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Las reformas educativas ¿Consideran el uso de los teléfonos inteligentes como herramienta pedagógica?

Desde que vimos el uso, cada vez más ordinario y frecuente de los celulares en las escuelas, se escucharon opiniones diversas: “es un medio de comunicación de moda” (sin otro uso), decían unos; otros advirtieron sobre un distractor con peligro para la salud y otros un aparato de algunos afortunados. Han paso muchos años de esas opiniones, incluso cuando se trató de regular su uso o prohibir llevarlo al centro educativo (bajo pena de decomiso); pero parece que hasta hoy sigue las opiniones siguen repartidas.
No ha dejado de discutirse si ingresan o no en el salón de clases (o deben estar apagados), con todas las complicaciones de poner normas, límites y reglamentos. Además, con los años, los novedosos teléfonos móviles o de comunicación personal, grandes y difíciles de llevar en el bolsillo (pesaban -al inicio- más de medio kilo y medían más de 23 cm de largo), se han transformado (por ahora) en aparatos de menos de 150 gramos, delgados, muy fáciles de llevar, sus precios son cada vez más bajos en el mercado, y los empezaron a llamar “smartphones” (por el uso ordinario en inglés) desde 1997.

Su difusión es exponencial y llegan a ser tantos o más que una población, y con depósitos públicos para los “descartados”. Ante esta realidad ¿qué dicen las reformas educativas?, o mejor ¿se considera este nuevo invento de comunicación social y cultural, como un medio masivo de información? Es interesante conocer la opinión de Paola Bruno, y qué hacen en las escuelas de USA, Finlandia, Japón y Francia, por ello recomendamos la lectura de ESCUELA 2016: CELULARES EN EL AULA, ¿SÍ O NO?

Fuera de las escuelas, el uso masivo de los smartphones se está dando en todo mundo, incluso hay “países que instalan señales luminosas en el suelo para evitar los atropellos y las caídas a los andenes de los usuarios de móviles que andan mirando hacia la pantallita”. Javier Salas afirma que se está ejercitando menos la memoria, que los jóvenes están perdiendo atención; que se pierde el sentido de orientación porque se va de un lugar a otros guiados por Google Maps, que ya son muchos los que llevan el aparato a la cama y, con sus luces, torturamos al cerebro perjudicando el ciclo natural del sueño. Es una realidad que dentro de las escuelas, también suenan los celulares, de los estudiantes y de los profesores y unos cuantos dejan la clase y atienden (en el aula o salen y hablan) …, como nos dijo anteriormente Paola Bruno. Pero, más allá de estos innegables escenarios, ¿hemos sido secuestrados y dominados por el smartphone? ¿Son solo problemas personales puntuales o nos están afectando como sociedad? ¿Cuánto de esto redunda en nuestros planes educativos? ¿Tenemos en cuenta la presencia del smartphone en la vida de nuestros profesores y estudiantes? Estos son algunos cuestionamientos sobre el “teléfono inteligente”, que están muy bien expuestos en el artículo de Joseba Elola: EL SMARTPHONE, ESA ARMA DE DISTRACCIÓN MASIVA; Javier Salas, cuyo artículo nombramos más adelante, también afirma que “cada nueva tecnología, desde la imprenta hasta la televisión, ha generado un rechazo previo, que tiende a considerar [como] un trastorno el cambio de hábitos que genera”.  “¿Quién se cree que aquellos ladrillos pudieran crear adicción? Hasta Sócrates consideraba la escritura un hábito malsano porque debilitaba la memoria y el pensamiento. El Quijote se reía de los trastornos que podía provocar el exceso de lectura, del mismo modo que la serie británica Black Mirror nos advierte de las distopías [concepto que se utiliza como contracara del de utopía porque denomina a aquel mundo imaginario, que normalmente se crea para la literatura o para el séptimo arte, y que se caracteriza por ser desagradable, no deseable de vivir, DEFINICIÓN ABC], que podrían estar descargándose desde nuestros dispositivos. Pero también es cierto que, a lo largo de la historia, muy pocas veces hemos estado tan apegados a un objeto”. Se propagó el miedo de la adicción a los móviles (incluso en estudios científicos), y más cuando aparecieron “los virus”.

Es útil también saber sobre el síndrome de abstinencia, que pasa con tantos “vicios”, incluida la ludopatía, pues “varios estudios han analizado cómo respondemos a la privación del móvil: cuando se nos encomienda una tarea y el móvil está recibiendo notificaciones sin que podamos consultarlas; somos incapaces de concentrarnos en condiciones por culpa de la ansiedad que nos provoca, e incluso se han descrito síntomas de hiperactividad. Es normal, dado que el 90% no nos separamos del dispositivo más de un metro en todo el día”. Cf PHONO SAPIENS, ENGANCHADOS AL MÓVIL.

El fin de la educación debe ser muy claro, antes de someter a los niños y jóvenes a cualquier tipo de sistema educativo, porque los niños es el tesoro más grande que tiene un país, hay que cuidarlos (afirman los finlandeses), y con ellos no se experimenta (Papa Francisco); de aquí se desprende la exigencia de saber si esa nueva ley, reforma o programa educativos, tienen en cuenta la existencia y el uso de los smartphones como recurso pedagógico en todo proceso educativo de enseñanza – aprendizaje. Sabemos que la demanda de teléfonos inteligentes con aplicaciones similares a las de computadoras de escritorio, [tabletas] y laptops, también reproducen videos, permiten navegar por Internet, comunicarse a través de textos, audios, videos, y datos, el compartir archivos, el trabajar en grupo,… características que han colocado a los smartphones en la mesa de debate, discutiéndose si debe incorporarse el uso de estos para fines pedagógicos; según Héctor Godoy, en su artículo USO DE TELÉFONOS INTELIGENTES EN LA EDUCACIÓN, poniendo (por lo menos) en entredicho la teoría que defiende el “restringir el uso de estos dispositivos en la dinámica educativa”, que conlleva al error de “desperdiciar una valiosa oportunidad, pues, de todas formas, los niños y jóvenes ya están usándolos y en muchos casos solo para desperdiciar potencial y tiempo”.

¿Es el “teléfono móvil inteligente” o smartphone una inesperadísima puerta al conocimiento, y a la información? ¿Es el smartphone sólo un nuevo aparato de comunicación o de esparcimiento masivo en la calle, en los parques, en las pausas del estudio o del trabajo, en el transporte, mientras se ingieren alimentos, …  conectado a un audífono inalámbrico? ¿Somos ya, una generación de seres humanos que hemos inventado un ”apéndice artificial” a nuestro organismo?, ¿Qué tan  dependientes y solícitos están o estamos al teléfono inteligente? ¿Cuántos en nuestra escuela lo tienen y/o lo usan? ¿Nos sorprendemos al ver cómo algunos están tan atentos (más que las alarmas de emergencias) a su vibración, silbido, parpadeo o ligero sonido para reaccionar “a la velocidad de la luz”? ¿Cuántos aprovechan en el centro educativo aquellos cortos lapsos de los recesos o intermedios para echar una mirada a su smartphone?

Los Planes y Programas que Usted aplica en su país, ¿consideran el uso de smartphones? ¿Ha recibido Usted una capacitación y/o actualización de los últimos modelos de las herramientas digitales y/o de los smartphones, antes de iniciar el año académico? ¿Considera su país la realidad social – cultural de sus comunidades, respecto a la posesión, uso o no tenencia de smartphones? ¿Es indiferente o neutral, en la educación, la existencia de los smartphones? ¿Estamos obligados, como educadores, a buscarle un sentido?

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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