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Emergencia educativa: dos desafíos para reflexionar urgentemente

¿Cómo tiene que ser en la escuela hoy el clima educativo, el respeto de la dignidad, la atención por los aspectos cognitivos, afectivos, sociales, éticos, espirituales, profesionales; el estímulo, el desarrollo de los singulares talentos, la cooperación y solidaridad; la investigación, los límites de comportamiento, el respeto de las ideas, la apertura a la confrontación, la capacidad de discutir y colaborar en un espíritu de libertad y atención por la persona”? (cf Tiempo de Evangelizar, Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva).

Son muchos aspectos, pero así es la educación. Nos es necesario y primordial ir a las raíces profundas de una “emergencia educativa” que nos plantea dos desafíos fundamentales hoy, según el Papa Benedicto XVI[1], y que creemos oportuno conocer, reflexionar y dialogar. Porque “el diálogo permite conocer, entender y acoger las exigencias de cada persona; es expresión de caridad para buscar el bien común; nos coloca delante del otro viéndolo como un don de Dios, que nos interpela y ayuda a humanizar nuestras relaciones y a superar los desacuerdos; nos da la ocasión para escucharnos recíprocamente y resolver los inconvenientes que se presentan” (Papa Francisco, 22/10/2016).

PRIMER DESAFÍO:

Existe un FALSO CONCEPTO DE AUTONOMÍA DEL HOMBRE, que defiende que “el hombre debería desarrollarse sólo por sí mismo, sin imposiciones de otros, los cuales podrían asistir a su autodesarrollo, pero no entrar en este desarrollo”.

En realidad, para la persona humana es esencial el hecho de que llega a ser ella misma sólo a partir del otro, el «yo» llega a ser él mismo sólo a partir del «tú» y del «ustedes»; está creado para el diálogo, para la comunión sincrónica y diacrónica. Y sólo el encuentro con el «tú» y con el «nosotros» abre el «yo» a sí mismo.

Por eso, la denominada educación anti-autoritaria no es educación, sino renuncia a la educación: así no se da lo que deberíamos dar a los demás, es decir, este «tú» y «nosotros» en el cual el «yo» se abre a sí mismo. Por tanto, me parece que un primer punto es superar esta falsa idea de autonomía del hombre, como un «yo» completo en sí mismo, mientras que llega a ser «yo» en el encuentro colectivo con el «tú» y con el «nosotros».

SEGUNDO DESAFÍO:

EL ESCEPTICISMO Y EL RELATIVISMO o, con palabras más sencillas y claras, en la exclusión de las dos fuentes que orientan la historia,  el camino humano: la naturaleza y la Revelación.

La naturaleza, infelizmente, se considera hoy como una realidad puramente mecánica y, por tanto, que no contiene en sí ningún imperativo moral, ninguna orientación de valores: es algo puramente mecánico y, por consiguiente, el ser en sí mismo no da ninguna orientación. La Revelación se considera o como un momento del desarrollo histórico y, en consecuencia, relativo como todo el desarrollo histórico y cultural; o —se dice― quizá existe Revelación, pero no incluye contenidos, sino sólo motivaciones. Y si callan estas dos fuentes, la naturaleza y la Revelación, también la tercera fuente, LA HISTORIA, deja de hablar, porque también la historia se convierte sólo en un aglomerado de decisiones culturales, ocasionales, arbitrarias, que no valen para el presente y para el futuro.

¿Incluyen nuestras reformas educativas el cómo responder (por lo menos) a estos dos desafíos?

¿Tendremos los profesores que seguir siendo mandados “a cumplir órdenes sin dudas ni murmuraciones”?

[1] Este artículo tiene como fuente original el discurso del Papa Benedicto XVI a la Conferencia Episcopal Italiana el 27/05/2010.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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