Maestros al servicio de la educación

Inger Enkvist: Hay que recuperar la disciplina y la autoridad en la escuela

Inger Enkvist (Värmland, 1947) es licenciada en filología francesa, empezó a trabajar en la enseñanza primaria, secundaria y media de Suecia como profesora de francés y luego también de inglés; posteriormente hizo su tesis sobre literatura española, doctorándose en Letras por la Universidad de Gotemburgo (Suecia).
Tradujo varios autores y publicó estudios sobre Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, María Zambrano, Fernando Savater, Eugenio Trías, Mario Vargas Llosa y Juan Goytisolo; ha traducido la obra de Mario Vargas Llosa y de Juan Goytisolo y ha organizado el Simposio internacional sobre la obra de Tzvetan Todorov (Lund 2004) y el Simposio Internacional Aprender a Pensar (Universidad de Lund, 2005). En la actualidad ocupa la Cátedra de Español en la Universidad de Lund y es asesora del Ministerio de Educación sueco.

Compartimos con fines educativos – pastorales la publicación del diario El País (España) la entrevista a Inger Enkvist realizada por Ana Torres Menárguez.

Hay que recuperar la disciplina y la autoridad en la escuela

La exasesora en educación del Gobierno sueco Inger Enkvist se posiciona en contra de las nuevas metodologías educativas.

No es fácil encontrar una opinión como la de Inger Enkvist (Värmland, 1947). Mientras la mayoría de los gurús educativos abogan por terminar con las filas de pupitres, con los formatos de clase encorsetados y por dar más libertad a los alumnos dentro del aula, Enkvist, exasesora del Ministerio de Educación sueco, cree que hay que recuperar la disciplina y la autoridad de los docentes en las clases. “Los niños tienen que desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo y para eso necesitan que un adulto les guíe. Aprender requiere esfuerzo y si se deja a los alumnos elegir, simplemente no sucede”.

Catedrática de Español en la Universidad de Lund (Suecia), Enkvist comenzó su carrera educativa como profesora de Secundaria y durante más de treinta años se ha dedicado a estudiar y comparar los sistemas educativos de diferentes países del mundo. Además de la publicación de libros como La buena y la mala educación (Encuentro, 2011), ha publicado más de 250 artículos sobre educación.

Enkvist compareció el pasado marzo en la comisión de Educación del Congreso de los Diputados para aportar su visión sobre el modelo educativo en España, del que echa en falta motivación por parte del profesorado y una reformulación de los grados en Maestro en Educación Infantil y Primaria -nombre de la carrera de Magisterio tras el Plan Bolonia- para intentar captar a los mejores estudiantes.

Pregunta. Las nuevas corrientes de innovación educativa reclaman un papel más activo por parte de los alumnos. Acabar con las clases magistrales y crear metodologías que impliquen acción por parte del estudiante. ¿Por qué se opone a ese modelo?

Respuesta. La nueva pedagogía promueve la antiescuela. Los colegios se crearon con el objetivo de que los alumnos aprendieran lo que la sociedad había decidido que era útil. ¿Cuál es el propósito de la escuela si el estudiante decide lo que quiere hacer? Estas corrientes quieren enfatizar al máximo la libertad del alumno, cuando éste lo que necesita es una enseñanza sistemática y muy estructurada, sobre todo si tenemos en cuenta los problemas de distracción de los niños. Si no se aprende en Primaria a ser ordenado y a aceptar la autoridad del maestro, es difícil que se haga más tarde. El alumno no siempre va a estar motivado para aprender. Hace falta esfuerzo.

P. En su libro cuestiona la creencia de que todos los niños quieren aprender y, por lo tanto, es una buena opción dejar que tomen la iniciativa y aprendan solos. ¿Cuáles son sus argumentos en contra?

R. Esto nunca ha sido así. Es una idea romántica que viene de Rousseau; dar por hecho que el ser humano es inocente, bien intencionado y bueno. Un niño puede concentrarse en una tarea por iniciativa propia, pero normalmente será en el juego. Aprender a leer y escribir o matemáticas básicas requiere trabajo y nadie se siente llamado a dedicar un esfuerzo tan grande a asimilar una materia tan complicada. Se necesita apoyo, estímulos y algún tipo de recompensa, como la sonrisa de un profesor o la felicitación de los padres.

Si no se aprende en Primaria a ser ordenado,  es difícil hacerlo después
P. ¿Qué se debería recuperar del antiguo modelo de educación?

R. Tener claro que el profesor organiza el trabajo del aula. Si los alumnos planifican su propio trabajo se hace muy complicado que obtengan buenos resultados y eso desmotiva al profesor, que no quiere responsabilizarse de algo que no funciona. Estas metodologías están alejando de las aulas a los profesores más competentes. Ya no se considera beneficioso que el adulto transmita sus conocimientos a los alumnos y se fomenta que los jóvenes se interesen por las materias siguiendo su propio ritmo. En un ambiente así no es posible enseñar porque no existe la confianza necesaria en la figura del profesor. Vivir en lo inmediato sin exigencias es todo lo contrario a la buena educación.



P. Usted ha calificado el autoaprendizaje como contraproducente. Pero una vez que finaliza la formación obligatoria y los estudiantes consiguen un trabajo, el mercado laboral cambia rápido y se pueden ver obligados a reciclarse y cambiar de profesión. ¿No cree que es buena idea enseñarles desde pequeños a tomar la iniciativa en el aprendizaje?

R. Esa es la gran falacia de la nueva pedagogía. Los niños tienen que aprender contenidos, y no el llamado aprender a aprender. Solo con decir a los alumnos que tomen decisiones no van a saber hacerlo. Pongo un ejemplo. El Gobierno sueco ofrece cursos de formación para adultos y su desesperación llega cuando solo se apuntan ciudadanos con un perfil educativo alto. Les interesa y lo encuentran útil y por eso tienen ánimos para empezar. Si uno aprende un contenido, piensa que es capaz y que en el futuro podrá volver a hacerlo. ¿Quién es más adaptable y más flexible al perder un trabajo? El que ya tiene una base de conocimientos, el que cuenta con más recursos interiores y eso lo proporciona la educación. Cuanta más autodisciplina, más posibilidades tienes por delante y menos desesperado te sentirás ante una situación límite.



P. Hay un gran debate en cuanto a la utilidad de los exámenes. Algunos expertos defienden que en la vida adulta no se dan ese tipo de pruebas y que lo importante es haber desarrollado habilidades para adaptarse a diferentes entornos.

R. Esa es la visión de alguien que no sabe cómo funciona el mundo de los niños. En la vida adulta, todos tenemos fechas tope, momentos de entregar un texto y esto se aprende en la escuela. Con los exámenes el niño aprende a responsabilizarse y entiende que no presentarse a una prueba tiene consecuencias; no lo repetirán para él. Si no cumplimos con nuestras obligaciones en la vida adulta, pronto nos veremos descartados de los ambientes profesionales. Los exámenes ayudan a desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo.



P. ¿Por qué cree que el modelo actual de escuela no permite que nadie destaque?

R. El colegio no es neutro, no todos van a aprender igual. En las aulas se dan unos desequilibrios enormes en un mismo grupo, puede haber hasta seis años de diferencia intelectual entre los alumnos. La escuela debería mantener a los niños con diferentes capacidades juntos hasta los once años y a partir de ahí ofrecer diferentes niveles para las asignaturas más complejas. En algunas escuelas públicas de Alemania se hace. Para los que no lo entiendan pongo un ejemplo. Imagina meter en una misma clase a 30 adultos con niveles socioculturales e intereses totalmente dispares y pretender que aprendan juntos. Eso es lo que estamos pidiendo a nuestros hijos. En menos de una semana habría una rebelión.

Los exámenes ayudan a desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo



P. La escuela mata la creatividad, según el pedagogo británico Ken Robinson.

R. Lo más sencillo es pensar en un músico de jazz. Parece que está improvisando, jugando. ¿Cómo puede hacerlo? Sabe 500 melodías de memoria y usa trozos de esas piezas de forma elegante. Lo ha repetido tantas veces que parece que lo hace sin esfuerzo. La teoría es necesaria para que surja la creatividad.



P. Si hablamos de los contenidos que se aprenden en la escuela. ¿Cree que habría que modernizarlos?

R. Una profesora española me contó que uno de sus alumnos le dijo en clase que para qué le serviría estudiar a Unamuno, que qué aplicación práctica podía tener. Necesitamos conocer la situación de nuestro país, saber de dónde venimos. Con Unamuno se aprende un modelo de reacción, que no tiene porqué adoptarse, pero conocerla te ayuda a elaborar tu propia forma de ver el mundo.

Este contenido ha sido publicado originalmente por El País (España) en la siguiente dirección:  elpais.com



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comentarios 1
  1. ¿Aprendieron lo que es útil para la sociedad o más bien lo que el poder hegemónico subrepticio en las decisiones mundiales y la cultura de la superioridad les interesa que aprendan?
    ¿Será que se enseña y se aprende algo en las horas de clases con aulas numerosas entre treinta y cinco y cuarenta estudiantes de contextos y realidades con características diferentes?
    ¿Se perdió la autoridad y la disciplina o sería que se perdió el dominio del poder machista? Más bien ha habido un pequeño despertar, pasivo, pero lo ha habido. Y la sumisión ha ido reflexionando poco a poco ¿O será que se perdió el respeto porque la sociedad está corrupta producto de la vanidad del poder capitalista?
    ¿Se quiere educar o se quiere solo enseñar? Si solo se pretende enseñar como ha sido el caso a lo largo de la historia de nuestro territorio, entonces sucede lo que se está viendo, la pérdida del respeto (no de la autoridad) porque se toma la enseñanza como sinécdoque de educación.
    Antes de leer y escribir se aprende hablar, ahora una duda ¿Se enseña hablar? ¿Cómo un niño del Japón aprende hablar japones? Se preguntaba Suzuki.
    Los resultados en la falencia de la enseñanza y de la educación es producto de esa herencia del pasado, no es producto del presente, precisamente porque a lo largo de los años se ha querido enseñar o moldear al antojo de otros, irrespetando con ello las otredades diría Levinas.
    ¿Hay en realidad mala y buena educación o más bien enseñanzas degradadas que a lo largo de la historia han querido tener estatus de superioridad y no aportan a las necesidades de las nuevas generaciones?
    Un estudiante no tiene porqué aprender solo contenidos puesto eso mata sus ganas y el interés de aprender, más bien debe buscar un saber especifico mediado por la relación del hacer creativo, aquí el docente debe descubrir las fortalezas y lo que le gusta para lograr así que brille en eso en lo que tiene potencialidades y cualidades superiores.

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