Lo que comenzó como un llamado de atención en una sala de clases terminó en una escena de violencia extrema que ha sacudido a la comunidad educativa de Neuquén. Este martes, en el ISFD 12 de Nivel Primario, que funciona dentro del histórico Colegio San Martín de la capital provincial, una madre y su hija mayor de edad ingresaron al establecimiento y desfiguraron a golpes a la directora del plantel. ¿El motivo? Una docente había reprendido a una estudiante de 12 años —hija y hermana de las agresoras— por no prestar atención en clase.
La violencia fue desmedida. Testigos relataron cómo ambas mujeres llegaron directo a buscar a la profesora, pero al no encontrarla, atacaron a la directora que intentaba interceder. La escena fue captada por alumnos del turno tarde, quienes no podían creer lo que estaban presenciando. A la directora le golpearon la cabeza contra la pared hasta provocarle una desfiguración facial. Otras docentes que intentaron detener la agresión también resultaron heridas y debieron recibir asistencia médica.
La violencia no fue un impulso del momento. Según trascendió, el día anterior las agresoras ya habían intentado ingresar al recinto luego de que la madre amenazara de muerte a la docente. Ante esa amenaza, el colegio reforzó la seguridad, pero no fue suficiente. La mujer logró sortear el control y, cegada por la furia, descargó su violencia en quien se cruzara en su camino.
Sandra Sepúlveda, secretaria de Nivel Medio de la Asociación de Trabajadores de la Educación del Neuquén (ATEN), no dudó en calificar la situación como «una paliza terrible». Detalló que la directora quedó con el rostro deformado y en estado delicado de salud. “Sea lo que sea lo ocurrido en el aula, nada justifica semejante acto de violencia. Esta no es la forma de resolver conflictos”, señaló. Y lamentó que las agresoras incluso estuvieran intentando localizar el domicilio de la maestra para atacarla fuera del colegio.
La gravedad del hecho obligó a suspender las clases desde la tarde del martes, y el miércoles tampoco hubo actividades. ATEN emitió un comunicado urgente exigiendo medidas concretas a las autoridades para prevenir este tipo de situaciones y proteger a la comunidad educativa. Por su parte, Angélica Lagunas, secretaria general de ATEN Capital, responsabilizó al gobierno de Rolando Figueroa por contribuir al desprestigio de la labor docente y solicitó convocar a asambleas para definir medidas de acción directa.
Este ataque es el reflejo más crudo de una realidad que muchos docentes enfrentan en silencio: el avance de la violencia familiar dentro de la escuela y la pérdida de autoridad del docente. Lo ocurrido en Neuquén no fue un malentendido, ni una exageración: fue una agresión premeditada, brutal y desproporcionada, desatada simplemente porque una profesora le pidió a una alumna que prestara atención.
En otro tiempo, los padres confiaban en los docentes y, como mínimo, escuchaban su versión. Hoy, en muchos casos, esa confianza ha sido reemplazada por la sospecha, el enfrentamiento y, como en este caso, la violencia física. “No se trató de una sanción, ni de una humillación: fue solo un llamado de atención. Algo tan básico y necesario en cualquier aula. Pero hoy, ni eso se puede hacer sin exponerse al riesgo”, reflexionó un colega de la víctima.
Los propios estudiantes registraron con sus teléfonos el momento en que la madre golpeaba salvajemente a la regente del colegio al no hallar a la maestra que había llamado la atención a su hija. La agresión fue tan brutal que hoy toda la provincia se encuentra bajo un paro docente. El sistema educativo neuquino está en crisis, y lo ocurrido evidencia una fractura profunda: la desprotección de los maestros ante padres que niegan la realidad, hijos que se victimizan y autoridades que brillan por su ausencia.
Este caso no puede tratarse como un hecho aislado. Es el síntoma de un problema más amplio: la deslegitimación de la autoridad docente, la falta de herramientas para manejar la indisciplina y el creciente poder de padres violentos que creen que educar es sinónimo de proteger a sus hijos de todo límite.
El aula ya no es un lugar seguro. ¿Qué puede esperar un maestro si, por cumplir su función, lo espera una golpiza y un rostro desfigurado? ¿Cómo se puede enseñar bajo amenaza? ¿Cómo se puede educar en medio del miedo?
Mientras la directora lucha por recuperarse, la comunidad exige justicia. Lo que ocurrió no puede repetirse ni minimizarse. Hoy más que nunca, se necesita una respuesta firme y urgente. Defender a los docentes es defender la escuela. Y defender la escuela es defender el futuro.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF