Maestros al servicio de la educación

“Rita”: ¿Sabes por qué me convertí en maestra? Para proteger a los niños de sus padres

Rita es una profesora independiente, sincera y muy querida por sus alumnos; por los adultos, no tanto… Una comedia dramática llegada de Dinamarca y está disponible en la plataforma Netflix.
De origen danés, esta serie se mete en el mundo educativo a través de los ojos de una docente adorada por sus estudiantes, cuestionada por las autoridades y de complicada relación con sus hijos.

No hay que buscar reflexiones universales sobre el sistema educativo, ya que Dinamarca poco tiene que comparar con Argentina, Perú, Chile u otros países latinoamericanos. Pero sin duda algunos elementos de la vida de Rita servirán para que muchas y muchos otros docentes se identifiquen.

Rita una profesora diferente

Fuma en el baño del colegio, cuestiona las decisiones de sus directivos permanentemente y rompe normas escritas y no escritas sobre con quiénes es aceptable tener relaciones sexuales, por ejemplo. En casa, tiene con sus hijos tienen un vínculo amoroso pero tenso; con sus estudiantes, todo es devoción, acompañamiento y compromiso. Su principal problema es con los adultos: cuando una asesora pedagógica la inquiere sobre por qué eligió ser docente, responde simplemente “Para salvar a los chicos de sus padres”.

Rita es el relato de una profesora que está inserta en uno de los mejores sistemas educativos del mundo, no obstante debe lidiar con diversos problemas ocasionados por las carencias afectivas de los alumnos o las sobre exigencias de los padres al instituto; lo cual siempre logra resolver a su manera rebelde e incorrecta.

A lo largo de sus cuatro temporadas, la protagonista de esta serie se preocupa de demostrar que, pese a ser deslenguada e irreverente, es una de las mejores profesores de su escuela, ganándose el afecto de los alumnos, pero no precisamente el de sus colegas ni de su propia familia.

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Si te gusta el drama mezclado con comedia y gozas con personajes femeninos tan protagónicos y fuertes como éste, comienza a mirar esta serie, pues te llevará a conocer cómo se vive la educación en países desarrollados como Dinamarca y también a vivir desenlaces tan encantadores como difíciles de asimilar.

¿Qué puedes aprender de la serie “Rita”? (alainet.org)
1. Rita pone palabras

Rita incluye poniendo palabras muy simples a los conflictos escolares. Lo cual no quiere decir que simplifica dichas controversias, sino que las hace legibles de inmediato y de frente. Rita no entra a los problemas por el costado lo que a veces supone fricciones o resbalones de los que cuesta levantarse. Pone en juego un modo valiente, directo, con algo de esa irreverencia que suele ser eficaz cuando sacude en el lugar e instante precisos. A los padres de Rosa les dice que su hija es “precoz, arrogante y molesta”. A Andrea que no le cree que no se droga y le avisa que la estará observando. A Mads lo obliga a hablar y a recitar frente a sus compañeros para vencer el miedo.

Rita afirma que para resolver los problemas hay que llamar a las cosas como son y actúa en consecuencia. Así, sale del identikit más previsible de la docente “normal” o políticamente correcta. Rita pone palabras sin el rodeo previo -a veces necesario-, sin ningún tipo de anestesia. Ella va al hueso, lo que a veces resulta tan eficaz como resistido. Dijo lo propio y remonta vuelo ya que ella es más de andar yendo que de quedarse.

2. Rita toma posición

El tema de la madurez de Rita atraviesa el relato, pero de cara a los estudiantes Rita se hace cargo de cada situación poniendo en juego sus propios criterios y discute con el equipo directivo. No acepta las reglas que le resultan absurdas, tal como ocurre cuando se limita el número de goles para ganar el campeonato de fútbol lo cual deja a los que solamente son hábiles en deportes sin la posibilidad de lucirse. Un colega dice de Rita: “Es fácil dar un grito de guerra cuando eres general. El resto debemos sobrevivir”.

Rita se la juega por convicción, en algunos casos, sin medir consecuencias, y debe pagar costos por ello, de los personales y de los profesionales. Es más fiel a sus convicciones que a ciertas simulaciones que en ocasiones suelen ser calmantes -provisorios- en las instituciones. Rita suele salir de escena intempestivamente y esa es una marca personal. Pone su sello y sale antes tanto sea que se trate de la rutina del saludo protocolar en una entrevista con padres o de un encuentro con colegas y autoridades.

De cara a las autoridades municipales Rita da su pelea en defensa de la educación pública. Pone en evidencia situaciones irregulares en presencia de la prensa, discute la asignación de presupuesto y pelea políticamente, incluso cuando toma el riesgo de perder su trabajo.

3. Rita enseña

Cuando un colega se queja sobre los resultados de un estudiante, Rita afirma “Para eso les enseñamos”. En otro momento afirma “¿Tu sabes que un maestro puede sacar lo mejor de un estudiante?” Rita tiene una posición tomada sobre su trabajo y su responsabilidad. A la hora de la clase, puede trabajar sobre los cuentos de hadas construyendo una trama narrativa que embelesa a las niñas y los niños de segundo grado y que sirve de lente para entender el momento personal que atraviesa. Como quien transgrede las reglas, Rita pone en jaque no solo al Rey sino también a la Reina y se anima a ridiculizar aquello que suele ser tan solemne y acartonado. Y allí entremezcla la historia de hadas con su propia manera de saltear tradiciones y pautas, desafiando los límites de una sociedad patriarcal que frunce el ceño o se escandaliza con ciertos modos de estar, hacer y decir que esta docente desenfunda sin cuidado.

Hay una propuesta que tal vez sirva para dejar más clara que cualquier otra cómo Rita concibe la enseñanza. De cara a las elecciones que tendrán lugar en la ciudad, Rita lleva adelante elecciones en su curso, involucrando a toda la escuela. Uno de los candidatos es el hijo de la alcaldesa que se postula a la re-elección. Aprovechando el aparato de su madre genera una campaña casi profesional. El otro candidato representa claramente a los que no tienen, en la vida, ninguna ventaja. Antes del conteo Niklas, el hijo de la alcaldesa, ya sabe que tiene cuatro votos más y se lo dice a Rita quien busca cinco votos a su favor y los rompe delante suyo. Kareem, que en el debate afirmó “La escuela pública debe ser un lugar de derecho de todos, aun de aquellos a los que les dijeron que no llegarían a nada”, gana las elecciones por un voto. Cuando Niklas acusa a Rita diciendo: “Pero eso no es democracia”, Rita le responde: “No, realmente no lo es. Esto es la escuela pública. Y, aquí, los profesores mandan”. Una vez más Rita enseña sobre la realidad y educa a todas y todos. A Kareen le enseña que es posible pelear por las oportunidades. A Niklas, a aprender a perder. Las elecciones municipales se cargan de sentidos complejos a partir de la propuesta escolar.

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Son numerosas las escenas en las que hay evaluaciones, en una imagen cercana a la de cualquier escuela en la vida real. Lo interesante es que Rita da cuenta de una comprensión del sentido político de la evaluación en situaciones que van desde sus “contratos” con los estudiantes para que se preparen hasta otras, institucionales como aquella escena en la que le dice a Rasmus, en su rol de funcionario municipal: “En mi lista de quehaceres importantes, las pruebas están en el puesto 314”.

4. Rita des-etiqueta

Las clases de Rita no son asépticas ni neutrales. Son clases en la trama de la vida. Pone al descubierto aquello que suele permanecer tapado, por decisión u omisión de adultos, o lo que está latiendo, y destella con algunas señales intermitentes. Ella intercepta esas señales y las convierte en asunto pedagógico.

Sin decirlo encara la clase de educación sexual con los problemas de su hijo Jeppe en mente y, al terminar la clase, llora. Siente profundo respeto por la decisión del deseo y del amor, ganándole a la corrección de la palabra. Acepta, acompaña y reconoce, con su propia emoción de madre y profesora.

Tal como señala Connel (2006), Rita practica la justicia curricular. Enseña sobre sexualidad desde el lugar de quienes están etiquetados, desde quienes padecen burlas y persecución. Un estudiante molesta a un compañero y le grita marica frente al grupo, por sus logros académicos y dedicación al estudio. Allí donde hay adultos que suelen no cobrar nada, como aquel árbitro que todos recordamos, Rita intercepta la situación de inmediato y pone los puntos, no como quien reta y cree que así resuelve sino señalando un límite que ayuda a vivir mejor con los otros. Rita explica que no hay relación entre la elección sexual y el desempeño académico y pone un límite que no clausura, sino que abre. Sanciona la discriminación con firmeza y cuando la situación se enfría, con esa distancia óptima respecto del calor del hecho puntual, irrumpe en una clase con su hijo menor. Jeppe, que asumió su homosexualidad durante la secundaria y es casi un par de sus estudiantes, cuenta lo propio y responde preguntas. Rita crea una escena pedagógica en la que con cierta distancia y otros argumentos deshace prejuicios y relaciones causales simplificadoras. De la misma manera habilita a un colega a reconocer y hacer pública su identidad sexual, sin perjuicio de su rol profesional.

Vemos aquí propuestas que no cierran, sino que abren cuando ayudan a reconocer la diferencia como fortaleza personal y enriquecimiento colectivo. No clausuran, sino que ayudan a sincerarse. Quienes se liberan quedan a la par de los demás en clave de derecho e identidad. Es un golpe eficaz a la simulación de igualdad que, a diario, se encarna como homogeneización excluyente.

5. Una maestra all inclusive

Rita se pone del lado de los alumnos, llama a las cosas por su nombre, se hace cargo de las situaciones a partir de criterios en los que cree profundamente y todo poniendo en juego la complejidad de su vida emocional. Pero vemos una dimensión que reconstruye las anteriores, dándoles un sentido más complejo. Una dimensión política que, como trama, atraviesa y sostiene todas las decisiones de Rita como maestra: la preponderancia, en todas sus decisiones, de la preocupación por la inclusión de todas y todos.

La primera y contundente expresión de este compromiso es el reconocimiento del otro como sujeto. Mientras camina por los pasillos saluda a los estudiantes por sus nombres, les sonríe, los abraza. Como si percibiera lo distinto antes que otros, o como si fuese en búsqueda de aquello diferente como constitutivo de un vínculo pedagógico que supere la inercia homogeneizante que hace siglos se apropia del espacio, del tiempo y el mundo escolares. Rita se lleva bien con lo diverso y es allí adonde se enfoca. Rescata a Viktor del aislamiento en el que lo dejan sus padres fundamentalistas cocinando una torta con azúcar para que reparta entre sus compañeros. Pelea con el padre exitista afirmando que su labor es preparar a los alumnos para el mundo real. Se pone del lado de René, diagnosticado con déficit de atención, cuando lo acusan de vandalismo y, con dolor, se banca la decisión de ser expulsado por una falta que no cometió para que pueda salir de un sistema que lo discrimina. Al mismo tiempo decide no informar que quien realizó los destrozos fue Rosa ya que eso la dejaría afuera de la escuela y de la universidad. Y se hace cargo de Mads cuando entiende que no se puede separar de su madre bipolar, en lugar de informar al servicio social. Cuando él le pregunta por qué lo está ayudando, la respuesta es contundente: “Porque creo en ti”. Mads, que se acerca y la abraza, representa a todas y todos los estudiantes que están esperando esa misma respuesta.

Este contenido ha sido publicado originalmente por alainet.org / grupoeducar.cl / notasperiodismopopular.com.ar



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