“La compasión es lo que nos hace verdaderamente humanos y nos impide convertirnos en piedras, como los monstruos de impiedad que aparecen en los mitos.” (Anatole France)
“Al tratar de encontrar bibliografía sobre la compasión, he observado que es más bien escasa. La mayoría de los autores sitúan la virtud de la compasión a medio camino entre el amor y la ternura. Por eso, con buen acierto, nuestro Diccionario de la Real Academia define la compasión como “sentimiento de ternura y lástima que se tiene del trabajo, desgracia o mal que padece alguno”.
Seguramente no suene bien en los oídos del lector la palabra lástima, pero el Diccionario de la Real Academia nos reconduce a la ternura desde el amor, pues define lástima como, “enternecimiento y compasión que excitan los males de otros”.
Vemos, por tanto, que la compasión se exterioriza, se manifiesta como sentimiento de ternura, pero necesariamente arranca del amor, se nutre de él, pues ya sabemos que la ternura es siempre consecuencia del amor; como el calor lo es del fuego.
LA COMPASIÓN: [QUÉ ES Y CÓMO SE DESPLIEGA] (06´ 55”)
No es que no aprecie en lo que vale la compasión en su sentido más estricto de padecer con el otro, acompañarle en su dolor, estar a su lado y hacerle compañía cuando todo parece perdido y que poco o nada podemos hacer por quien sufre un mal incurable . . . . . . Reconozco la nobleza de corazón y el amor, que entraña esta compasión estática y de carácter más bien pasivo. Pero la compasión de la que yo hablo va más allá de la simple lástima, del llorar con el que llora o sufrir con el que sufre, para que sea más leve y llevadero su llanto y su dolor.
Yo hablo de una compasión activa y dinámica, cargada de consuelo, pero sobre todo de esperanza, la compasión como valor, como virtud. No dudo en afirmar como Buda que “la mayor de las virtudes es la compasión”, siempre que, al compartir el dolor, el sufrimiento o la soledad de los demás, sepamos llevar a sus corazones doloridos el bálsamo de un consuelo real y orientar sus vidas hacia la esperanza, a encontrar alternativas al padecimiento y, en última instancia, a sublimarlo y a sentir la calma del espíritu.
LA COMPASIÓN, AL ALCANCE DE CUALQUIERA
“Es más compasivo quien ya ha padecido el infortunio.” (J. G.)
Ser compasivo es estar diligente, pronto y atento a revestirse de ternura y comprensión para con aquellas personas que se sienten atenazadas por la enfermedad, la pobreza y la desesperanza. La toma de contacto ha de iniciarse con un trato cordial y afable expresado en el gesto benevolente, la amplia y sincera sonrisa y la palabra cálida y amable que despierten en el hermano que sufre los sentimientos de comunicación y amistad.
La solicitud, iniciada con el deseo por compartir el sufrimiento ajeno y aliviarlo en la medida de lo posible, se transforma en amor auténtico cuando recibe el impulso incontenible de la generosidad y de la solidaridad.
Practicas la compasión cuando acoges al menesteroso y le das cálida y sincera hospitalidad en tu corazón, con sumo tacto y delicadeza, y le aceptas de manera tan natural y espontánea que es imposible que se sienta humillado por tu acción compasiva y hospitalaria.
Publicaciones relacionadas:
- Bernabé Tierno: La persona bondadosa patenta un alto grado de madurez mental, psíquica y afectiva
- Bernabé Tierno: El sistema educativo (en muchos países) es claramente selectivo, competitivo y discriminatorio
- Bernabé Tierno Jiménez: Un buen educador no ejerce una educación por la fuerza y a su antojo
Si miras detenidamente en tu derredor; verás que son incontables las personas aisladas, solitarias, enfermas y pobres que desfallecen lentamente a pocos pasos de ti. Lo tienes fácil, sólo necesitas esbozar una sonrisa, tender una mano firme y cálida y ofrecerte solícito como hermano y amigo para proporcionar consuelo y esperanza. Tras el consuelo que le reportará tu compañía y sentirse comprendido y aliviado en sus temores, sufrimientos y desgracias, has de dar paso a la compasión dinámica, la que pasa a la acción y arbitra soluciones para que el hermano que sufre transforme sus dolores y sufrimientos en gozo y serenidad del espíritu. Como ves, ser hospitalario, solícito y compasivo está al alcance de cualquiera.
CONTAGIAR A QUIEN SUFRE LA ALEGRÍA DE VIVIR
“Sabes que para algunos la vida es un insoportable dolor. Entra en su sufrimiento, en su soledad. Baja de la cumbre de la autosuficiencia hacia el valle de los hombres solos y enfermos.” (Phil Bosmans)
“Se ponía al lado de los desgraciados, de la gente oprimida y triste, y hacía un esfuerzo mental para consolarlos y no les dejaba hasta que una luz de alegría les iluminaba el rostro.” (Jean Giraudoux)
Como dice E. W. Wllcox, «ningún sendero es enteramente áspero. Hemos de buscar los parajes amenos y luminosos y hablar de ellos al fatigado oído de la tierra, tan herida por la continua violencia del mortal descontento, del pesar y de la pena». Sin duda, en todo ser humano que padece, más allá de su soledad y de su sufrimiento podemos encontrar parajes amenos y luminosos, que él no acierta a descubrir y nosotros, al ejercer una compasión activa, hemos de ayudarle a encontrar.
La compasión dinámica y activa que arranca de un auténtico amor no descansa hasta lograr que el hermano que sufre por enfermedad, soledad, insoportable dolor o desesperanza, abra de par en par las puertas de su corazón y de su mente al júbilo, la esperanza y la alegría de seguir viviendo. Es preciso ayudar al que sufre a dilatar la fe en sí mismo y en los demás y hacerle sentirse hermanado y unido con los otros seres de la Creación, diluyendo su pena y su dolor en el inmenso mar del Amor Universal que parte de nuestro Creador y cuyas aguas llegan hasta la más sencilla y apartada playa de cada ser humano.
Artículos que podrían ser útiles:
- [David Auris] Educación solidaria para contrarrestar al bullying
- Cuáles son los tipos de amor que los niños experimentan en su infancia
- Esa es la clave, si un adulto le dice a un niño: “tú puedes”, entonces pueden
Pero, además, hemos de proponernos educar para la compasión a nuestros hijos, enseñándola como asignatura del amor de la solidaridad y de la confraternidad desde los primeros años de la infancia. Al crear hábitos de hacer el bien en nuestros descendientes, les conducimos seguros por la única senda que acorta todas las distancias hacia la auténtica felicidad. Como dice un proverbio hindú: “El bien que hicimos la víspera es el que nos trae la felicidad por la mañana.”
Por motivos únicamente educativos y de formación permanente compartimos esta publicación. En las redes puede Usted encontrar enlaces que ofrecen descargas PDF (gratuitas) de esta obra del profesor Tierno. Nuestra Fuente es: VALORES HUMANOS (pág. 92-93).
Dejamos constancia, que nos hemos permitido intercalar enlaces relevantes y un video del Doctor Enric Benito Oliver, relacionado con el punto de visto del profesor Tierno, así como indicar que las letras en negritas y cursivas, son nuestras. Con este recurso deseamos escuchar al profesor Tierno, y sobre todo reflexionar con quien nos sugiere que “una lectura sosegada que facilite tu aprendizaje hacia el equilibrio psicofísico y hacia una profunda paz interior, de la que te sentirás cada vez más pleno, a medida que te adentres en sus páginas. Toda la obra pretende ayudarte a saber vivir y a ser feliz”.
Esta publicación pertenece a la SERIE SOBRE LOS VALORES, LA EDUCACION Y LA DOCENCIA
“’Educar para la amabilidad no es otra cosa que educar para la empatía, el amor a los demás, la cordialidad, las buenas formas y en definitiva, para vivir mejor y más en paz con uno mismo y con los demás.”
NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, y no se hace responsable de las opiniones expresadas. Sugerimos a nuestros lectores conocer la identidad de la fuente o de su autor, para tener mayores elementos de juicio y la pertinencia a su realidad educativa.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF