¿Y si te dijeran que desde que naciste te programaron para obedecer, no para pensar? Esta es la provocadora premisa del análisis que hace Paco González, creador del canal de YouTube Libertad Virtual, quien relata con detalle cómo el sistema educativo moderno no nació para liberar mentes, sino para controlarlas. No es conspiración: es historia.
El origen militar de la escuela moderna
Todo comienza el 14 de octubre de 1806, en la batalla de Jena, cuando el Imperio Prusiano fue humillado por las tropas de Napoleón. Los líderes prusianos no culparon a la tecnología o al número de soldados, sino a algo más profundo: sus tropas pensaban por sí mismas. A diferencia de los franceses, sus soldados no obedecían órdenes ciegamente.
Fue entonces cuando tomaron una decisión trascendental: crear un sistema educativo que eliminara el pensamiento independiente. Así nació el modelo prusiano, diseñado por pensadores como Johann Gottlieb Fichte, quien abogaba por erradicar el libre albedrío en nombre del orden y la obediencia.
Este sistema estableció pilares como:
- Currículos estandarizados para suprimir la curiosidad individual.
- Libros de texto seleccionados políticamente para moldear la visión del mundo.
- Pruebas y castigos como herramientas de obediencia.
- Aulas rígidas y jerarquizadas, similares a cárceles o cuarteles.
El objetivo no era educar ciudadanos libres, sino formar soldados, obreros y funcionarios obedientes.
El contagio de Occidente
Lo que empezó en Prusia no se quedó ahí. En 1843, Horace Mann, conocido como el «padre de la educación pública estadounidense», visitó Prusia y regresó fascinado. Desde su cargo en Massachusetts, impulsó la educación obligatoria financiada por el Estado e inspirada directamente en el modelo prusiano.
Con el tiempo, la educación dejó de ser un derecho para convertirse en un instrumento de control social. Nadie cuestionaba su propósito, porque se presentaba como un camino hacia el progreso. Pero detrás del discurso del “bien común” se escondía la necesidad de formar masas funcionales, no pensantes.
Rockefeller y el negocio de moldear mentes
La historia no termina ahí. El 15 de enero de 1902, en una reunión celebrada en la mansión de John D. Rockefeller, se fundó el General Education Board, una entidad que, lejos de ser gubernamental, operaba como un brazo privado para rediseñar la educación a imagen y semejanza de los intereses industriales.
El objetivo era claro: educar para servir, no para liderar. Crear trabajadores dóciles, fieles al sistema y endeudados desde la universidad hasta la tumba. Rockefeller entendió que financiar escuelas, universidades y programas era más rentable si eso le garantizaba una población obediente.
Incluso las iniciativas educativas dirigidas a afroamericanos en el sur de Estados Unidos fueron diseñadas para mantenerlos en trabajos agrícolas y evitar su movilidad social. Todo estaba calculado.
Universidades: ¿conocimiento o negocio?
Paco González pone el dedo en la llaga: ¿por qué las universidades acumulan fortunas comparables al PIB de países enteros? Harvard, con un fondo de más de 50 mil millones de dólares, podría ofrecer educación gratuita a 250 mil personas… pero no lo hace. Porque el sistema ya no educa: vende estatus, deuda y falsas promesas.
Y lo más inquietante: incluso en universidades privadas de Europa o América Latina, el adoctrinamiento sigue vivo. El pensamiento crítico es marginal. Lo importante es seguir el camino marcado: título, máster, doctorado… y aún así, sin garantías.
El testimonio del autor
González cuenta su experiencia como estudiante en un colegio religioso rígido, con estructuras mentales represivas. Más tarde, ya como estudiante de ingeniería en una prestigiosa universidad estadounidense, detectó el mismo patrón: asignaturas de relleno, falta de sentido y una clara intención de mantener al alumno dentro el mayor tiempo posible.
Después de terminar un máster en finanzas y trabajar en un banco de inversión de élite, lo tuvo todo… menos felicidad. Y ahí tomó una decisión radical: romper con el sistema y emprender por su cuenta.
No fue fácil. Durante una década fracasó una y otra vez. Pero entonces llegó el comercio electrónico. Fundó una tienda en Amazon, formó una comunidad con más de 15.000 alumnos y, en una década, facturó 40 millones de dólares. Hoy afirma con contundencia: “La libertad es posible, pero no dentro del sistema educativo tradicional”.
El despertar: de estudiantes obedientes a seres libres
El mensaje final de González es claro: nos han entrenado para obedecer, para consumir, para endeudarnos, para ser clientes perpetuos de industrias, bancos, farmacéuticas y gobiernos. Pero hoy, gracias a internet y la inteligencia artificial, tenemos herramientas para despertar y recuperar nuestra autonomía.
Negocios digitales, marcas personales, servicios independientes… las oportunidades existen. Pero antes de tomarlas, hay que hacer lo más difícil: desprogramarse.
Reflexión final
Este relato no es una denuncia contra los maestros, muchos de los cuales son víctimas también de este sistema. Es, sobre todo, un llamado a la conciencia. A preguntarnos: ¿quién decidió lo que debíamos estudiar? ¿Por qué tantas materias no tenían sentido? ¿Por qué los creativos, los rebeldes, los distintos, eran castigados o silenciados?
La educación, en lugar de abrir alas, nos encerró en jaulas con nombre de aula.
Y quizás, lo más urgente hoy no sea reformar el sistema…
sino atreverse a salir de él.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF
Floribelly Sánchez Ramírez Fanny Cano Ramos Jesus Canseco Norma Sanchez lean esto