Cómo actuar ante la conducta desafiante y/o violenta

En ocasiones el alumnado diagnosticado de TDAH presenta conductas altamente disruptivas y que desafían a  la autoridad (recordemos las altas tasas de comorbilidad con el Trastorno Negativista Desafiante y el Trastorno Disocial). A continuación enumeramos una serie de consejos para afrontar estas situaciones.

Partimos de la asunción del profesorado como la figura de autoridad y, a su vez, como persona experta y profesional de la educación. Por ello, las relaciones serán asimétricas; esperamos cierta capacidad para controlar la conducta del alumno o alumna por parte del profesorado a la vez que es necesaria una buena gestión del proceder propio como docente.

Trate de que estas conductas no tengan lugar:

Hemos de reconocer los momentos en los que el o la alumna está a punto de saltar. Seamos más cuidadosos. También deberemos ser justos, coherentes y sistemáticos en nuestra gestión del aula. Los y las adolescentes son muy sensibles a la injusticia. Si finalmente se produce una falta grave, hemos fracasado. Con ello no gana nadie, ni la clase ni quien la comete. Por supuesto, tampoco el o la docente que se encuentra ante una situación difícil y desagradable.

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Si finalmente nos encontramos ante una conducta de falta de respeto y que reta a la autoridad:

No entre en su juego ni en argumentaciones: usted es la figura de autoridad, eso no es discutible, no debe tratar de quedar por encima, ni humillar, ni enzarzarse en discusiones.

Si es posible, retire la atención: retiremos el estímulo que supone nuestra atención y la del grupo. Hemos de marcar que la conducta es indeseable, pero lo podemos hacer privadamente o al finalizar la clase para romper el esquema que mantiene la conducta. Otra opción es el tiempo fuera (Time out).

No emplee comunicación agresiva: maneje su tono de voz, su posición, sus movimientos, etc. Especialmente en estos momentos de crisis. Trate de hablar suave, no demasiado cerca y nunca reteniendo o agarrando. Si usted no sube el tono, es más difícil que la otra persona lo haga. Puede ser contundente sin sonar agresivo/a.

No ofrezca confrontación o presione: estamos en el momento de desactivar, no de echar más leña al fuego. Controlemos nuestra conducta, por difícil que esto parezca, para evitar la escalada de confrontación.

Entienda la importancia de la activación momentánea: tanto para usted como para la o el alumno. Enfriarnos es fundamental para actuar con mesura. Si conseguimos controlar la conducta de quien desafía, hemos de guardar un tiempo de prudencia. Aún mantiene un arousal (nivel de alerta) alto, puede volver a saltar en cualquier momento. A su vez, tras un altercado, nosotros estamos también altamente activados y mostramos mayor probabilidad de emitir respuestas negativas. Tengamos esto en mente y cuidemos nuestra conducta con terceras personas.

No castigue en el momento: como decimos, es momento de conciliar. El castigo vendrá después.

Seleccione un castigo que sea parte de la solución y no agrave más el problema: no trate de humillar. Por definición un castigo es aquello que disminuye la probabilidad de repetir la conducta penada. Así pues, diseñe un castigo que no incluya refuerzos ocultos (recuerde la atención social), que no genere odio o aversión hacia nadie (podría facilitar que la conducta reapareciera) y que incluya resarcimiento a las víctimas si las hubiere, entendiendo que en ocasiones, la persona castigada es, a su vez, víctima.

Deje siempre una puerta abierta: no acorrale al emisor de la conducta. Dejemos siempre una oportunidad para solucionar las cosas, para resarcir el daño, para pedir perdón, en definitiva, para mejorar y no empeorar la situación.

Sabemos que estas situaciones son muy complicadas de gestionar. La única solución es la práctica diaria sumada a la reflexión profunda sobre nuestra acción. Cuando nos enfrentemos a una de estas situaciones, tratemos de hacerlo lo mejor posible y aprendamos de ellas, repitamos lo que funcionó y analicemos lo que no lo hizo.

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Para más información sobre la conducta disruptiva en el aula recomendamos el libro Prevención e intervención ante problemas de conducta. Estrategias para centros educativos y familias de Manuel Armas.

Trastorno negativista desafiante (TND)

El trastorno negativista desafiante (TND) es un trastorno de la conducta que se caracteriza por un patrón recurrente de comportamiento negativista, desafiante y hostil, dirigido a las figuras de autoridad. Los niños con TND suelen ser irritables, enojados y fácilmente provocados. Pueden tener dificultades para seguir las reglas, obedecer las instrucciones y cooperar con los demás. El TND puede afectar el rendimiento escolar y las relaciones sociales del niño.

Los síntomas del TND suelen comenzar en la primera infancia, generalmente entre los 2 y los 8 años. Los síntomas más comunes incluyen:

  • Negativismo y desafío a la autoridad
  • Desobediencia
  • Hostilidad hacia las figuras de autoridad
  • Rabietas y explosiones de ira
  • Estado de ánimo irritable y dominado por el enfado
  • Quejas frecuentes
  • Culpar a los demás por sus errores
  • Dificultad para seguir las reglas
  • Dificultad para cooperar

El TND puede tener causas múltiples, que incluyen factores biológicos, ambientales y psicológicos. Los factores biológicos que pueden contribuir al TND incluyen:

  • Defectos genéticos
  • Trastornos del neurodesarrollo, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
  • Dificultades de aprendizaje

Los factores ambientales que pueden contribuir al TND incluyen:

  • Conflictos familiares
  • Maltrato infantil
  • Abuso de sustancias

El tratamiento del TND suele ser multidisciplinario e incluye:

  • Terapia conductual
  • Terapia familiar
  • Medicamentos, en algunos casos

La terapia conductual puede ayudar al niño a aprender a controlar su comportamiento y a desarrollar habilidades de afrontamiento. La terapia familiar puede ayudar a la familia a comprender el trastorno y a desarrollar estrategias para manejar el comportamiento del niño. Los medicamentos pueden ayudar a controlar los síntomas de la ira y la irritabilidad.

El TND es un trastorno tratable. Con la intervención adecuada, los niños con TND pueden aprender a controlar su comportamiento y a tener relaciones sociales saludables.

Aquí hay algunos consejos para los maestros que trabajan con alumnos con TND:

  • Establezca reglas claras y consistentes. Los niños con TND necesitan saber lo que se espera de ellos.
  • Sea consistente en la aplicación de las reglas. Si un niño rompe una regla, sea consistente en las consecuencias.
  • Evite las confrontaciones. Intente abordar el comportamiento del niño de manera positiva.
  • Ofrezca al niño oportunidades para tener éxito. Cuando el niño tenga éxito, felicítelo.
  • Trabaje en colaboración con los padres. Los padres pueden proporcionar información importante sobre el comportamiento del niño en casa.

Con paciencia y comprensión, los maestros pueden ayudar a los alumnos con TND a tener éxito en la escuela.

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Este contenido ha sido publicado originalmente por Intef en la siguiente dirección: ite.educacion.es

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