decisión judicial llega en medio de una creciente preocupación por los niveles de violencia que enfrentan los profesores dentro de las aulas.

El caso que motivó esta condena fue el del profesor Miguel Niño, quien sufrió una violenta agresión en octubre de 2023 mientras trabajaba en un colegio ubicado en la comuna de San Ramón, en Santiago. Según los antecedentes entregados durante el juicio, todo ocurrió luego de que el docente informara a uno de sus estudiantes —de entonces 17 años— que estaba en riesgo de repetir el año escolar. La respuesta del alumno fue golpear y patear reiteradamente a su profesor en el rostro, dejándolo con fracturas en la nariz y en la mandíbula.

Las lesiones fueron tan severas que su rostro tuvo que ser reconstruido mediante una compleja cirugía, en la que le implantaron alrededor de 20 tornillos metálicos. Pero más allá de las consecuencias físicas, el impacto psicológico también fue devastador: el profesor quedó con secuelas emocionales y vivió un proceso prolongado de recuperación que incluyó licencias médicas, terapias y el alejamiento temporal del ejercicio docente.

Lejos de aceptar esta agresión como parte de un sistema que muchas veces no reacciona con contundencia frente a estos hechos, Miguel Niño decidió dar un paso que muchos temen: denunció a su agresor y llevó el caso a la justicia penal.

Finalmente, y tras un proceso judicial que duró varios meses, el tribunal dictó veredicto: el joven, identificado con las iniciales B.A.R.B. y actualmente de 18 años, fue declarado culpable del delito de «lesiones graves». La sentencia será leída el próximo lunes 14 de octubre, pero la Fiscalía ya solicitó una condena de dos años de internación en régimen semicerrado.

Este caso no solo es un alivio para el profesor afectado, sino también un llamado de atención urgente para el país. Hasta ahora, los episodios de violencia escolar en Chile —aunque frecuentes— no habían desembocado en una condena penal contra un alumno. Esta resolución judicial abre una puerta inédita, y también un debate inevitable: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a tolerar agresiones contra quienes enseñan?

La violencia escolar, una realidad que no se puede seguir normalizando

Lo ocurrido con Miguel Niño no es un hecho aislado. Profesores de todo Chile han denunciado un aumento sostenido en los niveles de agresividad y falta de respeto por parte de estudiantes y, en muchos casos, también de apoderados. Golpes, amenazas, insultos y hostigamiento se han vuelto parte del día a día en muchos establecimientos educativos, especialmente en contextos vulnerables o con escasa presencia institucional.

La diferencia en este caso fue la decisión del profesor de llevar el hecho hasta las últimas consecuencias. Y la justicia, esta vez, respondió.

No se trata de criminalizar a la juventud, ni de convertir las escuelas en espacios punitivos. Pero sí se trata de reafirmar que los docentes no están solos, que merecen respeto y protección, y que agredir a un profesor no puede seguir siendo minimizado como un simple «conflicto escolar». Hay vidas que se destruyen con un golpe, carreras que se frenan con un insulto, vocaciones que se apagan por falta de respaldo.

¿Y ahora qué?

El fallo contra B.A.R.B. no soluciona todos los problemas estructurales de la educación chilena, pero sí abre una puerta simbólica y legal. Es un recordatorio de que los límites existen, y deben ser respetados. Es también un mensaje para las instituciones educativas, los apoderados y los propios estudiantes: la violencia no puede tener cabida en el aula.

Este caso marcará un antes y un después. No solo por ser la primera condena de este tipo en el país, sino porque representa la urgencia de repensar el rol de la autoridad docente, la responsabilidad penal adolescente y los mecanismos de prevención y contención en los establecimientos educacionales.

Porque cuando un profesor debe ser reconstruido con tornillos para volver a su vida, algo se quebró mucho antes en la comunidad educativa. Y si el Estado no toma cartas en el asunto con firmeza, cada nueva agresión será una cicatriz más en el rostro de una educación que se nos cae a pedazos.

Apoyo de docentes

Los comentarios de muchos maestros en redes sociales no se hicieron esperar, expresando su preocupación y solidaridad con el docente agredido:

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF


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